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Un día tuvimos un sueño…

Un día tuvimos un sueño…

Delia Villarreal, Claudia González, Margarita González y Cecilia Sotomayor

Este ensayo tiene la intención de compartir nuestro proyecto de Desarrollo Humano en comunidades populares. Nos parece un proyecto que se puede multiplicar fácilmente en otros lugares de nuestro país. Hemos llegado a cumplir casi 20 años de esta increíble labor que podríamos resumir en tres palabras: “Mensaje de esperanza”. Nos mueve también la intención de que otras personas y grupos promotores del Desarrollo Humano puedan compartir sus proyectos para enriquecernos mutuamente.

Hoy contamos con siete grupos cursando el diplomado en Desarrollo Humano; seis de ellos en diferentes zonas de Monterrey y uno en Saltillo, todos en Comunidades Populares y con aproximadamente 90 alumnos cada uno. Para mostrar como hemos ido creciendo y fortaleciéndonos a través del tiempo, es importante hacer un poco de historia. “Grupo Encuentro Desarrollo Humano Monterrey”, es una asociación educativa formada por un equipo de personas unidas por la amistad y por el interés de promover el desarrollo humano en personas que, por su situación económica, no tienen acceso a planes o instituciones educativas.

Su objetivo es crear un espacio que favorezca la actualización de los recursos de la persona, con el fin de proyectarlos en su propio crecimiento, hacia el logro de unas relaciones familiares y sociales más auténticas y satisfactorias, con el afán de crear una sociedad más justa. Este proyecto surge ante la escasez de programas dirigidos a promover el desarrollo integral de la persona, específicamente en colonias populares. Se crea en agosto de 1995, dando inicio a una labor del equipo formado por personas con un fuerte deseo de servicio, compromiso social y convicción personal de los beneficios que ofrece el desarrollo humano. Siempre hemos contado con la asistencia incondicional del Dr. Juan Lafarga Corona S.J., iniciador e invaluable promotor del desarrollo humano, además de ser un gran maestro y amigo para todas nosotras.

El nombre que se adoptado para identificar este proyecto es el de Grupo Encuentro”, porque pensamos que “El hombre no sólo es y se realiza en el encuentro, sino que nace en él.” Esta frase la adoptamos con lema de nuestro grupo, porque encierra la firme creencia de que el ser humano no es sin el otro; lo necesita para complementarse y es la plenitud del encuentro con el otro lo que da sentido a su ser.

El proyecto ha logrado ser totalmente autosustentable, independiente y autónomo, por lo que consideramos podría multiplicarse en otras localidades. No recibe donativos ni apoyo económico de ninguna institución, pero sí depende de las innumerables personas que lo apoyan de múltiples maneras. Siete personas iniciamos esta actividad en 1995. Actualmente se nos han unido aproximadamente 55 personas más, que forman los equipos de coordinación y apoyo de cada una de las siete sedes, más los facilitadores y maestros que imparten alguna materia o facilitan los grupos de encuentro. Actualmente, en octubre del 2014, contamos con 1,646 personas graduadas y siete grupos con aproximadamente 560 personas cursando el diplomado en diferentes zonas de las áreas metropolitanas de Monterrey y Saltillo. En enero del 2015 abriremos las generaciones 45, 46, 47 y 48.

Este proyecto se ha expandido gracias al entusiasmo de un gran número de personas que apoyan y engrandecen de múltiples formas esta tarea. Una de ellas es la colaboración de voluntarios, exalumnos de Desarrollo Humano, que se han unido al Grupo Encuentro, para impartir los cursos.

El diplomado se realiza en el transcurso de dos años y se divide en cuatro semestres. Los temas centrales de cada uno avanzan progresivamente de lo individual a lo comunitario: Persona, Familia, Sociedad y Trascendencia. Cada semestre está constituido por tres materias y un grupo de encuentro. De esta manera se cursan 16 materias con un total de 310 horas impartidas. Las sesiones son semanales, de cuatro horas cada una. Los cursos se imparten en los salones de las capillas e iglesias donde la comunidad manifiesta su deseo de recibirlos. Esto permite a los alumnos un ahorro en el tiempo y costo del traslado.

Es conveniente que esta experiencia se viva dentro de el propio medio y contexto, también para generar un sentimiento de unión, pertenencia y compromiso hacia su comunidad. Por tal motivo, al Grupo Encuentro no le interesa tener una sede propia, sino hacerse presente en la comunidad. Un aliciente importante para el éxito del proyecto ha sido la gran propagación, mediante la difusión personal, que realizan los egresados. No se realiza ninguna publicidad. Es más un programa de atracción, que de promoción.

Este fenómeno es un indicador del cambio positivo y la transformación que experimentan los egresados y del testimonio de vida que profesan y contagian. El diplomado tiene como objetivo básico centrar la atención en la persona y en la vivencia humana. Por tanto, no es requisito que los alumnos cuenten con estudios preliminares para ingresar. Se requiere solamente una actitud abierta y comprometida. Los alumnos del Grupo Encuentro representan una población heterogénea.

Está formada por personas adultas de distintas edades, de ambos géneros, laicos, sacerdotes y religiosas, con distinta preparación académica, religión, profesión, afiliaciones políticas y nivel socioeconómico. Provienen en su mayoría de colonias populares aunque también hay alumnos con una situación socioeconómica media o alta. Esta heterogeneidad del grupo se implanta como plan piloto, después de considerar los beneficios que podría proporcionar el romper las barreras sociales, culturales y económicas, con el afán de enriquecer la convivencia entre las diversas realidades. Así puede lograrse una visión más amplia, modificar las creencias y propiciar una apertura a la experiencia, donde las diferencias sean un complemento y no un obstáculo para el crecimiento.

Concientes de que el paternalismo es uno de los principales obstáculos del servicio social y del desarrollo personal, se decidió que el proyecto no fuera financiado por el Grupo Encuentro, sino por los alumnos mismos. Esto se ha logrado gracias a la colegiatura pactada durante la entrevista personal al inicio del diplomado. De acuerdo con su situación socioeconómica, cada persona elige una de las opciones de pago. No hay personas becadas. Las cuotas son flexibles y pueden modificarse durante el curso. Si alguna persona necesita disminuir o desea incrementar su cuota, solo tiene que platicarlo con la correspondiente Coordinación de sede.

Hasta el momento, el funcionamiento del diplomado se sostiene totalmente por las contribuciones de los alumnos, logrando un pequeño fondo de ahorro que se utiliza para el material didáctico, para realizar mejoras al lugar, hacer aportaciones a la parroquia que proporciona el espacio, capacitar a los miembros del equipo de apoyo o consolidar la continuidad del programa. La calidad académica se ha mantenido gracias a la cuidadosa selección de los maestros y facilitadores, personas con amplio conocimiento en Desarrollo Humano y experiencia de trabajo en grupos; la mayoría con estudios de licenciatura y maestría, aunque esto no es requisito indispensable para la facilitación. Cada maestro imparte solamente una materia.

De este modo se ofrecen diversos métodos didácticos y se aprovecha su especialidad. Los maestros y facilitadores reciben sus honorarios al final de cada sesión. Considerando que la mayoría de los alumnos no pueden adquirir el material bibliográfico necesario, se proporcionan fotocopias. Además se cuenta con bibliotecas, formadas por unos 200 volúmenes cada una, con los textos básicos del Desarrollo Humano.

A estas bibliotecas también tienen acceso los exalumnos. En cada sede donde se imparten los diplomados existe un equipo de coordinación y un equipo de apoyo, formado por exalumnas, que colaboran de manera voluntaria en la operación del mismo. Los equipos que de cada sede deben estar formados por un mínimo de cuatro personas en la coordinación y dos en el apoyo, para hacer eficiente el proyecto y garantizar su permanencia. Compartir el liderazgo y la responsabilidad aligera la tarea y da libertad a cada miembro del equipo para desempeñar otras actividades, atender imprevistos o ausentarse por viaje o indisponibilidad.

Una de las mayores fortalezas del proyecto ha sido la forma de interrelación de los miembros de los equipos de coordinación. La calidez, cordialidad y disposición de las personas que los integran, han sido fundamentales para su funcionalidad y eficiencia. Con la convicción de que los valores y actitudes que promueve el Desarrollo Humano, más que enseñarlos se viven, el equipo trabaja día a día en su evolución personal para transmitir a través del ejemplo. Esto ha generado una mayor conciencia e integración y la realización del trabajo en un ambiente agradable, del que se han derivado múltiples ventajas. Con la certeza de que el proceso de comunidad inicia en la forma en que interactúa el equipo coordinador, damos mucha importancia a los tiempos y espacios de revisión y retroalimentación, donde cada uno de los miembros puede exponer sus ideas, inquietudes, sugerencias y todo lo relacionado con el mejoramiento y efectividad del proyecto.

Cada uno de esos encuentros, además, es una forma de acrecentar los lazos de amistad, ya que las reuniones no sólo están enfocadas a la tarea, sino también a convivir, a compartirse como personas; a dedicar un tiempo para expresarse, escuchar y relatar experiencias personales. Esta conjunción de trabajo y amistad ha sido la combinación perfecta que ha proporcionado a cada miembro del equipo un gran sentido de vida, sin negar momentos de desacuerdo, dificultades y crisis que se han sabido sortear, con la conciencia de que se puede aprender de ellas y que el lograr superarlas, fortalece.

Iniciamos como un sueño… un proyecto comunitario. Sin darnos cuenta, de forma suave y disfrutándolo mucho, el sueño se ha convertido en un proyecto de vida para cada de una de las integrantes. Soñamos en llevar el mensaje con la ilusión de promover a las personas y convertirlas en agentes de cambio en sus propias familias y comunidades. Hoy podemos compartir que este sueño, este proyecto de vida, se ha traducido en acciones concretas de transformación social realizadas por nuestros exalumnos y exalumnas, cada uno comprometiéndose personalmente con proyectos comunitarios de alto impacto.

El objetivo principal de la investigación “Un Camino hacia la Trascendencia en Desarrollo Humano” (2007) realizada por Claudia González Ancira y Cecilia Sotomayor Reyes, fue conocer si los aprendizajes significativos adquiridos en el diplomado del Grupo Encuentro trascienden y llevan a la persona a transformar su realidad, convirtiéndose en agentes de cambio y promotores de su comunidad. Se estudió a 32 exalumnas de las dos primaras generaciones, a nueve años de haberse graduado.

Para nosotros es sumamente revelador el resultado de la investigación: este grupo de graduadas del Diplomado en Desarrollo Humano realiza, por propia iniciativa, 97 actividades que indican la trascendencia en el área social y comunitaria.

 

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