Por Jan Kñákal Císar
“La mente es un buen sirviente, pero mal amo”
Ram Dass
La frase de arriba espero nos oriente para conectarnos más con el alma que con una formulación intelectual frente a la pregunta que nos ocupa. Permítanme una tesis. Hablando de sanaciones profundas, no tan solo un alivio puntual, lo que cura es entregarse realmente y CON TODO al alma para ser sanados.
Lo anterior no es una frase abstracta, implica una serie de actitudes muy concretas.
Veamos.
Recuerdo una paciente que mostraba una relativa dificultad para aprovechar un ascenso en el trabajo. Luego de semanas de terapia dijo sentirse más satisfecha en el empleo y disfrutar de su nuevo rol de jefa. Otro caso: una mujer que siendo muy exitosa en su empresa se sentía “menos” (por decirlo en forma muy resumida) que el marido. Luego se semanas de reexperimentar esa sensación en un medio terapéutico seguro y apoyador reportó sentirse más libre frente a los roles que ella y su esposo combinan. A veces la empatía y la escucha atenta de un terapeuta y el simple esfuerzo del paciente junto al maravilloso efecto que produce el conversar libremente y con calidez, pueden generar catarsis y contacto con sentimientos atrapados, con el consiguiente alivio.
¿Pero qué pasa cuándo enfrentamos una herida profunda de abandono o invasión de parte de la(s) figura(s) materna o paterna? ¿U otros síntomas parecidos que requieren un trabajo muy profundo en terapia?
¿Cómo crear un espacio que realmente apoye al paciente que se enfrenta a heridas profundas y tal vez necesite movilizar algo muy profundo para poder sanarse?
Quisiera partir de lo ya dicho por otros para luego agregar mi experiencia. Me parece que Irving Yalom provee una explicación muy útil para la mayoría de las personas (en el artículo anterior1). Destaco de ahí dos cosas: El sentir que lo nuestro es universal, que toca una humanidad común. Que no somos los únicos en sufrir, puede ayudar mucho. Ahora ¿cómo el terapeuta puede transmitir eso? Me parece que lo primero es que ella o él lo experimente. Es decir, se haya sanado en ese awareness, en esa toma de conciencia. A mí se me quedó grabada la sencillez con la cual mi terapeuta un día en que yo expresaba mi dolor y experimentaba mi soledad, me dijo simplemente: “Bienvenido a la humanidad”.
Eso fue espiritual. O al menos, el haber experimentado esa universalidad ayudó a poder estar en terapia de manera más fluida y hábil. Me liberó mucho.
Destaco también el repasar, reparentalizar la experiencia de la familia nuclear. Todos hemos experimentado falta de apoyo. Y entonces muchos vamos a terapia en busca de esa figura apoyadora materna o paterna que nos faltó tanto y que ahora hace que nos cueste enfrentar situaciones diarias o especiales. ¿Cómo prepararse para poder estar en mejores condiciones de brindar aquello?
Tal vez viviendo estos procesos en Talleres, en terapia, recibiendo de un amigo o reconciliándose con sus padres. En lo personal creo que todos podemos ser nutricios y todos podemos nutrirnos. También creo que necesitamos referentes, ejemplos. Me parece que hay que recibir primero para luego poder dar.
¿Y lo espiritual? Pues, tal vez en una medida ya está en lo que hemos dicho. Tal vez la vocación de terapeuta o incluso la de paciente ya es un camino. A esta senda de crecimiento le podemos agregar las inspiraciones que queramos para hacerla más interesante, más profunda y más rica. Jung2 hablaba de arquetipos, etapas de vida y sentidos profundos y Joseph Campbell3 nos relató de manera maravillosa el camino del héroe.
Todos los héroes descienden a los infiernos.
Todos son ayudados por otros.
Tal vez podemos ver nuestro camino en ese rico espejo.
Tal vez ya hemos escuchado el llamado lejano de un león en la lontananza y algo despierta en nosotros.
Tal vez estamos en la duda y nos encontramos juntando fuerzas.
O quizá ya nos hemos decidido y enfrentamos la prueba de la confirmación.
Indudablemente, de acuerdo a los últimos estudios en la llamada Mindfulness* hay un enorme poder en la intencionalidad.
La intencionalidad o lo que anhelamos de manera profunda en la vida no es algo dado, no son los deseos que nos traspasan nuestros padres y menos las aspiraciones de consumo de nuestra enferma sociedad. La intencionalidad es algo que se cultiva día a día, semana a semana y año a año. Tal vez a lo largo de vidas. Como los llamados bodisatwas que vida tras vida trabajan hacia la propia iluminación o liberación del dolor junto a hacerlo para la de los demás.
¿Qué tal ese ejemplo de inspiración?
Cada cual encontrará su manera de motivarse.
Además, hablando de espiritualidad, hace falta liberar nuestro poder creativo. Grof hablaba de los estados alterados.
En lo personal me ha funcionado el abrir la mente al presente, a la libertad del crear, no lo que mi mente pequeña desee, sino a ser poseído por los más profundos anhelos de mi alma.
Hacer el vacío y sentir la sed, el hambre, de eternidad.
De unión con el universo.
De conmoverme con el dolor ajeno.
De arder en ganas de tener una voz en el coro de los sanadores que vienen desde el fondo de la historia, de los yoguis que vida tras vida perfeccionan su alma.
Tal vez el querer ser un poder creador en este maravilloso concierto es sanadoramente espiritual.
Por supuesto, todo lo dicho puede y probablemente debiera ser complementado con disciplinas espirituales. Es más: Dejo planteada la pregunta: ¿Es posible una vida espiritual sin una disciplina para ello: meditación, oración, labores altruistas, yoga, masajes, tratarse bien, etc.?
Agregaría de manera muy importante que para nosotros los occidentales según ha quedado evidenciado en los diálogos de los maestros de Mindfulness con el Dalai Lama4 es de vital significación el AUTO CUIDADO. Es decir, aprender a tratarse bien a sí mismo. Ser empático consigo mismo. En vez de aplicarse el eterno criticador. Darse apoyo.
Pero, tal vez lo dicho es estas páginas sea parte de esa disciplina: la disciplina de vivir como un discípulo, un alumno de la vida. Acogerse a la vida como maestra.
Y entonces, te invito a revisar CÓMO estás en la vida. ¿Estás como hijo (¿si es así, qué tipo de hijo?), héroe (¿tal vez un poquito martírico?), padre (¿qué tan criticador, eh?) etc.
Y… Decide con toda calma cómo quieres estar.
NOTAS:
1. Citado por María de los Ángeles de Mollinedo (2013) en el artículo FACTORES TERAPÉUTICOS EFECTIVOS SEGÚN IRVIN YALOM, TRABAJO REALIZADO PARA EL SIMPOSIO: TERAPIA GRUPAL EN EL AQUÍ Y EL AHORA Guatemala
2. Citado en Thomas Moore (2004), Dark Nights of the soul, Gotham Books
3. Joseph Campbell (2008), The Hero with a Thousand Faces (The Collected Works of Joseph Campbell) Third Edition, New World Library
4. Sharon Salzberg (1995), Lovingkindness: The Revolutionary Art of Happiness (Shambhala Classics), Shambala y el libro de mi maestro Christopher K. Germer (2009), Ph.D., de la Universidad de California en San Diego, UCSD: The Mindful Path to Self-compassion, The Guilford Press