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¿Qué es el Desarrollo Humano Existencial en México?

¿Qué es el Desarrollo Humano Existencial en México?

Juan Lafarga

(Este texto corresponde al capítulo 2 del libro “Desarrollo Humano en México/ Crecimiento personal”, publicado en México en 2012 por la Editorial Trillas)

Desarrollo Humano es uno de los conceptos más versátiles de la Psicología Humanista contemporánea. Puede ser entendido desde perspectivas antropológicas individuales y sociales o puede ser abordado como objeto de estudio de la psicología y de la educación. Puede ser considerado un período avanzado en la evolución de los seres vivos o una cadena de eventos identificables en las vidas de todos los hombres. Puede ser visto como el conjunto de los valores que promueve la psicología humanista o como la meta de todos los procesos educativos. Desde una perspectiva filosófica, lo que favorezca el desarrollo personal integrado de los individuos, los grupos y la sociedad puede ser el criterio de la ética.

En efecto, Desarrollo Humano puede ser descrito desde el sentido común o práctico haciendo a un lado planteamientos abstractos y significados profundos, como cualquier acción que promueva al hombre, o desde una dimensión política, como preocupación genuina por el orden social.

Puede también ser definido como objeto de estudio de cada una de las disciplinas del conocimiento llamadas humanas, como la historia, la filosofía o la psicología o como meta final de las que no están directamente relacionadas con el hombre, como las matemáticas o la física.

Puede significar también un estilo de vida caracterizado por la empatía y la honradez en las relaciones interpersonales, o bien el cuidado por la vida y la ecología en toda su amplitud, o la apertura a la trascendencia, es decir, al reconocimiento de realidades inalcanzables por la ciencia o la filosofía.

También puede entenderse a diferentes niveles, desde sus fundamentos filosóficos y psicológicos hasta sus aplicaciones más concretas en la actividad individual y social. Desde sus implicaciones emanadas del estudio y la investigación hasta sus formulaciones más empíricas derivadas directamente de la experiencia.

Me propongo en estas líneas, realizar una tarea difícil, describir lo que desde mi experiencia, se entiende en México por Desarrollo Humano, lo que yo entiendo por Desarrollo Humano y por último, reflexionar sobre nuestros orígenes y nuestro destino, ¿de dónde venimos y a dónde vamos?

¿Cómo se ha entendido el Desarrollo Humano en México, en la Universidad Iberoamericana y en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente de Guadalajara, donde tuvo sus raíces, como un movimiento organizado?

En dichas universidades y desde una perspectiva antropológica, el Desarrollo Humano se entiende como una filosofía del hombre, de la sociedad y de las relaciones interpersonales, que pone énfasis en la autodeterminación, así como una disciplina académica enraizada en la experiencia y en la búsqueda. Implica también una praxis profesional orientada a la facilitación y avance del crecimiento humano, individual y colectivo que considera a la persona en todas sus dimensiones.

Un estilo de vida caracterizado por la empatía y la honradez en las relaciones interpersonales, la apertura al aprendizaje, el interés por la vida y la ecología en todas sus formas y la apertura a la trascendencia. Finalmente como el horizonte ético de todas las disciplinas.

¿Es necesariamente el promotor o facilitador del Desarrollo Humano un orientador o un psicoterapeuta? Parece haber acuerdo en estos centros de educación superior que la función de este promotor no puede quedar restringida al ámbito de la orientación o de la psicoterapia, y en que su actividad más bien permea y transforma toda la actividad humana. Y está en la utilización de los recursos, en la búsqueda de una verdad social desconocida a la que todos nos vamos aproximando desde diferentes ángulos, a través también de la promoción de opciones responsables hacia la salud y el crecimiento. Es decir de valores como la apertura a la experiencia y al conocimiento, desde una perspectiva plural, el amor y el afecto no condicionado, la honradez y transparencia en la comunicación, y un máximo respeto a cada persona, y a sus libres decisiones.

En los centros e instituciones que han surgido por la iniciativa de los egresados de programas en la Universidad Iberoamericana y en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, por Desarrollo Humano se entiende el crecimiento individual y mejores relaciones interpersonales. En muchos de ellos, el desarrollo de habilidades específicas encaminadas a facilitar el crecimiento en personas y en grupos con diversos propósitos teóricos y prácticos.

En los departamentos de psicología de las universidades, se entiende por Desarrollo Humano el proceso evolutivo del hombre en sus diferentes etapas: niñez, adolescencia, edad adulta y senectud, aunque por influencia de los filósofos y de los psicólogos humanistas, el concepto implica también la humanización de las disciplinas, es decir, el desarrollo de la ciencia, la tecnología y el conocimiento en general, al servicio de los valores de justicia y solidaridad.

Paralelamente al surgimiento de los programas de Desarrollo Humano en la Universidad Iberoamericana y en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, aparece en algunas empresas mexicanas un diferente tipo de capacitación, más allá de la adquisición y desarrollo de habilidades laborales, la capacitación para que el personal, a todos sus niveles, desarrolle características más humanas que tienen que ver con una mayor participación en las responsabilidades de la empresa, mejor comunicación interpersonal, mayor compromiso laboral, impulso al fortalecimiento de los procesos democráticos, y mejores sistemas de información.

En algunas escuelas de México, por influencia de educadores humanistas egresados de los grupos y programas existentes ya en muchos lugares de la república, el Desarrollo Humano es considerado como una revolución copernicana en la educación, mucho más centrada en el aprendizaje y formación de los estudiantes y en los valores humanos, que en la transmisión de los conocimientos, la enseñanza del profesor, la formulación de programas y la obtención de buenas calificaciones.

En el ámbito de la psicología comunitaria mexicana, por Desarrollo Humano se entiende el impulso de los sistemas autogestivos en las comunidades, así como los programas encaminados a fortalecer los procesos de comunicación de los diferentes sectores, así como promover las habilidades de negociación y las de selecciones no violentas entre antagónicos hacia la paz. (Gómez del Campo, 2011)

En el campo de la salud el Desarrollo Humano se entiende como la promoción de la salud pública, hacia la prevención de enfermedades y la anticipación de riesgos, direccionando los esfuerzos hacia el compromiso responsable y hacia un proceso de autoacompañamiento para aquellos que ya enfrentan algún mal incurable que les lleve a la búsqueda de una mejor actitud más sana y positiva ante la vida.

Para algunas personas con un alto nivel de ignorancia, desconocimiento y desde perspectivas de prejuicio y descalificación, Desarrollo Humano significa apapacho, manifestación de sentimientos y poca profundidad. Para otros núcleos, menos prejuiciados, pero sin contacto directo con los programas académicos, Desarrollo Humano está asociado con psicología manejada por no psicólogos, con psicoterapias superficiales y con la promoción del crecimiento, sin que se vean muy claros los valores y las estrategias implicados en este crecimiento. Otros grupos piensan que los estudiantes, maestros y egresados de los programas de Desarrollo Humano suelen centrarse demasiado en su propio crecimiento como individuos, perdiendo así la responsabilidad social que emana directamente de la investigación clínica y educativa de los psicólogos humanistas con el enfoque centrado en la persona.

Antes de compartir mi percepción del proceso de crecimiento personal, y mi percepción de la que otros han tenido y yo conozco a través de mi trabajo, me gustaría incluir y comentar este cuento de Anthony de Mello a modo de introducción (2010):

“En cierta ocasión preguntó el maestro a sus discípulos qué creían ellos que era más importante: la sabiduría o la acción. Los discípulos fueron unánimes en responder: la acción por supuesto. ¿De qué sirve una sabiduría que no se expresa en la acción? ¿Y de qué sirve una acción que procede de un corazón ignorante?, replicó el Maestro”.

El corazón del hombre puede ser, metafóricamente, ignorante o sabio. Para mí, siguiendo la alegoría el Desarrollo Humano es la actividad que proviene de un corazón sabio, es decir, de la acción guiada por la inteligencia y la bondad.

Constato, con Carl Rogers y los psicólogos humanistas, en mí y en otras personas con quienes estoy en contacto continuo, una tendencia básica al crecimiento, como fuerza motivacional de toda acción humana. Mi tarea es desbloquearla, facilitarla e impulsarla, no dirigirla u orientarla. Aunque fui entrenado como psicólogo clínico en la tarea de curar la patología, desde hace mucho tiempo mi trabajo ha estado encauzado más bien, a desbloquear e impulsar los mecanismos del crecimiento humano.

Desarrollo Humano es para mí, entonces, liberar la tendencia básica al crecimiento, tendencia no aprendida e inextinguible en los organismos humanos y también observable en todos los vivientes. A través de una relación interpersonal comprensiva, transparente y afectuosa sin condiciones. Desbloquear, dije, no orientar. El organismo humano, liberado de presiones internas y externas, es capaz de crecer en direcciones insospechadas. La orientación, en cambio, frena el crecimiento, pues genera en la persona orientada las respuestas dadas por el orientador.

Tan importante como el desbloqueo de la tendencia autorrealizante, y parte de ésta, es la liberación –a través de la relación interpersonal- de la facultad autodeterminante, esencia misma del ser humano, no compartida con algún otro viviente en la tierra.

Liberando esta tendencia autodeterminante, me veo a mí mismo como promotor del Desarrollo Humano, cuidándome contra mi propia tendencia a dar orientación y direccionalidad al proceso aun dándome cuenta, muchas veces, que en la otra persona existe la capacidad de orientarse y dirigirse por sí misma. Observando que no confío en ella, desconfianza que vivo como una herencia cultural. Hay algo también de protagonismo en mí que quiere sentirse responsable del crecimiento y desarrollo de los demás, aunque, finalmente, prevalece la parte de mí que confía en que cada persona es capaz de orientar su propia nave y en que las estrellas que marcan su rumbo son para ella, mejores guías que mi brújula.

Por consiguiente, para mí el Desarrollo Humano está en que dos personas en relación, a través de una comunicación interpersonal auténtica, se den mutuamente la libertad de condicionamientos destructivos.

Pero ¿qué pasa cuando una de las dos partes no quiere, o no sabe, o no puede? Mi hipótesis es que basta con que una de las dos pueda y quiera darse a sí misma la libertad de optar, y esté dispuesta a crear las condiciones para que la otra persona use su libre determinación. Este es el caso de la psicoterapia y del acompañamiento personal.

La acción autodestructiva u hostil hacia otras personas es para mí el resultado de una autoestima baja y de un conocimiento propio limitado. Estos dos factores, a su vez, son producto del amor condicionado a las expectativas del que lo da, como también de otras carencias ambientales. Sólo se recupera la autoestima y se amplía el autoconocimiento, a través de otra relación que promueva y facilite el encuentro amoroso con uno mismo y la opción por el único camino, único e irrepetible, que es el propio.

Así el núcleo esencial del Desarrollo Humano, está para mí, en promover la emergencia de los valores genuinos de cada persona, de cada grupo y de la sociedad.

¿No está entonces en la asimilación de los valores vivenciales del promotor o de los valores universales de la salud y el crecimiento?

No, sino en la emergencia de los valores de la persona, diferente, única, irrepetible, en una relación que genera libertad a través del amor incondicional.

Estos valores de la persona pueden coincidir, coincidir en parte o diferir de los valores vividos por el promotor o de otras formulaciones de los valores universales.

El que el promotor viva intensamente los valores propios y esté entusiasmado por las propias convicciones, no es causa sino únicamente condición necesaria y suficiente para impulsar el surgimiento de las opciones personales libres. Si yo, como promotor, influencio intencionalmente a la otra persona para que asimile mis propios valores, no estoy promoviendo su desarrollo, sino haciéndola que repita los míos sin ser ella yo, y condenándola a no descubrir qué es lo que en realidad prefiere libremente.

¿No existen, entonces, los valores universales de la salud y el crecimiento, o en general, los valores universales?

Yo creo que sí, pero no los conocemos en plenitud. Cada quién los va descubriendo a medida que va asumiendo la responsabilidad de su propia vida.

¿Qué entiendo por asumir la responsabilidad de la propia vida?, Responder conscientemente a las propias necesidades, sentimientos, significados, experiencia, historia, recursos, limitaciones y errores, así como a la calidad de persona diferente, única e irrepetible que cada uno es.

Esta es una formulación personal, la mía, de los valores universales como lo es de muchos filósofos, pensadores (Ortega y Gasset, 1904) y otras personas que han asumido la responsabilidad de la propia existencia. Las formulaciones de quienes han sido meros repetidores inconscientes de los valores de otros, sin asumir los propios, no han tenido impacto.

El que existan diferentes formulaciones no quiere decir que unas sean falsas y otras verdaderas, sino que todas representan alguna forma de aproximación diferente a los valores y por tanto, son complementarias.

El Desarrollo Humano, en consecuencia, está en la integración de las diferencias: todos, aparentemente buscamos la verdad, pero no todos de la misma manera. Lo importante no es quién tiene la razón y quién debe ser descalificado, sino hacer formulaciones hipotéticas, humildes, que integradas y enriquecidas por otras diferentes, generen mejores aproximaciones globales a la realidad. Esto es Desarrollo Humano.

La actitud sintetizadora y humilde del filósofo, del científico y de cualquier persona, es a mi modo de ver, la apertura que genera el crecimiento, la evolución y el progreso.

El autoritarismo, la rigidez y la descalificación, empobrecen y matan la vitalidad en los individuos, en los grupos y en los mismos sistemas de pensamiento, como ha sido el caso del marxismo y el capitalismo en la actualidad.

La apertura surge por sí misma en atmósferas de amor no condicionado que caracteriza la relación interpersonal en proceso de maduración.

Todas las investigaciones del ser humano, todos sus descubrimientos generales o particulares, no han sido producto de la descalificación sino de la búsqueda humilde y sintetizadora del que va aprendiendo a amar incondicionalmente.

Ahora bien, si yo vivo intensamente todo lo que estoy diciendo ¿No influencio positivamente a otras personas? Claro que sí, es inevitable, pero, si soy congruente, no lo hago para que otros asuman mis valores como válidos para ellos, sino para que se aventuren en su propia búsqueda.

Si otros asumen libremente mis opciones, porque así lo deciden, de todos modos, sólo podrán hacerlo a su modo y manera propios.

Por la experiencia y la investigación (Rogers, 1954) sabemos que la persona puesta en condiciones necesarias y suficientes para su desarrollo, actúa con valores que se parecen a algunas formulaciones de los valores universales o trascendentales, mas sólo se parecen, porque la perspectiva única e irrepetible de la persona que opta libremente, siempre aportará sus propias características a esos valores.

¿Qué significa crear las condiciones externas e internas para la decisión libre?

Significa proveer los ambientes físicos, psíquicos y ecológicos indispensables para promover la armonía de los seres humanos entre ellos mismos y con la naturaleza.

Más importante aún, generar las condiciones sociales en las cuales, por la experiencia de la investigación, sabemos que el hombre se desarrolla y crece, es decir, las atmósferas sociales de comprensión, afecto incondicional y honradez, que por sí mismas impulsan y facilitan el desarrollo de la persona. Esto es crear la posibilidad de la opción libre.

Ahora que me oigo decir “creando”, me viene a la mente la propuesta teilhardiana sobre la colaboración del hombre con Dios. El hombre se convirtió en hombre por la consciencia refleja, es decir, por la capacidad no sólo de percibir la realidad, sino de percibirse a sí mismo percibiendo la realidad. Así también, al percibirse comparando dos o varias alternativas, fue capaz de la opción libre y al actuar con libertad, se convirtió en cocreador del proceso evolutivo del universo. (Teilhard de Chardin, P.1955).

Partiendo de aquí, si el acto genuinamente libre es cocreación, cuánto más seremos cocreadores del universo, si al actuar libremente generamos alrededor de otros la capacidad de optar con libertad.

Y no sólo por el hecho de proveer las condiciones necesarias y suficientes internas y externas de la acción, sino por la realidad de mantener un acompañamiento afectivo incondicional, aun cuando la conducta del otro se aleje de las expectativas del facilitador, o las contradiga.

Todas estas formas de entender el Desarrollo Humano son hipótesis válidas, por ello estamos frente a un concepto tan rico en contenido que desafía perspectivas de análisis y descripciones exclusivistas. Quizá la única forma de no entenderlo sería encasillarlo en alguna categoría excluyente de otras o en un concepto estático.

No quiere esto decir que sea ambiguo o impreciso, sino que resiste cualquier intento de exclusividad.

Es incuestionable que el concepto tiene un elemento dinámico esencial. Desarrollo implica cambio y transformación en un proceso evolutivo. El calificativo Humano, delimita el campo a lo que hace referencia directa, a la mujer o al hombre, o tiene que ver en alguna forma con la especie humana.

Repito, antes de concluír que, como apunté anteriormente, los departamentos de Desarrollo Humano en la Universidad Iberoamericana y en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), lo han conceptualizado como el estudio de los dinamismos básicos intrapsíquicos e interpersonales que impulsan la evolución de la persona. Así como el estudio de las condiciones sociales y ambientales que favorecen el buen funcionamiento de la persona y de los grupos de personas en la sociedad. Estos dinamismos y estas condiciones han sido el objeto de estudio del Desarrollo Humano como una disciplina científica y como una praxis profesional. (Orozco, C. et alii, 1991).

Podría decirse en conclusión, que el concepto es muy amplio, pero no impreciso y que puede aplicarse a cualquier conocimiento sistematizado y a cualquier acción encaminada a promover la salud, el bienestar y la evolución de la persona humana, individualmente considerada, de sus grupos, y del contexto social donde se desarrolla.

EN UNA PÍLDORA

 Partiendo de los estudios, experiencias, investigaciones y acontecimientos narrados, el Desarrollo Humano podría ser descrito como “el proceso de crecimiento personal de los individuos, los grupos y la sociedad, motivado por la tendencia al crecimiento que se manifiesta en todos los organismos vivos” entendiendo como “crecimiento personal” lo que será descrito con mayor detalle en la página 39:

Cultivo del amor a la vida (“biofilia”) en todas sus manifestaciones, fuente de las preferencias saludables. (Valores)

Incremento de la consciencia de ser persona única e irrepetible en el universo.

Fomento y consolidación de relaciones interpersonales basadas en la empatía, la actitud positiva incondicional y la congruencia.

Búsqueda del diálogo como instrumento privilegiado de la comunicación.

Ampliación de la autoestima, es decir, del amor, la valoración y el aprecio por uno mismo, claves del autoconocimiento, de la autodeterminación y de las relaciones interpersonales saludables.

Aumento de la libertad emocional, es decir, de la capacidad para asumir los propios sentimientos, percepciones y significados, y responsabilizarse por ellos.

Avance en al manejo saludable de la agresividad, para actuar asertivamente (sin sometimiento ni violencia) en la satisfacción armónica e integral de las necesidades.

Mayor eficiencia, eficacia y satisfacción en el trabajo.

Incremento del interés social o búsqueda de la equidad y de la igualdad de oportunidades para todos.

Satisfacción por el aprendizaje y la expansión de la consciencia.

Interés genuino por la ecología.

Sentido del humor o capacidad para reírse de todo, aun de lo más sagrado, sin perderle el respeto.

Y englobando todas las características del crecimiento personal, la búsqueda trascendente o espiritual del sentido de la existencia humana en un universo en evolución.

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