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Rogers, Kohut y Erickson: un punto de vista personal sobre algunas semejanzas y diferencias.

Rogers, Kohut y Erickson: un punto de vista personal sobre algunas semejanzas y diferencias.

 Carl R. Rogers/ Centro de Estudios de la Persona[1]

Este artículo tiene dos propósitos. El primero es presentar algunos aspectos importantes de la terapia centrada en la persona, que se han malentendido: la visión de la naturaleza humana, la tendencia actualizante, la naturaleza de la empatía, el papel de la intuición, la relación terapéutica, la reorganización del self, y el lugar que ocupa la teoría. El segundo propósito es relacionar cada uno de estos aspectos con los que se puede comparar el pensamiento de Kohut y Erickson, señalando acuerdos y desacuerdos. Un punto de marcadas diferencias está en la aplicación de los principios terapéuticos en otros campos. Como ni Erickson ni Kohut han abordado este aspecto, únicamente se describirá mi trabajo.

Tengo varios propósitos en estos señalamientos. Deseo presentar algunos de los elementos más importantes en mi trabajo, especialmente aquellos que siento que se han malentendido. Quiero reconocer el hecho de que el trabajo que mis colegas y yo hemos realizado es cada vez más, comparado con el trabajo de Heinz Kohut, un importante innovador en el psicoanálisis, y Milton Erickson, un innovador que fue mucho más allá de la hipnoterapia (Graf, 1984; Gunnison, 1985; Stolorow, 1976). Finalmente, desde mi limitado conocimiento del trabajo de estos hombres, me gustaría dar mi visión (sin duda parcial) de algunas semejanzas y diferencias. Espero poder hacerlo de manera tal que estimule ideas frescas en torno a algunos aspectos básicos de la psicoterapia.

 NATURALEZA HUMANA BÁSICA

Este es un elemento cuya importancia, creo, ha sido subestimada. Hace treinta años escribí:

“Mis puntos de vista sobre las características básicas se han formado a partir de mi experiencia en psicoterapia… He descubierto que el hombre tiene características inherentes a su especie, y los términos que en diferentes momentos me han parecido describirlas, son términos tales como positivo, que avanza, constructivo, realista, digno de confianza.” (Rogers, 1957).

Mi creencia en esa afirmación ha sido confirmada por repetidas experiencias en terapia individual, en pequeños grupos, en grandes grupos y en grupos formados por facciones antagónicas. Ha nacido de la experiencia con psicóticos, con personas muy perturbadas y con individuos con defensas poderosas. Si uno es capaz de llegar al núcleo de la persona, se encuentra un centro positivo y digno de confianza.

Me complace encontrar que, en este punto, Kohut y Erickson están de acuerdo con lo que he afirmado. Kohut específicamente rechaza la idea de que el elemento básico de la naturaleza humana sea “una bestia salvaje”. Él sostiene: “Nacemos como un todo asertivo, un todo afectuoso, no como una masa de tendencias biológicas aisladas ¾pura agresión o puro apetito sexual¾ que gradualmente tienen que ser domesticadas” (Kohut, citado por Graf, 1984, p.74).

Erickson empleó el término “inconsciente” para representar el núcleo de la persona. Concibió la tarea terapéutica como el arreglar las condiciones que estimularan y facilitaran la emergencia del inconsciente como una fuerza positiva. Dice que: “Los procesos inconscientes pueden operar de modo inteligente, autónomo y creativo… las personas han almacenado en su inconsciente todos los recursos necesarios para transformar su experiencia” (Gilligan, 1982).

Esta semejanza de puntos de vista ¾ver al organismo humano como de naturaleza esencialmente positiva¾ es profundamente radical. Frente al psicoanálisis tradicional, desaparece de la mesa, va en contra de la tradición cristiana, y se opone a la filosofía de la mayoría de las instituciones, incluyendo nuestras instituciones educativas. En la teoría psicoanalítica nuestro centro es visto como salvaje, indómito, destructivo. Según la teología cristiana somos “concebidos en el pecado” y malos por naturaleza. En nuestras instituciones el individuo es visto como no digno de confianza. Las personas deben ser guiadas, corregidas, disciplinadas, castigadas, para que no sigan la senda trazada por su naturaleza.

LA TENDENCIA ACTUALIZANTE

Es mi experiencia que, en el nutriente clima que trato de crear, se hace presente la tendencia actualizante.[2] En la terapia centrada en la persona, la persona es libre para elegir cualquier dirección, pero de hecho elige caminos positivos y constructivos. Únicamente puedo explicar esto en términos de una tendencia direccional inherente en el organismo humano –una tendencia a crecer, a desarrollarse, a realizar en plenitud su potencial.

Es confirmatorio encontrar que no es una tendencia en los sistemas vivos, sino que es una parte de una fuerte tendencia formativa en nuestro universo, que es evidente en todos los niveles.

Así que cuando proporcionamos un clima propicio que permite a las personas ser ¾ya sean clientes, estudiantes, empleados, o personas de un grupo¾ no nos encontramos frente a un evento casual. Estamos tocando una tendencia que permea toda la vida orgánica –una tendencia a ser toda la complejidad de la que es capaz el organismo. Y, en una escala aún mayor, creo que estamos sintonizando con una tendencia creativa potente que ha formado nuestro universo, desde el más pequeño copo de nieve hasta la galaxia más grande, desde la ínfima amiba hasta la más sensible y bien dotada de las personas. Y tal vez estamos tocando el borde de nuestra habilidad para trascendernos, para crear nuevas y más espirituales direcciones en la evolución humana… Esta clase de formulación es, para mí, una base filosófica para un enfoque centrado en la persona. Me justifica para comprometerme con una manera de ser que afirma la vida.” (Rogers, 1980, p. 4)

 

Un aspecto de esta tendencia básica es la capacidad del individuo para moverse hacia la auto-comprensión y la auto-dirección, dentro de un entorno promotor de crecimiento.

Cuando veo el trabajo de Erickson, encuentro que él también parece confiar en esta dirección de la persona. Esto se indica en la cita que ya he mencionado. Ambos encontramos que podemos confiar, de un modo muy primario, en la sabiduría del organismo.

Creo que la confianza de Kohut es de naturaleza más limitada. Para él es claro que el analista es el responsable del movimiento en terapia, no el paciente. Aun en una charla dada un poco antes de su muerte (Kohut, 1981), establece que el analista cura por medio de explicaciones. Está casado con el modelo médico de la terapia. Su confianza en la tendencia actualizante es marcadamente limitada.

RELEVANCIA DE LA EMPATÍA

Deseo dirigirme ahora a uno de los elementos que considero más importantes en terapia. He tratado de definir mi percepción de este elemento como sigue:

“”La manera de ser con otra persona a la que llamamos empatía tiene varias facetas. Significa entrar en el mundo privado del otro y encontrarse en él como en la propia casa. Incluye ser sensible de momento a momento, a los cambiantes significados sentidos que fluyen en esta otra persona, ser sensible al miedo o ira, o temor o confusión, o lo que sea que esté sintiendo.

Significa vivir temporalmente en su vida, moverse delicadamente dentro de ella sin hacer juicios, percibiendo significados de los que la persona apenas se da cuenta, pero sin tratar de poner al descubierto sentimientos de los que la persona está completamente inconsciente, ya que esto sería demasiado amenazante.” (Rogers, 1980, p.142).

A mi modo de ver la empatía es, en sí misma, un agente sanador. Es uno de los más potentes aspectos de la terapia porque libera, confirma, e integra hasta al cliente más asustado, dentro de la raza humana. Cuando una persona puede ser entendida, tiene un sentido de pertenencia.

A Kohut también le interesaba grandemente la empatía. Permítanme presentar una hermosa formulación.

“La empatía, eco humano aceptante, confirmador y comprensivo, evocado por el self, es un alimento psicológico sin el cual, la vida humana como la conocemos y atesoramos, sería insostenible.” (Kohut, 1978, p. 705).

Leí esto con cuidado y me sentí muy de acuerdo con él. Luego me encontré con una formulación de lo más contradictoria, publicada posteriormente.

“La empatía se emplea únicamente para obtener datos; no hay forma en que pueda servirnos en nuestra construcción teórica. En la situación clínica, el analista emplea la empatía para conseguir información sobre eventos actuales específicos de la vida interna del paciente. Después de haber obtenido estos datos con ayuda de la empatía, los ordena y le da al paciente una interpretación dinámica o genética.” (Kohut en Gldberg, 1980, pp. 483-484)

Aquí es donde nos separamos. Este frío e impersonal uso de la capacidad de comprensión me parece aberrante.

Diferimos en otro sentido. Tengo como práctica el comprobar mi comprensión empática verificándola con la persona. Algunas veces ato cabos o integro algunas de estas comprensiones dentro de un cuadro más general. En esos casos soy especialmente cuidadoso para verificar si corresponden de hecho a la forma en que la persona las ve.

Kohut también hace pruebas tentativas de las interpretaciones que ofrece. Dice,

“El analista puede emplear maniobras empáticas tentativas (una vez que ha) tentativamente formulado sus interpretaciones dinámicas y especialmente las genéticas, antes de decidir comunicárselas al analizando.” (Kohut en Goldberg, 1980, p.484).

Yo creo que la transcripción de una de mis respuestas integradoras parecería muy semejante en forma a una de las pruebas preliminares de interpretación de Kohut. Pero la intención sería muy diferente. Yo estaría probando para ver si estoy profundamente a tono con mi cliente, porque esta sintonía es en sí misma sanadora, confirmadora, promotora del crecimiento. La intención de Kohut sería ver si su paciente está listo para aceptar su explicación, la explicación que cura.

Erickson, aun cuando trabajó en formas muy distintas a las mías, le dio gran importancia a la comprensión sensitiva.

[Erickson creía que] “Una actitud de empatía y respeto por parte del terapeuta es crucial para asegurar el cambio exitoso.” (Erickson & Zeig, 1980, p. 335).

Gunnison describe la forma en la que Erickson era empático:

“Erickson expresaba su comprensión del mundo interno de sus pacientes en una forma diferente a la de Rogers. Era ‘mediante el uso del propio vocabulario, marcos de referencia, ritmo del cliente y acompañamiento, que se desarrollaba un poderoso tipo de empatía que construye la relación interpersonal.’ Él reconocía que esto era semejante al enfoque de Rogers en la terapia. (Gunnison, 1985, p. 562).

INTUICIÓN

En años recientes, le he dado más importancia a otros aspectos de mi funcionamiento.

Como terapeuta, encuentro que cuando estoy más cerca de mi intuitivo slef interior, cuando estoy de alguna manera en contacto con lo desconocido de mí, cuando quizás esté en un estado de consciencia ligeramente alterado en la relación, entonces cualquier cosa que hago parece ser sanadora. Entonces, mi sola presencia es útil y liberadora. No hay nada que yo pueda hacer para forzar esta experiencia, pero cuando me puedo relajar y estar cerca de mi núcleo trascendental, me puedo entonces comportar de modos insólitos y audaces en la relación; modos que no puedo justificar racionalmente, que no tienen nada que ver con mis procesos de pensamiento.

Pero casualmente, estas conductas insólitas resultan correctas. En esos momentos parece que mi espíritu parece alcanzar y tocar el espíritu del otro. Nuestra relación se trasciende a sí misma y se ha vuelto parte de algo más grande. Se hacen presentes un profundo crecimiento, alivio y energía. (Rogers, en prensa)

 

Basta con leer algunos de los casos de Erickson para darnos cuenta de la magistral calidad de sus intuitivas reacciones y respuestas a sus pacientes. Parece no tener igual en su habilidad para percibir sus más profundos sentimientos, y para responder ante ellos de manera ingeniosa, espontánea y creativa.[3]

Debido a su temprano dolor y sufrimiento, Milton Erickson aprendió mucho acerca de los estados alterados de consciencia. Sin duda esto le ayudó para ser intuitivamente sensible con sus pacientes. ‘Estaba tan “en contacto” con su propia experiencia interna y confiaba tanto en la “sabiduría de su inconsciente que era capaz de una comprensión increíble de los mundos de sus pacientes.’ (Gunnison, 1985)

LAS CUALIDADES PERSONALES DE LA RELACIÓN TERAPÉUTICA

Para mí, la terapia es una experiencia de persona a persona. De las condiciones que he descrito como esenciales para la psicoterapia efectiva, el elemento sobresaliente es la congruencia –una genuinuidad o realidad en la que el terapeuta es él mismo. Esto no sólo quiere decir esforzarse por entender al cliente cuando ese sea el propósito del terapeuta, sino también la disponibilidad para comunicar otros sentimientos ¾aún los negativos¾ cuando se experimentan persistentemente. Así el aburrimiento, el coraje, la compasión u otros sentimientos, pueden expresarse cuando son una parte constante y significativa de la experiencia del terapeuta.

Así que, para mí, la terapia avanza más efectivamente cuando la relación contiene por parte del terapeuta, la experiencia de una empatía sensible y hasta intuitiva; el aprecio e interés por el cliente y sobre todo, la de la congruencia con la que el terapeuta está dispuesto y es capaz de expresar sus propios sentimientos.

Parece sorprendentemente claro que para Erickson, también, la terapia era un asunto muy personal, una experiencia profundamente envolvente, diferente para cada persona. Él pensaba en sus pacientes y les respondía de modos muy personales ¾desafiante, abrupto, paciente, suave, duro¾ siendo siempre él mismo, por el bien de su cliente. Algunas veces recibía a las personas en su casa o utilizaba mascotas o relataba su propia vida –y hacía cualquier cosa que lo mantuviera en contacto personal cercano.

Resulta igualmente claro que para Kohut la relación terapéutica era más fría, menos personal. El analista observa, recoge datos por medio de su empatía y se prepara para las explicaciones de importancia capital. Sus actitudes se muestran tal vez de manera más transparente en un incidente en el que se aleja de su estilo usual y se comporta de modo más personal. Lo describe en una de sus últimas charlas.

Él estaba trabajando con una mujer con fuertes tendencias suicidas.

“En una sesión se encontraba tan mal que yo pensé ‘¿Cómo te sentirías si te dejo tomar mis dedos por un momento’. No lo estoy recomendando, pero yo estaba desesperado, así que le di dos dedos para que los tomara. Inmediatamente me hice a mí mismo una interpretación genética. Eran las desdentadas encías de una niña muy pequeña aferrándose a un pezón vacío… Incluso entonces, reaccioné hacia mí mismo como analista… No diría que esto cambió el rumbo, pero sí sirvió para superar un punto muerto muy difícil en un momento peligroso (el análisis continuó por años con resultados razonablemente exitosos). (Kohut, 1981)

Parece claro que, en esta interacción, el Dr. Kohut tiene una experiencia de desesperación, cuidado y compasión. Encontró un gesto bellamente simbólico que le permitió expresar algo de lo que estaba sintiendo. Sin embargo él se disculpa por haberle dado los dedos para que ella los tomara. Todavía más sorprendente ¾y triste¾ es su autointerpretación de haberle dado un pezón seco. Parece no darse cuenta de que al dar algo de sí mismo ¾algo de sus profundos y persistentes sentimientos¾ le está dando a ella el nutritivo cuidado humano y la compasión que tan desesperadamente necesita. Ser tan abiertamente sensible con ella es de lo más terapéutico. Sin embargo él parece dudar y disculparse por esta acción.

Es evidente que discrepo profundamente del Dr. Kohut en el valor que le confiero al ser la propia persona en su totalidad, dentro de la relación.

LA REORGANIZACIÓN DEL SELF EN TERAPIA

Una de las satisfacciones de mi carrera profesional ha sido avanzar en una teoría que después es confirmada por la investigación. Tal patrón es evidente en mi pensamiento acerca de la reorganización del autoconcepto como un aspecto central del cambio terapéutico.

En 1946 fui electo presidente de la American Psychological Associaton (APA). Durante el año siguiente preparé mi discurso presidencial, el cual se centraba en los cambios que tienen lugar en terapia, en la percepción del self y la realidad. Escribí este trabajo con verdadera aprensión, porque no se parecía en nada a los discursos presidenciales precedentes. Con cierta incertidumbre interna, lo fui llevando hasta la afirmación de que, en terapia, la ausencia de amenaza y ‘la ayuda para enfocarse en la percepción del self, era lo que permitía una visión del self más diferenciada, y en última instancia, la reorganización del self’ (Rogers. 1947, p. 368). El trabajo fue recibido con una cortés aceptación.[4]

No contaba con evidencia dura para sostener esta afirmación. Solo disponía de fragmentos de entrevistas grabadas para apoyar mi teoría. Por eso fue muy satisfactorio poder publicar resultados de investigación sobre el tema en 1954. Utilizando la nueva ‘Técnica Q’ de Stephenson en una adaptación original, pudimos objetivar esta entidad tan subjetiva como es el concepto del self, y medir en gran detalle los cambios que tenían lugar durante la terapia.

Encontramos, tanto como lo sugería mi hipótesis anterior, que los clientes mostraban ciertos cambios característicos en su auto-percepción durante la terapia. Se volvieron menos ansiosos, culpables, impulsivos, hostiles y dependientes. Se volvieron más firmes, seguros de sí mismos, más conscientes de experiencias y conflictos previamente negados a la consciencia, y más capaces de dar y recibir amor. Esta reorganización del self ocurría en una dirección percibida como sana (Rogers y Dymond, 1954, esp. Cap 4, 15).

Erickson emplea palabras diferentes, pero es claro que estos cambios también son importantes para él. Él habla del proceso de la terapia como un aflojamiento de los mapas cognitivos de la experiencia del paciente, ‘ayudándolo a abrirse paso a través de las limitaciones de sus actitudes conscientes para liberar su potencial inconsciente para resolver problemas’ (Erickson, Rossi, &Rossi, 1976, p. 18). Esto se parece mucho a mi punto de vista de que, en una relación terapéutica sana, ‘todas las formas de experiencia respecto al self, pueden revisarse abiertamente, y organizarse en una unidad compleja’ (Rogers, 1947, p.366).

Kohut está totalmente de acuerdo. La reestructuración del self es central en su concepto de la terapia, y compartimos muchas ideas en común.

EL LUGAR Y LA NATURALEZA DE LA TEORÍA

Existe otro elemento en mi trabajo que no es entendido completamente. Es la importancia que le otorgo a las hipótesis teóricas y el lugar que veo para la teoría. Expresé algunas de mis visiones de modo muy explícito en la presentación más completa de mis puntos de vista teóricos (Rogers, 1959).

Yo veo la formulación de una teoría como el ‘esfuerzo persistente y disciplinado de darle sentido y orden a los fenómenos de la experiencia subjetiva’ (Rogers, en Koch, 1959, p.188). Para que sean valiosas, tales formulaciones deberían ser tentativas. Esto estimula el pensamiento creativo. También deben ser sujetas a comprobación, ya que una teoría tiene poco valor de verdad hasta que se somete a algún tipo de prueba rigurosa, a través de la investigación empírica o fenomenológica. (Véase Rogers, 1985, b).

Para mí es y ha sido importante que, en mi exposición de la teoría de la terapia centrada en el cliente, todas las formulaciones más importantes son comprobables por medios empíricos. Es gratificante que un número considerable de ellas se han sometido a prueba, con resultados generalmente confirmatorios. (Para una revisión de los estudios sobre las condiciones terapéuticas, véase Patterson, 1984.) Para mí, una teoría que no puede comprobarse tiene poco valor. Significa que debe permanecer estática. No existe posibilidad de crecimiento o corrección. Como señalé en este trabajo teórico ‘Sólo hay una afirmación que puede aplicarse con exactitud a todas las teorías –y es que al momento de ser formulada, cada teoría contiene una cantidad desconocida (y, tal vez, en ese punto, que no se puede conocer) de errores e inferencias equivocadas’ (Rogers, en Koch, 1959, p. 190).

Yo veo a la ciencia misma como un flujo direccional dentro del que nuestras teorías e investigaciones encuentran su lugar. ‘Si el movimiento es hacia mediciones más exactas, hacia teorías e hipótesis claras y rigurosas, hacia hallazgos que tengan mayor validez y generalidad, se trata entonces de una ciencia que crece sanamente. Si no, es una pseudo-ciencia estéril… La ciencia es un modo de investigación en desarrollo o no tiene una importancia especial’ (Rogers, 1959, p.189).

Con frecuencia se pasa por alto un aspecto de mi propósito al formular teoría. A lo largo de toda mi vida profesional me he interesado en el proceso de cambio de la personalidad y del comportamiento, y este constituye el foco principal tanto de mi teoría como de mi práctica. Estoy mucho menos interesado en la forma en la que se desarrolla la personalidad o en su estructura. Sin embargo, estos dos aspectos son el foco principal de la teoría freudiana, lo cual dificulta las comparaciones.

Ni Erickson ni Kohut tienen con la ciencia un compromiso como el que yo siento. Erickson sí le daba gran valor a la flexibilidad de pensamiento y de acción, y advierte en contra de la demasiada lealtad a un método, a una escuela de pensamiento, a un mentor o a una técnica. Él dice: ‘Recuerda que cualquier modo que escojas para trabajar debe ser tu propio modo, porque realmente no puedes imitar a otra persona’ (Erickson, en Haley, 1967, p. 535). Esto es muy parecido a lo que he dicho a estudiantes y personas en entrenamiento: “Existe una mejor escuela de terapia. Es la escuela de terapia que has desarrollado por ti mismo basada en un continuo examen crítico de los efectos de tu manera de ser en la relación”.

A Kohut le interesaba mucho más formular una teoría del desarrollo de la personalidad. Sus conceptos son intrigantes y complejos. Lo que me preocupa es su falta de interés en comprobar sus teorías.

Permítanme dar un ejemplo. Kohut ve al self desarrollándose en dos líneas que se inician en la infancia: ‘el self grandioso’ y la ‘imagen parental idealizada’. Él postula que ‘en el desarrollo temprano del self, el narcisismo exhibicionista y la idealización del infante, se establecen como elementos independientes de un self “nuclear”: la imagen parental grandiosa y reinternalizada.’ (Graf, 1984, p. 82).

Sin entrar en sutilezas acerca de las definiciones, esta es una interesante teoría básica. Nunca podrá ser refutada. Por la misma razón nunca podrá probarse o validarse. No existe en el presente un modo por medio del cual podamos entrar en el mundo conceptual del infante para ver si, de hecho, existen estas dos líneas de desarrollo. Así que esta formulación teórica, como la mayoría de las teorías psicoanalíticas, existe solamente en el reino de la especulación. Se convierte entonces en un asunto de creer o no creer, más que de confirmar o desconfirmar.

Me he sentido perplejo por la falta de interés en la posibilidad de probar las teorías presentadas por Kohut –y otros. Creo que se debe, tal vez, a dos factores:

Primero que la tradición europea ve a la teoría como una entidad en sí misma, más que como un paso hacia un conocimiento más sólido. (La teoría de la relatividad de Einstein era sólo eso ¾una teoría¾ hasta que fue confirmada por los hallazgos de los observadores).

El segundo factor es la creencia de Kohut de que la explicación ‘genética’ del comportamiento de su paciente es esencial para la cura. Esto significa que el analista debe conocer y entender el pasado del paciente. Por lo tanto, debe de haber teorías respecto a la forma en la que el comportamiento se desarrolla. El analista debe conocer la historia pasada ¾la historia interna y externa¾ de la infancia y niñez del paciente, para poder hacer una interpretación genética útil y válida.

Pero esto deja de lado un hecho de suma importancia. Nunca podemos conocer el pasado. Todo lo que existe es la percepción presente que alguien tiene del pasado. Hasta la más elaborada historia de caso, o el más extenso conocimiento de las asociaciones libres de una persona acerca del pasado, revelan sólo recuerdos presentes ahora, los ‘hechos’ como se perciben hoy. Nunca podemos conocer el pasado del individuo. He señalado anteriormente que ‘la realidad efectiva que influye en el comportamiento, es siempre la realidad percibida. Desde esta base, podemos funcionar teóricamente sin tener que resolver la difícil cuestión de qué es lo que “realmente” es la realidad.’ (Rogers, 1959, p. 223).

Creo que Kohut se equivoca al pensar que la recolección de datos ¾por medio de la empatía o de cualquier otro modo¾, es una clave para la explicación causal útil y exacta, del comportamiento presente de la persona.

No minimizo la importancia de tratar con el pasado como es recordado en el presente. Pero mi cliente es el más capacitado para ver los patrones significativos en este pasado recordado. Yo no puedo, por más que lo desee, darle a mi cliente una explicación de su pasado ‘real’.

Debido a la importancia que concede a las interpretaciones ‘genéticas’, Kohut debe conocer el pasado de su paciente, así como el curso de su desarrollo. Esto conduce a teorías sobre el desarrollo de la personalidad que son necesariamente especulativas y no comprobables.

Entonces, Kohut y yo diferimos marcadamente sobre la naturaleza de la teoría, y particularmente, sobre nuestra capacidad para conocer e interpretar una historia ‘real’ del pasado de nuestros clientes/pacientes.

LA APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS TERAPÉUTICOS          

Hay un aspecto en el que el trabajo que mis colegas y yo hemos realizado difiere completamente del de Erickson, Kohut y la mayoría de los demás terapeutas; a saber, mi interés por emplear los principios que he aprendido en terapia, en campos bastante divergentes de aquel en el que se originaron.

¿Por qué he estado involucrado en la aplicación de los aprendizajes terapéuticos? En parte creo que se debe al hecho de que una gran parte de mí mismo es el científico. Puedo entender completamente la entusiasta exageración de Arquímedes cuando descubrió que las fuerzas operativas en la palanca podrían ser descritas en una fórmula matemática. “Entonces’ decía él, ‘si tengo una palanca lo suficientemente larga, ¡puedo mover al mundo!’. ¡Yo también he soñado con esa palanca larga!

Yo también expresé algo de este tipo hace una década, cuando estaba en un grupo grande en el que sentí que estábamos descubriendo cosas importantes.

“Si podemos encontrar aunque sea una verdad parcial acerca del proceso mediante el cual 136 personas pueden vivir juntas sin destruirse mutuamente, si pueden vivir juntos con un interés cuidadoso en el pleno desarrollo de cada persona, si pueden vivir juntos en la riqueza de la diversidad en lugar de la esterilidad del conformismo, habremos encontrado entonces una verdad con muchas, muchas implicaciones. (” Rogers, 1977, P. 175).

Desde que escribí esto he tenido crecientes oportunidades para poner a prueba algunos principios facilitadores en la práctica. Ha habido muchos talleres transculturales, un número de grupos interraciales, y cada vez más más grupos que contienen facciones antagónicas (Rogers, 1977, Chap. 6, 7; 1984)

Ha sido un privilegio y un reto tratar con un grupo de Belfast, en el que había miembros protestantes y católicos militantes (Rogers, 1977, pp. 129-34), un grupo en Dublin en el que había personas de Irlanda del Norte e Irlanda del Sur, así como participantes de muchos otros países; un grupo de blancos y negros en Sudáfrica (Sanford, 1984); un grupo de líderes internacionales de Centro y Sudamérica, asi como de otros países interesados en ‘el desafío centroamericano’ (Rogers, 1986). En mis sueños más locos no pude haberme imaginado participando en esta emocionante serie de eventos.

En cada uno de ellos he aprendido mucho. En cada uno de ellos ha habido decepciones. En ningún caso se han dado milagros. Pero en cada una de estas situaciones ha habido una disminución en la amargura, un mejoramiento en la comunicación, y acciones constructivas emprendidas por los miembros después de los talleres.

Encuentro una profunda satisfacción al descubrir que algunos de mis aprendizajes básicos en psicoterapia, se aplican a otras áreas de la vida. Esta no es una calle de un solo sentido. De estas experiencias en diferentes campos, he aprendido acerca de la terapia. Pero el encontrar que la clase de clima que es tan importante en la psicoterapia es también importante en la educación, en la administración, en el manejo de las tensiones interraciales interculturales e incluso internacionales, es una experiencia muy gratificante. Tener la oportunidad de poner a prueba estos principios en tres de los sitios álgidos del mundo ¾Irlanda del Norte, Centroamérica, y Sudáfrica¾ ha sido increíblemente significativo. Bien me doy cuenta de que estas oportunidades se han dado en pequeña escala ¾realmente experimentos en tubo de ensayo¾ pero espero que hayan contribuido a sentar precedentes de una relación más humana que pueda movernos en dirección a la paz.

 

REFERENCIAS

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Erickson, M.H. & Zeig, J.K. (1980). Symptom prescription for expanding the psychotic’s world view. In E.L. Rossi (Ed.), The collected papers of Milton H. Erickson on Hypnosis. Vol. 4(pp. 335-7). New York: Irvington.

Gilligan, S. G. (1982). Ericksonian approaches ti clinical hypnosis. In J.K. Zeig (Ed.), Ericksonian approaches to hypnosis and psychotherapy (pp. 87-103). New York: Brunner/Mazel.

Goldberg, A. (Ed.). (1980). Advances in self-psychology. With summarizing reflections by Heinz Kohut. New YorK. International Universities Press.

Graf, C.L. (1984). Healthy narcissism and new-age individualism: A synthesis of the theories of Carl Rogers and Heinz Kohut. Unpublished Ph.D. dissertation, State University of New York (Stonybrook).

Gunnison, H. (1985, May) The uniqueness of similarities: Parallels of Milton H. Erickson and Carl Rogers. Journal of Counseling and development, 63, 561-4

Haley, J. (Ed.). (1967). Advanced techniques of hypnosis and therapy: Selected papers of Milton H. Erickson, M. D. New York: W. W. Norton.

Kahn, E. (1985, August).Heinz Kohut and Carl Rogers: A timely comparison. American Psychologist, 40, 893-904.

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Patterson, C. H. (1984). Empathy, warmth, and genuiness in Psychotherapy. A review of reviews. Psychotherapy: theory, Research and Practice, 21, 431-8.

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Stolorow, R. D. (1976)Psychoanalytic reflections on client-centered therapy in the light of modern conceptions of narcissism. Psychotherapy: Theory, Research and Practice. 13, 26-9.

Traducción: José Fernando Gómez del Campo Estrada.

[1] Publicado por primera vez en Person Centered Review, Volumen 1, N° 2, pp 61-70 Mayo de 1986. Titulo original: “Rogers, Kohut and Erickson: A personal perspective on some similarities and differences”. Traducido por José Fernando Gómez del Campo Estrada.

[2] Nótese que la tendencia autorrealizante puede oponerse a latendencia actualizante básica. Véase Rogers (1959, pp. 196-7)

[3] Al analizar cada movimiento de Erickson y estudiar su ‘ritmo’, ‘acompañamiento’, y otros aspectos detallados de su trabajo, sus seguidores pueden correr el riesgo de perder la espontaneidad de su intuición.

[4] La aceptación fue mínima. Cuando el presidente de la reunión, John Anderson y yo, fuimos al baño después de la reunión, al abrir la puerta podíamos escuchar el fuerte zumbido de los comentarios y conversaciones. Al entrar yo, el sonido quedó reducido al silencio absoluto. No hubo saludos ni comentarios. Cuando salimos escuche de nuevo el cuchicheo. Nunca había tenido la experiencia de ser un ‘solitario’ en mi profesión.

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