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El vínculo afectivo, resignificación y sanación a través de la relación terapéutica mediante el uso de habilidades humanistas

El vínculo afectivo, resignificación y sanación a través de la relación terapéutica mediante el uso de habilidades humanistas

Miranda Cecilia Bandala Lara

RESUMEN

Este articulo surge de la necesidad de realizar una revisión de la teoría del apego, y las habilidades terapéuticas humanistas. Su elaboración se llevó a cabo a través de una investigación bibliográfica que permitió conformar el marco teórico, y a través de una entrevista en profundidad a una psicoterapeuta humanista corporal con experiencia para validar el marco teórico en la práctica. Esta investigación se realizó en la Ciudad de México, es de tipo cualitativo, se centra en: (a) entender la importancia de los vínculos afectivos, y (b) explorar la posibilidad de la recreación, resignificación y sanación del vínculo afectivo a través de la relación terapéutica mediante la utilización de habilidades humanistas. En el apartado del trabajo de campo encontramos la entrevista realizada, así como el tratamiento cualitativo de la investigación. Al final de este documento se realiza un análisis de los datos obtenidos y se plantean conclusiones.

 

PALABRAS CLAVE

Apego, vínculo afectivo, tipos de apego, escucha activa, autenticidad, congruencia, aceptación positiva incondicional, capacidad de proyección de la comprensión.

 

INTRODUCCIÓN

Este tema comenzó a interesarme hace un par de años, que comencé a estudiar la maestría en Psicoterapia Humanista Corporal, y paralelamente llevaba mi propio proceso terapéutico, a través de éstos empecé a comprender y tomar conciencia del tipo de vínculos afectivos con mis padres, como habían influido en la persona que soy hoy en día, en mi modo de ser, de actuar, y de sentir.  Al comenzar éste año me di cuenta que el vínculo con mi madre ha ido sanando y poco a poco se ha resignificado.

El vínculo afectivo ha sido abordado desde áreas como la psicología, la psiquiatría, la pediatría, la enfermería, la sociología y la educación. Existen varios autores que resaltan la importancia de las relaciones tempranas y la influencia en la calidad de los vínculos que establecen los niños con sus cuidadores y sus relaciones afectivas en el futuro.

El propósito principal es entender la importancia de los vínculos afectivos, y explorar la posibilidad de que los vínculos afectivos puedan recrearse, resignificarse y sanarse y a través de la relación terapéutica mediante la utilización de diversas habilidades humanistas.

Esta investigación, no pretende explicar la relación de variables o la correlación de las mismas, sino comprender a través de una entrevista a profundidad a un experto en el tema, lo que se está trabajando aportando y opinando actualmente en relación a los vínculos afectivos, y su posible recreación, resignificación y sanación a través de la relación terapéutica mediante el uso de habilidades terapéuticas humanistas desde la perspectiva de la Psicoterapia Humanista Corporal.

 

TEORÍA DEL APEGO

Bowlby (1977) en su teoría del apego: (a) conceptualizó la tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular, e intento explicar la amplia variedad de formas de dolor emocional y trastornos de la personalidad, tales como la ansiedad, la ira, la depresión y el alejamiento emocional, que se producen como consecuencia de la separación indeseada y de la perdida afectiva; y (b) expuso que hay una necesidad primaria de los niños de mantener una proximidad física con sus cuidadores principales para garantizar su propia supervivencia, lo que es una conceptualización puramente biológica, que posteriormente dio paso a una interpretación más integral, no solo de proximidad física, sino de “disponibilidad permanente” de la figura principal. Esta disponibilidad permanente no es exclusivamente de carácter físico sino una respuesta emocional adecuada por parte del cuidador principal. Es decir que el niño interiorice al cuidador principal como disponible y que éste cuidador es capaz de responder emocionalmente, es la clave para el desarrollo de un apego seguro. Las interacciones del niño en los primeros meses con su cuidador principal le ayudan a identificar los patrones de relación con el cuidador y, de esta manera, se registra en su mente un modelo operativo[1]. Para Bowlby (1977), “una madre o figura principal de apego, está sincronizada a los ritmos de su hijo y está atenta a los detalles de su comportamiento, para entender qué es lo que necesita y actuar consecuentemente”. Bowlby (1979) planteó que el niño, a partir del primer o segundo mes de vida, tiene una serie de respuestas instintivas a las que él llama comportamientos de apego[2], que tienen como objetivo unir a la madre con el hijo y al hijo con la madre.  La función evolutiva del sistema de apego no es solo la de proteger al niño del peligro y garantizar su supervivencia, sino la de asegurar la presencia (física y emocional) incondicional de la figura principal.

Bowlby (2006) define apego como una forma de conceptualizar la propensión de los seres humanos a formar vínculos afectivos fuertes con los demás y de extender las diversas maneras de expresar emociones de angustia, depresión, enfado cuando son abandonados o viven una separación o perdida.

Por su parte Ainsworth (1969) manifiesta que una vez establecida la relación de apego, los niños son capaces de utilizar a la figura de apego como una base segura para explorar el entorno, así como un refugio seguro al cual regresar para restaurar la calma.

 

DIFERENCIAS ENTRE APEGO Y VÍNCULO

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define vínculo como “unión o relación no material, sobre todo cuando se establece entre dos o más personas”. El concepto de vínculo aparece incluso antes de que naciera la teoría del apego.  La unión básica entre el niño y la madre es continuamente denominada vínculo. Muchos autores postulan que esta primera relación con la madre será luego el molde o la base bajo la que se formarán las futuras relaciones del niño (Burutxaga, 2018).

El vínculo madre-hijo se crea incluso antes de nacer el niño, nace como una unión puramente biológica que se desarrolla hasta convertirse en una unión simbólica que será el referente para vínculos posteriores. Los vínculos sirven para estructurar la realidad del individuo, sirven como marco de referencia, estableciendo límites y prohibiciones (Burutxaga, 2018).

El apego, en el marco de la teoría de Bowlby (1977), es un sistema de habilidades y comportamientos concretos que ayudan al sujeto a obtener o mantener la proximidad necesaria respecto a otro individuo que es considerado con más capacidades para afrontar las exigencias del mundo exterior. Este sistema se puede activar, sea durante un periodo de ausencia de la figura principal de apego, sea ante el retorno de la misma en una situación de re-encuentro. El tipo o la calidad del apego del niño hacia la figura principal de apego se observa a través de los comportamientos de apego que demuestra el niño en dichas situaciones. Estos comportamientos vienen determinados por experiencias previas y se pueden clasificar en cuatro tipos diferentes: apego seguro, inseguro-ambivalente, inseguro-preocupado y desorganizado, que engloban las reacciones de los infantes ante las situaciones de re-encuentro (Burutxaga, 2018).

Por otro lado, generalmente se habla de vínculo para hablar de la unión entre dos o más personas, como la de madre-bebé, pero pueden darse muchos tipos diferentes de vínculos, a muchos y diferentes niveles, y este tipo de unión suele llevar asociados componentes afectivos. No existe un único tipo de vínculo ni un modo único de vincularse con los demás, es amplio el abanico de modos relacionales y los resultados son de gran variedad también (Burutxaga, 2018).

El apego se forma con el cuidador principal del niño, que generalmente es la madre, pero puede ser el padre o cualquier otra persona que cumpla la función de ofrecer seguridad y protección al niño. El apego puede establecerse también con otras personas, pero se considera que la relación de apego principal es la referencia para el resto y que generalmente el individuo desarrolla pocas relaciones de apego a lo largo de su vida. Si bien durante los primeros meses de vida del niño, mientras se forma el sistema de apego, los comportamientos de apego son indiscriminados y van dirigidos hacia el mundo exterior de manera general, sin tener un objetivo concreto, a partir de los seis meses de vida estos comportamientos de apego son dirigidos hacia la figura de apego principal y se empieza a desarrollar la relación de apego como tal. Esta relación de apego se establece siempre entre el niño y otra persona, no es posible incluir un tercero en esta dualidad. Si bien es posible que el niño desarrolle dos relaciones de apego diferenciadas y cualitativamente distintas entre las dos figuras parentales principales ―por ejemplo, seguro con la madre y evitativo con el padre― éstas serán siempre relaciones duales y no aceptan un tercero en la misma (Burutxaga, 2018).

El vínculo, por otra parte, no parece verse limitado a una relación dual, ni a un número concreto de personas con las que se pueda formar, está abierto a formarse entre varios. El vínculo puede establecerse con varias personas a la vez o incluso con un grupo de personas, independientemente del número de integrantes con las que se comparte un espacio, un objetivo o una esperanza, y en las que el vínculo actúa como nexo de unión entre todas ellas. Si bien las relaciones de apego significativas son duales y generalmente poco frecuentes a lo largo de la vida, las asociaciones vinculares aparecen continuamente dentro de un desarrollo psico-emocional normal, desde la formación más básica y primitiva, como es el vínculo madre-hijo que se desarrolla en el vientre materno, hasta vínculos más complejos como los familiares, que recogen las relaciones entre los miembros, así como los sueños, ideas y fantasías compartidas de los mismos (Burutxaga, 2018).

Con lo anterior podríamos concluir que el apego es el vínculo que se crea entre el individuo y el cuidador principal para garantizar su supervivencia y genera una forma de relacionarse íntimamente a lo largo de la vida, derivado de la predicción que realiza el individuo ante la referencia de las respuestas con el cuidador principal, por lo que este vínculo de apego está cargado de emociones.

 

ESTRATEGIAS DE APEGO

La calidad del apego determina el desarrollo del niño y la calidad del apego depende de cómo el cuidador pueda leer las señales de las necesidades del niño y como responde a ellas. Es importante que el cuidador pueda estar disponible para el niño y pueda satisfacer sus necesidades, en el tiempo y modo adecuado. Cuando esto no se produce así, existen problemas en el apego que tendrán consecuencias en el desarrollo del niño (Bowlby, 2006).

El primer dispositivo desarrollado para evaluar el tipo de vínculo fue la llamada “Situación Extraña”. Se trata de un procedimiento sistemático de laboratorio creado por Mary Ainsworth y los miembros de su equipo de Baltimore, que permite identificar el tipo de vínculo a partir de distintas conductas de los niños en momentos de separación y encuentro con la madre o cuidador principal. Ainsworth describió dos patrones de conducta de apego (estrategias de apego): seguro e inseguro, el inseguro a su vez comprende el evitativo, el ambivalente, y posteriormente fue identificado un cuarto patrón, el desorganizado (Bowlby, 2006).

Las investigaciones de Ainsworth pusieron de manifiesto que, lo que determina la seguridad o inseguridad del bebé y su actitud hacia sus propios sentimientos, es la calidad de comunicación no verbal en el vínculo de apego. Dichas investigaciones arrojaron que las interacciones no verbales tempranas, de origen biológico, se registran en el infante como representaciones mentales y normas para procesar la información e influyen, a su vez, en el grado de libertad con el que después el niño, el adolecente, y el adulto es capaz de pensar, sentir, recordar y actuar (Bowlby, 2006).

Apego Seguro.

Es una relación que crea confianza en la disponibilidad de un cuidador protector específico, quien apoya la exploración cuando es seguro hacerlo. El infante no necesita enfocarse en las necesidades del cuidador, sino que simplemente puede atender lo que quiere, necesita, piensa y siente, es decir el individuo tiene respuestas adecuadas para protestar. El apego seguro se forma cuando un niño, en sus dos primeros años de vida, puede contar con la presencia de sus cuidadores y estos se ocupan de sus necesidades siempre que éste lo necesite, de esta manera el infante adquiere ciertas características como confianza en sí mismo y en los demás y en la habilidad de explorar su entorno. Este tipo de apego evoca sentimientos de pertenencia, de aceptación de sí mismo y de confianza base. Expresan una amplia gama de sentimientos positivos y negativos. De adultos los individuos con este tipo de apego tienden a tener una mejor autoestima, además de que son capaces de establecer límites con los demás de forma más eficaz, y tienen una mayor facilidad para crear relaciones significativas. (Bowlby, 2006).

Apego Ambivalente.

Es una estrategia organizada de apego que enfatiza demasiado la demostración de cercanía y proximidad al tiempo que subestima los aspectos exploratorios de la relación. El infante busca mantener a un cuidador disponible a través de una mayor muestra de emocionalidad y dependencia. Se puede describir como niños preocupados, el cuidador satisface la necesidad sólo algunas veces, de manera que, el infante no siente seguridad hacia el cuidador. El cuidador se encuentra tranquilo, animado, quiere relacionarse con el niño y se muestra sensible y cariñoso hacía el, reconociendo sus necesidades y satisfaciéndolas de manera cálida, sin embargo, en muchas ocasiones no está disponible, de manera que se vuelve impredecible para el niño. Para poder sobrevivir dado que el niño necesita de su cuidador, aprende a que, si insiste en llamar su atención, el cuidador acabará acudiendo, el niño aprende que debe persistir haciendo llamadas de atención al cuidador. Por lo tanto, se desarrollan como niños que no han sido calmados y se expresan intensamente, son demandantes y exagerados, ya que de no comportarse de este modo los padres no les atendían y su supervivencia quedaba en riesgo. Percibieron a sus cuidadores como no cercanos y no disponibles, de manera que, al centrarse en obtener su atención, dejaron de explorar el mundo que les rodeaba, lo que supone un coste en la independencia y autonomía de la persona. Las personas en la vida adulta con este estilo de apego son muy sensibles a sus emociones, pues aprendieron que para sobrevivir y tener atención y apoyo necesitaban acentuar su angustia, emociones y necesidades para que pudieran verlas y atenderlas (Bowlby, 2006).

Apego Evitativo.

Es una estrategia organizada de apego que enfatiza demasiado los aspectos exploratorios de la relación y subestima la necesidad de cercanía emocional y comodidad. Esta estrategia le permite a un niño permanecer lo más cerca posible del cuidador mientras expresa un mínimo de necesidades emocionales, la desesperación da paso al desprendimiento, es decir, durante la infancia, el cuidador apenas satisfacía las necesidades del infante. El cuidador si puede alimentar, bañar y dar cuidados, pero se asusta de las emociones del infante, el cuidador se pone ansioso o inseguro y por ello rechaza y desatiende, porque no sabe cómo calmarlas o satisfacerlas, porque le da miedo. Como consecuencia el infante para poder sobrevivir y teniendo en cuenta que para ello necesita del cuidador, tiene que renunciar a sus emociones, es decir desconectarse emocionalmente. La desconexión emocional implica que, para no ser rechazado, tendrá que dejar de mostrar y expresar sus emociones. En la vida adulta, esta desconexión emocional que provoca el apego evitativo, tiene consecuencias dado que estos individuos tienen dificultades para sentir, identificar, y expresar sus emociones. Además, son personas que parecen auto-suficientes, que dan seguridad a otros, pero porque han negado su vulnerabilidad y sus carencias (Bowlby, 2006).

Apego Desorganizado.

En este tipo de apego, el cuidador tiene miedo del infante (o ambos); hay colapso en el comportamiento organizado del infante cuando necesita buscar consuelo y protección de la figura de apego, particularmente cuando está bajo estrés (balanceándose entre la protesta, la desesperación, y el desapego). Se llama apego desorganizado porque los cuidadores actúan de manera desorganizada, son impredecibles. El cuidador pudiera ser agresivo, violento y abusa o maltrata, pero el infante no puede sobrevivir sin el cuidador de manera que tratará de mantenerse cerca de él soportando la agresión, para ello desarrolla una estrategia que implica desconectarse de sentir miedo y disociarse. Es decir, el niño ante la agresión gritará, pero puede que esto tenga la consecuencia que le agredan más, entonces entrará en parálisis, porque no puede remediar el peligro. Como adultos, las personas con apego desorganizado han aprendido que las relaciones íntimas están conformadas por la agresividad, así que anticipan que serán agredidos por los demás y aunque necesitan seguridad, tenderán a evitar o romper las relaciones fácilmente, o bien rechazar a los otros o agredirles. A diferencia del resto de los apegos que mantienen el respeto por el otro, en el apego desorganizado esto no sucede porque el respeto se aprende en la familia y los modelos que tuvieron les enseñaron una forma de relacionarse donde no había respeto, por ello en la vida adulta estos individuos no tienen respeto por los otros, no saben aceptar su límite y derechos y se los saltan, se vuelven personas inestables y poco predecibles, como lo han sido sus cuidadores con ellos (Bowlby, 2006).

 

HABILIDADES HUMANISTAS EN PSICOTERAPIA

Carl Rogers en su experiencia como terapeuta pudo observar que ciertas actitudes del terapeuta favorecían al crecimiento, cambio y resolución de conflictos de los pacientes, siendo las principales la escucha activa, la autenticidad, la congruencia, la aceptación positiva incondicional, y la capacidad de proyección de la comprensión. La habilidad sensible para oír, una profunda satisfacción al ser oído, una habilidad para ser más auténtico, que a su vez estimula la autenticidad de los demás, y por consiguiente, una mayor libertad para dar y recibir amor, son los elementos que enriquecen y realzan la comunicación interpersonal, favorecen la comunicación y contribuyen a un cambio constructivo de la personalidad (Rogers, 1989).

Escucha activa

Consiste en escuchar a profundidad al paciente, mantenernos abiertos a cualquier significado, es decir oír sin juzgar, sin hacer ningún diagnóstico, sin cuantificar ni evaluar. Escuchar es limitarse a clarificar, y responder a todos los niveles en que la otra persona se comunica. Cuando escuchamos realmente a una persona, incluido el significado importante para ella en aquel momento, no solo escuchamos las palabras, sino a la persona en sí y cuando le hacemos saber que hemos captado su propio significado privado, ocurren muchas cosas. Lo primero es una mirada de agradecimiento. Se siente exonerada. Se siente motivada a hablarnos de su mundo. Se abre el proceso de cambio. En ocasiones se les humedecen los ojos, como si dijeran “Gracias a Dios alguien me ha oído, alguien sabe cómo es ser yo”. La escucha activa permite que el paciente pueda exteriorizar sensaciones de temor, de culpabilidad de desesperación y de confusión. Al oír a otro, el terapeuta pudiera ser que inclusive logre captar su significado con mayor profundidad que el mismo paciente. Es importante que una relación se escuche de una forma creativa, activa, sensible, precisa, con proyección de la personalidad y sin juzgar al interlocutor (Rogers, 1989).

Autenticidad y Congruencia

Ser autentico significa acercarme a lo que sea que ocurra dentro de mí mismo, es escucharnos a nosotros mismos, lo que experimento en un momento dado está presente en mi conciencia y, por lo tanto, también lo está en mi comunicación, entonces los tres niveles coinciden, es decir, son congruentes. La congruencia constituye la base fundamental de la mejor de las comunicaciones. Atrevernos a ser reales, impulsa al otro a ser más auténtico, a desprendernos de las corazas tras la cuales nos ocultamos habitualmente. Permitir la autenticidad no es solo en nosotros sino también en el otro, es decir que el otro sea auténticamente el mismo y que se mantenga seprado de uno mismo. Es decir, permitir libremente que esa persona se convierta en una persona diferente con ideas, propósitos y valores que puedan no ser idénticos a los míos (Rogers, 1989).

Cuanto mayor sea la autenticidad del terapeuta en la relación con su cliente, sin disfraces profesionales, ni personales, mayor será la probabilidad de que el cliente cambie y crezca de modo constructivo. Esto significa que el terapeuta se abra al conjunto de sentimientos y actitudes que fluyen en su interior en un momento dado. El terapeuta se hace transparente ante el cliente, el cliente puede ver claramente lo que el terapeuta es en la relación, el cliente no experimenta retención alguna por parte del terapeuta. En cuanto al terapeuta, si lo que experimenta está a disposición de su consiente, puede ser vivido en la relación y comunicado si es apropiado. De ese modo habrá una compatibilidad absoluta, o congruencia, entre lo que se experimenta a nivel visceral, aquello de lo que se es consciente en un momento dado y lo que se expresa al cliente. (Rogers, 1989).

Aceptación positiva incondicional o visión incondicionalmente positiva

Cuando el terapeuta experimenta una actitud positiva y de aceptación hacia lo que el cliente sea en un momento dado, aumenta la probabilidad de que el movimiento o cambio terapéutico tenga lugar. El terapeuta está dispuesto a que el cliente sea lo que sus sentimientos inmediatos le dicten: confusión, resentimiento, miedo, ira, valor, amor, u orgullo. Ese cariño por parte del terapeuta no es posesivo. Aprecia al cliente, no de un modo condicional, sino en su totalidad. (Rogers, 1989).

Si una persona vive una relación donde se le acepta plenamente, y en esta aceptación no hay juicio, sino sólo compasión y simpatía, el individuo podrá entablar una lucha consigo mismo, desarrollar el coraje suficiente como para abandonar sus defensas y enfrentarse con su verdadero sí mismo (Rogers 1964).

La aceptación positiva incondicional, tiene aún otro efecto sobre la vivencia de la vida familiar del paciente. Este consiste en el sorprendente descubrimiento de que una relación puede ser vivida sobre la base de sentimientos auténticos y que no es necesario escudarse tras simulaciones defensivas. Esto tiene un sentido profundo y reconfortante. El hecho de comprobar que pueden expresarse sentimientos de vergüenza, furia y disgusto sin destruir por ello la relación inspira seguridad; descubrir que uno puede manifestar ternura, sensibilidad, y temores sin ser traicionado por eso da más fuerzas para vivir (Rogers 1964).

Capacidad de proyección de la comprensión

Esto significa que el terapeuta percibe con precisión los sentimientos e intenciones que el cliente experimenta, y le hace partícipe de su comprensión. En situaciones óptimas, el terapeuta se introduce hasta tal punto en el mundo privado del cliente, que no sólo es capaz de clarificar los pensamientos de los que el cliente es consciente, sino los que están ligeramente sumergidos en su subconsciente. Este modo sensible y activo de escuchar es sumamente excepcional en nuestras vidas. Creemos que escuchamos, pero raramente lo hacemos con auténtica comprensión, realmente proyectándonos. Sin embargo, esta forma especial de escuchar constituye una de las fuerzas de cambio más potentes (Rogers, 1989).

Cuando los individuos son aceptados y apreciados, tienden a desarrollar una actitud de mayor cariño hacia sí mismas, Cuando se les oye con proyección personal por parte del oyente, son capaces de escuchar con mayor precisión el flujo de sus propias experiencias internas. Al comprender y apreciar el sí mismo, el cliente pasa a ser más congruente con la propia experiencia. Y de ese modo hay una mayor libertad para ser una persona real, más auténtica. (Rogers, 1989).

Al parecer, la razón por la cual estas herramientas funcionan de manera constructiva reside en parte en el hecho de que en la terapia el individuo aprende a reconocer y expresar sus sentimientos como propios, no como algo que se refiere a otra persona. Por eso, al decirle al otro “Estas haciendo todo mal”, tal vez sólo genere una pelea, mientras que decirle “me siento muy disgustado por lo que estás haciendo”, no es sino enunciar un hecho acerca de los sentimientos de la persona que habla, algo que nadie puede negar. Ya no es una acusación al otro, sino un sentimiento que existe en uno mismo. Pero esto no solo se verifica a un nivel verbal, la persona acepta en sí sus propios sentimientos descubre que puede basarse en ellos para vivir una relación real. A medida que la persona puede confiar en sus propios sentimientos y reacciones, que sus impulsos más profundos no son destructivos ni catastróficos, se vuelve más capaz de confiar en los demás y de aceptar los sentimientos y valores únicos que existen en los demás (Rogers, 1964).

Rogers estaba convencido de que “los individuos tienen dentro de sí vastos recursos de auto comprensión para la alteración de conceptos propios, actitudes básicas y conducta auto dirigida” (Rogers, 1989), es decir cada individuo tiene una tendencia inherente a desarrollar todo su potencial de tal modo que se vean favorecidos su conservación y su enriquecimiento.

 

METODOLOGÍA Y TRABAJO DE CAMPO

La presente investigación es de tipo cualitativa se realizó en la Ciudad de México, a través de la revisión bibliográfica de los principales autores de la teoría del apego, y del enfoque centrado a la persona, lo que me permitió conformar el marco teórico, asimismo se realizó entrevista en profundidad a una psicoterapeuta humanista corporal con más de 10 años de experiencia, con conocimiento en teoría del apego y uso habilidades terapéuticas humanistas desde la visión de la Psicoterapia Humanista Corporal, la entrevista tuvo un enfoque fenomenológico.

Las preguntas hechas a la entrevistada no fueron exactas, ni necesariamente en este, orden, pero en general fueron las siguientes:

  1. Desde tu experiencia terapéutica y con trasfondo teórico ¿qué es el apego?
  2. Describe los tipos de apego
  3. ¿En tu experiencia terapéutica ves que exista alguna importancia o relevancia en la creación de vínculos afectivos seguros?
  4. ¿Cuáles serían los elementos para la reconstrucción del vínculo mediante trabajo terapéutico?
  5. ¿De qué manera trabajas corporalmente en términos de intervención terapéutica el restablecimiento del vínculo?

En el primer contacto que tuve con la entrevistada solicité su participación voluntaria y consentimiento para grabar la entrevista, garantizando la privacidad y confidencialidad de la información que me proporcionó. También me comprometí a mostrar los resultados del trabajo.  Cabe destacar que esta investigación se desarrolló teniendo como objetivo producir un beneficio a la comunidad de psicoterapeutas interesados en estudiar los temas de vínculo, y habilidades terapéuticas humanistas.

En un segundo contacto realicé la entrevista y posteriormente elaboré un análisis de los datos a partir de la entrevista grabada, mediante la transcripción de la grabación, y categorización de la información por temas y subtemas. En un tercer contacto complemente la entrevista indagando más sobre cómo se trabaja corporalmente en términos de intervención terapéutica el restablecimiento del vínculo. Una vez organizados los datos, los compare con el marco teórico previamente realizado para ver similitudes y diferencias, para poder elaborar conclusiones respecto al tema.

Para el análisis e interpretación de los datos se escogieron los 2 temas principales planteados en la investigación: Vínculo y Relación Terapéutica Humanista. En cada categoría se discriminaron una serie de subcategorías para Vínculo: tipos de vínculo, diferencias entre vínculo y apego, y la importancia de la creación de vínculos afectivos seguros, y para Relación Terapéutica Humanista: reconstrucción y resignificación del vínculo afectivo en terapia, elementos para la reconstrucción del vínculo afectivo y trabajo corporal en términos de intervención terapéutica para el restablecimiento del vínculo; lo anterior respondiendo a lo aportado por la entrevistada y vinculados directamente con los temas principales seleccionados de antemano, lo cual me permitió hacer manejable la información recogida durante la investigación y presentar los resultados en función de los objetivos propuestos.

 

Análisis e interpretación según las categorías

VÍNCULO. DIFERENCIA ENTRE VÍNCULO Y APEGO. Al adentrar en lo que dice la entrevistada al respecto, en cuanto a la definición del vínculo y su diferencia con apego, obtuve manifestaciones como las que siguen al preguntarle sobre lo que de ellas conoce desde la teoría y su experiencia terapéutica: “Hay toda una confusión lingüísticamente entre apego y vínculo… el apego se relaciona con este tema budista del desapego… el vínculo significa la conexión de un infante con su figura cuidadora, la calidad de conexión de un infante con esa figura con la que él siente cuidado y dependencia, y lo que pasa con eso en el tiempo”. La Manifestación de lo que la entrevistada conoce como vínculo es coincidente con la esencia de la Teoría del Apego de Bowlby, sin embargo, hace una mención interesante respecto del concepto budista del desapego.

VÍNCULO. TIPOS DE VÍNCULO. Lo que dice la entrevistada respecto a los tipos de vínculo que conoce, manifiesta lo siguiente: “Los que conozco son los vínculos funcionales y los disfuncionales … el vínculo funcional no quiere decir que sea un vínculo perfecto, quiere decir que es un vínculo que se repara, que se actualiza, que evoluciona en la relación del caregiver[3] o del cuidador y del infante, solo como para separarlo del disfuncional que es ese vínculo que no termina de reparase y que se rompe en varios lugares”. La entrevistada aporta algo importante y menciona que los vínculos funcionales no significan que sean perfectos, sino que se reparan y se actualizan, lo que implica una posibilidad de reparación a pesar de que este se dañe.

VÍNCULO. IMPORTANCIA DE LA CREACIÓN DE VÍNCULOS AFECTIVOS SEGUROS. Lo que la entrevistada manifiesta respecto de la importancia de la creación de vínculos seguros: “Es lo más importante que hay, creo que la creación de vínculos seguros es lo que permite a la persona transitar su confianza básica, y transitar su madurez, creo que cuando se construye el vínculo seguro, se construye la confianza básica que es lo que le permite a la persona ir a la vida, como el circle of security[4] que explica un poco esta teoría del apego en alguna manera, creo que cuando hay un vínculo seguro esa posibilidad de ir al mundo o de regresar al espacio seguro cuando algo en el mundo no sale bien es indispensable para el bienestar de la persona…”. La manifestación de la entrevistada es coincidente con la teoría del apego de Bowlby misma que postula que la calidad del apego determina el desarrollo del niño y también coindice con el trabajo de Ainsworth, que manifiesta que una vez establecida la relación de apego, los niños son capaces de utilizar a la figura de apego como una base segura para explorar el entorno, así como un refugio seguro al cual regresar para restaurar la calma, es decir el “cicle of security” del que habla la entrevistada.

RELACIÓN TERAPÉUTICA. RECONSTRUCCIÓN Y RESIGNIFICACIÓN DEL VÍNCULO AFECTIVO EN TERAPIA. Lo que la entrevistada en su experiencia ha observado respecto de la reconstrucción y resignificación del vínculo afectivo mediante trabajo terapéutico: “Sin dudarlo por eso creo que la función terapéutica de sustituir ese vínculo seguro al menos en la medida de lo posible para crear o reconstruir o resignificar esa confianza básica en la persona, sana… terapéuticamente se puede reconstruir, con esta conciencia, que es una reconstrucción, no con la fantasía de la sustitución de la memoria infantil, sino con la claridad de que es una reconstrucción de esa seguridad, pero sí creo completamente que se puede sanar y se puede reconstruir”.

RELACIÓN TERAPÉUTICA. ELEMENTOS PARA LA RECONSTRUCCIÓN DEL VÍNCULO AFECTIVO. Lo que la entrevistada en su experiencia considera como elementos para la reconstrucción del vínculo afectivo son: “Habilidades humanistas que tienen que ver con darle importancia a la relación, poner la relación con la persona por delante de cualquier otra cosa, en términos de ayuda terapéutica crear el espacio seguro, la constancia objetal, es decir que el terapeuta este…no es la relación terapéutica que rescata, que salva, que resuelve, sino la que confía en la resiliencia y en sabiduría organísmica del otro”. Las manifestaciones de la entrevistada son coincidentes con las habilidades terapéuticas que Rogers en su experiencia pudo observar es decir para que la relación terapéutica sane es necesario construirla, y esta se construye con escucha activa, autenticidad, congruencia, aceptación positiva incondicional y capacidad de proyección de la comprensión.

RELACIÓN TERAPÉUTICA. TRABAJO CORPORAL EN TÉRMINOS DE INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA PARA EL RESTABLECIMEINTO DEL VÍNCULO. De qué manera trabaja corporalmente la entrevistada en términos de intervención terapéutica el restablecimiento del vínculo afectivo: “Se trabaja desde una gran cantidad de posibilidades corporales, primero algo muy importante es entender la experiencia faltante en ese vínculo, que le faltó al infante, para en base a la experiencia faltante poder hacer el trabajo corporal de activar las sensaciones físicas, y de identificar el sentimiento o la emoción que hay relacionada con eso…. A mí me sirve mucho identificar el quiebre o el rompimiento de ese vínculo o la parte lastimada de ese vínculo, porque no siempre está roto, a veces solo esta lastimado, sucedió al ir a la vida o sucedió al regresar a pedir apoyo, o sea fue en el refugio seguro o en la base segura …. En dónde no tuvo la persona el apoyo que necesitaba, y en base a identificar en que parte del Circulo de Seguridad está, cual fue  la experiencia faltante, como la vive la persona en términos del cuerpo, sus sensaciones físicas y corporales y que emoción hay, entonces incorporo cualquier actividad que incorporaría con cualquier tema corporal, respirar, sonar, llorar, lo que sea necesario para ese caso, y como terapeuta le he perdido el miedo a tomar momentáneamente esos roles, es decir momentáneamente esos roles, es decir momentáneamente la persona necesita confiar en alguien porque no confió en ese vínculo y puede ser el terapeuta, sabiendo claramente que yo nunca voy a sustituir ese vínculo, pero puedo generarle a él o ella una experiencia distinta, hablando del paciente”. De las manifestaciones de la entrevistada podemos observar que para la intervención terapéutica es importante identificar primero la experiencia faltante del paciente en términos de vínculo, es decir identificar el quiebre o el rompimiento del vínculo o la parte lastimada, y como lo vive la persona en términos de sensaciones corporales, emociones y sentimientos, y por otro lado puede optar el terapeuta por tomar momentáneamente los roles de la figura parental, para restablecer la confianza básica, con la claridad de que no se sustituye el vínculo sino que se toma momentáneamente con el objetivo terapéutico de que el paciente genere una experiencia distinta.

 

CONCLUSIONES

De conformidad con la Teoría del Apego de Bowlby, el vínculo de apego con el cuidador principal es de vital importancia para la supervivencia y el desarrollo físico y emocional del infante. Dada la necesidad de apego para sobrevivir, el infante debe adaptarse al cuidador y excluir defensivamente cualquier conducta o impulso que amenace el vínculo de apego. La calidad del apego determina el desarrollo del niño, y la calidad del apego depende de cómo el cuidador pueda leer las señales de las necesidades del niño y como responde a ellas. Las experiencias de apego infantil como seguridad, separación, abandono y perdida tienen una influencia profunda en el desarrollo humano pues afectan directamente la formación del carácter del individuo, su conducta y la forma en que el individuo aprende a relacionarse con su entorno, es decir esta unión simbólica de origen biológico es un marco de referencia que sirve para estructurar la realidad del individuo y será el referente para vínculos posteriores, las interacciones no verbales tempranas con el cuidador principal, se registran en el infante como representaciones mentales y normas para procesar la información e incluyen, a su vez, en el grado de libertad con el que después el niño, el adolecente, y el adulto es capaz de pensar, sentir, recordar y actuar.

Del análisis de las habilidades terapéuticas humanistas aplicadas por Rogers como lo son la escucha activa, la autenticidad, la congruencia, la aceptación positiva incondicional, y la capacidad de proyección de la comprensión, y de la propia experiencia de la psicoterapeuta entrevistada, a través del uso estas habilidades terapéuticas y del modelaje de la relación terapéutica, es posible reconstruir, resignificar y en el mejor de los casos sanar los vínculos afectivos de los pacientes, ya que estas habilidades utilizadas por el terapeuta en la terapia, hacen que el paciente experimente una relación (terapeuta-paciente) en donde existe escucha activa, congruencia, autenticidad, y se le acepta positiva e incondicionalmente, con lo que el paciente podrá: (a) entablar una lucha consigo mismo para desarrollar el coraje suficiente como para abandonar sus defensas y enfrentarse con su verdadero yo; (b) descubrir que una relación puede ser vivida sobre la base de sentimientos auténticos; (c) desarrollar una actitud de cariño hacia sí mismo; (d) ser más congruente consigo mismo y hacia afuera; (e) ser una persona más real, más auténtica; (f) confiar en sus propios sentimientos para vivir relaciones más reales; (g) se vuelve más capaz de confiar en los demás y a su vez acepta los sentimientos y valores únicos que existen en los demás. Vivir una relación así tiene un sentido profundo y reconfortante que contribuye a cambiar la conducta del individuo y la forma en que éste se relaciona con su entorno y que servirá de marco de referencia para estructurar la realidad de individuo y será el referente para vínculos posteriores.

Después de concluir esta investigación, más allá de que sea un objetivo terapéutico lograr identificar qué estrategias de apego tienen los pacientes o identificar como estas estrategias han contribuido a la formación de su carácter, lo realmente significativo es la posibilidad de reconstruir, resignificar y sanar los vínculos a través del trabajo terapéutico o mejor dicho a través de la relación terapéutica, y debido a la importancia que tiene la creación de vínculos afectivos seguros, esta reconstrucción y resignificación de vínculos resulta un objetivo terapéutico con cualquier paciente, ya que esta resignificación favorece la calidad de vida de los pacientes y su modo de relacionarse con los demás.

REFERENCIAS

 

Ainsworth, M. D. S. (1969) Object relations, dependency and attachment: a theoretical review of the infant-mother relationship. Child Development, 969–1027

Bowlby John (1977), El apego, Tomo 1 la trilogía “El apego y la pérdida”, Editorial Paidós, Barcelona.

Bowlby John (2006), Vínculos afectivos, formación, desarrollo y pérdida, Mirata, Madrid.

Burutxga Iker, Pérez-Testor, Ibañez Margarita, De Diego Sergi, Golanó, Ballús Elisabeth, Castillo Josep A. (2018), Apego y Vínculo: Una propuesta de delimitación y diferenciación conceptual, Temas de Psicoanálisis Num. 15.

Rogers Carl R (1989), El Camino del Ser, Editorial Kairos, Argentina.

Rogers Carl R (1964), El Proceso de Convertirse en Persona, Editorial Paidós, México.

[1] Este modelo sirve como fuente de información para el niño, quien, basándose en sus experiencias pasadas, puede predecir cómo va a actuar su figura principal de apego y actuar en consecuencia.

[2] chuparse el dedo, seguir a la madre, o el llanto y la risa.

[3]La traducción de caregiver en español es cuidador y su definición es alguien que cuida a una persona joven, anciana o enferma.

[4] La traducción de cicle of security en español significa circulo de seguridad. En 1993, Kent Hoffman, Glen Cooper y Bert Powell comenzaron el proceso de crear una aplicación clínica que combinaba sistemas familiares, relación de objeto y teoría del apego. Así nació el Círculo de seguridad en 1998. Kent Hoffman, Glen Cooper y Bert Powell comenzaron a aplicar la teoría del apego a un programa de visitas a domicilio. Los padres fueron grabados en video para el Procedimiento de la Situación Extraña (SSP) previo a la intervención. Ese video fue codificado para propósitos de investigación, y los clínicos editaron clips para mostrárselos a los padres durante el grupo. El SSP hizo posible discernir las luchas interactivas de los padres con sus hijos basándose en la teoría del apego. Además, una entrevista de percepción de los padres, la Intervención del Círculo de Seguridad (COSI), hizo posible que determinaran la estructura defensiva de un padre basada en la teoría de la relación de objeto. Usando esta información, una serie de clips de video del SSP fueron seleccionados específicamente para mostrárselos a cada uno de los padres en el grupo. Posteriormente para explicar y exponer los resultados de sus investigaciones Kent Hoffman, Glen Cooper y Bert Powell publicaron el libro denominado “La Intervención del Circulo de Seguridad”.

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