Mtra. Marilenca Bailey Jáuregui
Es más fácil desintegrar un átomo que un concepto.
Albert EinsteinMan is made by his belief. As he believes, so he is.
Bhagavad-GitaLa mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química.
Bruce Lipton
Es bien sabido que nuestras creencias conforman buena parte de nuestra realidad, es decir que vivimos lo que creemos. Creer es crear. Lo importante es que no lo sabemos en la cotidianidad, y deseamos cambiar ciertos aspectos de nuestra vida, de nuestra salud, relaciones, ingresos etc. pero seguimos teniendo las mismas creencias que crearon el tema que no podemos cambiar.
Creo que es muy simplista creer que únicamente con el hecho de repetir creencias “contrarias” a las que tenemos implantadas, por ejemplo si una persona que cree “no puedo”, diciendo mil y una vez “si puedo”, lo logrará. Creo que la película de “The Secret” y toda la bibliografía y talleres de ella derivados, pueden hacernos tener una visión superficial de ello. Los que trabajamos con la psicoterapia y la meditación hace mucho, sabemos que cambiar requiere de muchos factores sostenidos: voluntad, sentimiento, creencias, conductas, observación, motivación, ayuda, perseverancia, etc. ya que donde ponemos la atención, va nuestra energía.
Es decir, la atención es la conductora de la energía. Sabemos que al poner nuestra atención en algo, emitimos una vibración, y estas vibraciones atraen o son similares a lo que pensamos, es decir que lo atraemos. De ahí que está ahora tan en boga el asunto de “lo que piensas atraes”, entonces por qué no hacerlo propositivamente y pensar en aquello que queremos atraer (si de todas maneras va a pasar) y de esa manera conseguirlo. De la misma forma, desde nuestra parte neurótica, todos nos hemos encontrado a nosotros mismos repitiendo patrones y co-creando situaciones que ya no quisiéramos que estén debido a que tenemos creencias subyacentes, muchas veces inconscientes, desde las cuales sostenemos la repetición de lo no deseado, entonces sería deseable poder trabajar directamente con las creencias co-creadoras de lo que ya no queremos repetir.
Este pensamiento o moda de que “únicamente lo que pensamos es nuestra realidad”, nos plantea sin embargo que si no atraemos lo que deseamos, deberemos fingir, es decir, actuar como si lo tuviéramos. De esta manera “engañaríamos” al cerebro y al universo, y éstos acabarán obedeciendo, y dando lo que pedimos. Aquí tenemos varios peligros: uno el de engañar como recurso para obtener lo que queremos, que en el plano de los valores que tenemos los humanistas, nos deja en la total incongruencia y sintiéndonos muy ingenuos. Además, el autoengaño promovido conscientemente por nosotros mismos para obtener lo que deseamos nos colocaría en una postura de niños berrinchudos automanipuladores, que nos aleja de la seria promoción de la consciencia y de la responsabilidad. Por otro lado, si lo que deseamos es un cadillac, o un avión, ¿porque no? Parece que este tipo de pensamiento no distingue entre necesitar y desear, o sea entre el apego a marcas y necesidades creadas, y necesidades humanas básicas. ¿No sería como ir de “shopping” compulsivo desde la comodidad de nuestro sofá sin ninguna otra consideración?
Creo que ésta, como toda receta, debe ser tomada con precaución, con medida, responsabilidad y consciencia. Por ejemplo, en el caso de las personas que no tienen la situación “ideal” en pareja, economía, estudios, cultura, belleza, etc., ¿deberíamos inferir que es así, porque simplemente no lo piden con la suficiente fortaleza, confianza y perseverancia? Es decir, si vino un huracán y tiró su hogar y mató a parte de su familia, en esta visión simplista y no compasiva ¿no deberíamos pensar que estos no son factores que tuvieron influencia en su estado actual, sino que las personas con sus creencias y peticiones negativas lo atrajeron?
En realidad lo que quiere decir esta manera de pensar en donde la creencia (consciente o inconsciente) determina el 100% de nuestra realidad, es que no somos influenciados por nuestra sociedad, ni nuestra familia ni otras creencias nuestras que estén en contradicción y asume que la vida se puede generalizar, entendiéndola de un plumazo. Creo que la vida es un misterio y que nosotros tenemos responsabilidad de limpiar nuestras propias creencias, pero que también (y desde luego) pasan cosas en el mundo que están más allá de nuestra influencia. CUIDADO con las generalizaciones y recetas fáciles.
Quizá lo último que necesita una persona en situación de crisis o pérdida, es sentirse culpable y responsable de la situación. La co-creación sería algo mucho más humano y fácil de digerir quizá. El narcisismo y la omnipotencia que tenemos los seres humanos que es mucha, puede sentirse muy cómoda con este tema de manipular todo siempre. “Yo hago y deshago a gusto y cuando quiera, lo que quiera”.
Este voluntarismo infantil es muy triste y nos habla de poca madurez psicológica y poco desarrollo espiritual. Creo que nos olvidamos de que la vida es un misterio, que llevamos siglos tratando de comprendernos y comprender el universo, y que no hay leyes definitivas, ni recetas infalibles. Parece que la gente al creer esto, muestra ser muy ingenua, o no tener una experiencia de vida, consulta, etc. como para saber que no comprendemos grandes partes de la vida y la realidad, y que eso está bien. La vida tiene misterio, colorido, sale con insospechadas respuestas o preguntas, y solo podemos gozarla a veces y padecerla otras, para otras olvidarnos y ser indiferentes a ella y nomás vivir.
Sin embargo, somos seres vibratorios, es un hecho. El pensamiento construye y colabora con nuestra realidad. Esto quiere decir que somos conciencia, energía, electricidad, biomagnetismo, etc. Sí somos creadores. De esta manera somos usuarios o invocadores de energía en evolución, que crea su realidad, o como dijimos más cómodamente, co-crea su realidad. “Lo semejante se atrae”, o sea que lo que emanamos, deseamos, pedimos para nosotros mismos en la vida, debe de emanar la misma frecuencia de lo que obtenemos. Esto es muy difícil, ya que si lo pedimos, es porque no lo tenemos, entonces lo pedimos desde la frecuencia de la carencia o vacío de ello, y este engaño vibratorio es complicado y éticamente cuestionable. Todos tenemos un ser inferior o sombra, que se encarga permanentemente de boicotear nuestros pasos hacia la luz, la salud y la prosperidad.
Podemos responder a la creencia de “los fines justifican los medios”.
Entonces, tenemos que alinearnos a la corriente vibratoria que existe en el universo, como la frecuencia de FM o AM, enchufarnos al bienestar, y fluir. Parece que los físicos plantean que esto funciona lo entendamos o no, lo apliquemos conscientemente o no. Entonces o te subes al autobús del bienestar, o te quedas, pero de que existe y parte, es un hecho. Lo que no puede suceder es que nos enchufemos y resistamos a la vez, no funciona así, nos tenemos que entregar de lleno, del todo. En la medida en que nos sentimos merecedores, bendecidos por el universo, en esa medida la resistencia (sombra en forma de creencias negativas) se presenta.
La idea sería despojarnos de los hábitos y creencias que nos permiten fluir en la corriente del bienestar; ese sería el trabajo, el ver lo que hacemos para ponernos el pie, de qué manera, con qué frecuencia, con que pretexto, ante qué circunstancias, bajo qué embrujos caemos para salirnos de la corriente natural del bienestar “original o natural” que todo ser es y merece. Lógicamente estos pensamientos negativos o separatistas de la fuente, son adquiridos en la vida como respuesta al medio, vivencias, familia, sociedad, etc. a través del cuerpo y aparato sensorial para sobrevivir, aunque sea a través de un error, pero sobrevivir.
Estas creencias erróneas forman parte de nuestra estructura caractereológica, eneatípica, floral, etc. Son respuestas adaptativas ante el miedo, la soledad, el abandono, la no pertenencia, la sensación de separatividad, la traición, el frío, la carencia, el exceso, etc.; situaciones humanas dentro de la experiencia de todos. Estos son los embrujos grandes, sociales, a los que pertenecemos, y no podemos dejar de pertenecer de la noche a la mañana.
Los trabajamos, los tratamos de cuestionar, tratamos de crear cosas nuevas, limpiar, crecer, tener más libertad, pero también los perpetuamos, los enseñamos, los aplaudimos, repetimos y vivimos porque son la respuesta conocida a la vida. Lo que pasa es que somos receptores de vibraciones también, no solo emisores. Estas vibraciones son y forman parte de nuestro sistema de creencias ancestral y de pertenencia familiar, por ello es un proceso evolutivo paulatino. Lo que deseamos es que sea un proceso constante, un proceso de corazón, un proceso de vida entera, un proceso divertido, compartido, un proceso que le va dando sentido a esta experiencia compleja que se llama vivir.
Ann Moxey en clases privadas de Anusara yoga habla de la energía orgánica y muscular. Subraya que la voluntad es fundamental en la perseverancia y cumplimiento de la intención. La voluntad (shiva) o esfuerzo muscular sin entrega o apertura a la gracia (shakti) crea dureza interior y pérdida de sensibilidad. Solo esfuerzo es dolor. Solo gracia o energía orgánica es no disciplina. La energía orgánica es la energía vital profunda que se expande en todas direcciones, libertad en articulaciones y alargamiento en extremidades. Demasiada energía orgánica es mucha libertad, relajación o flexibilidad. Falta estabilidad. Demasiada energía muscular es mucho esfuerzo. La energía orgánica es el propósito final del espíritu de expandirse libremente de la manera más creativa y alegre posible. Hay que abrirse a la gracia y brillar con el equilibrio de las dos. En el trabajo humanista psicocorporal con las creencias, trabajamos con la obtención de este equilibrio (entre Shiva y shakti) para entrar a la memoria celular donde están estas creencias que queremos modificar o solidificar.
¿Qué es una creencia? Un pensamiento por ejemplo, “soy una mujer hermosa” puede ser simplemente eso, un pensamiento que “surge” de dentro. Si le presto atención suficiente al mismo se vuelve un pensamiento poderoso, que pienso muy seguido. Si esto sigue sucediendo en el tiempo, se volverá una creencia ya que adquiere también un componente emocional. Es decir, si practico un pensamiento-sentimiento el suficiente tiempo, se vuelve creencia. Lo que tenemos que hacer, es perseverar obsesivamente en una idea y hacer la prueba, si este pensamiento que voluntariamente practicamos como repetitivo a toda hora y con todo pretexto, se vuelve grande y empieza a tener vida propia, es decir, surge solo, y si esto continua con mi voluntad, si esto se vuelve creencia, si lo empiezo a creer de corazón, de verdad en mi cabeza y cuerpo.
Si esto sucede, ¿qué impacto tendrá este pensamiento ya hecho creencia en mi experiencia y en mi percepción de la realidad? ¿La cambiará realmente? ¿Modificará por lo menos? Lo que creo es que tenemos que poner a prueba esto y hacerlo como un experimento real. Cada noche preguntarnos cuantas veces nos hemos repetido este pensamiento voluntariamente, y cuantas veces surgió solo. Quizá ponerle un término, un mes, dos meses, etc. y luego medir y ver cuál ha sido el impacto en nuestra realidad. Lo interesante de observar en la psicoterapia es que cuando una creencia ya está “instalada” se vive como cierta. Todo el organismo reacciona a esta creencia como si fuera 100% verdad sin lugar a dudas. Reacciona mental, química y emocionalmente.
En la filosofía humanista, no etiquetamos de buenas y malas a las creencias, ya que creemos que son neutras. Sin embargo, para efectos de este trabajo, hablaremos de creencias saludables que apoyan en el desarrollo del individuo y su ambiente y creencias disfuncionales que son un patrón senso-cognitivo relativamente estable, que involucra pensamientos distorsionados, estados emocionales insatisfactorios y conductas desadaptativas, que no dejan que el individuo desarrolle su potencial y sea naturalmente feliz. (2). Las creencias disfuncionales no tienen una base empírica, basada en la experiencia, sino una base dogmática, basada en creencias generalmente de otros, o con bases de fe. (4) A veces toman la forma de convicciones y prejuicios.
¿Cuál es el alcance de una creencia? Bruce Lipton ( 2007 ) indica que una creencia transforma todo el organismo, ya que transforma el ambiente en el que se encuentra. Es decir, una creencia negativa, hace que todo el sistema nervioso así lo viva, y lo transmita a la sangre, desde donde con seguridad se ira a los órganos y sistemas, enfermándolos. Por ejemplo si repito alguna creencia amorosa e imagino que veo a alguien a quien amo, entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien.
Si repito creencias negativas e imagino algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo, ya que nuestro organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunológico usa muchísima energía: cuando estamos enfermos, nos sentimos muy cansados porque nuestra energía la está usando el sistema inmunológico.
¿Por qué es tan difícil de cambiar una creencia? La memoria celular está impregnada de creencias negativas y creencias positivas. Uno de los poderes más importantes de las creencias es que son inconscientes y no sabemos que las tenemos, no sabemos que las pensamos, que las sentimos y que las repetimos: ahí radica su poder. En el trabajo humanista psicocorporal, penetramos en el origen (a veces mixto) de la creencia para trabajarla desde la sensación sentida y la lingüística, y poder concientizar el “mantram negativo”, ver su origen y efectos y liberar esa memoria. Esto nos da la posibilidad de ser más libres y poder generar creencias más actualizadas conscientes y propias.
Los pensamientos tienen un rol en nuestra vida. Nos dan información de nuestro mundo y de nosotros mismos lo cual es indispensable. Estos pensamientos son el resultado de nuestras experiencias emocionales y psicocorporales repetidas en el tiempo. Por ejemplo si a un niño le dicen una vez que es un tonto, esto no bastará para que ésta sea su creencia, será simplemente un pensamiento. La frase debe de ser repetida mucha veces en situaciones diversas para que penetre en el ser y sea suya. También es importante que la persona que lo repite, por ejemplo padres o sustitutos, tenga poder emocional sobre él. Una vez que es suya, ésta será repetida toda la vida si no se trabaja psicoterapéuticamente. Si es una creencia sana, será un aprendizaje bueno para su crecimiento, si es una creencia limitante, será aprendida para decrecer.
Las creencias se “graban” como verdades definitivas en el cuerpo-mente. La mente lo repite haciéndonos sentir de cierta forma. Esto se logra con la memoria celular asociada a dicha creencia en el órgano, músculo, tendón, sistema, etc. asociado en cada caso, o muchas veces con los sistemas biológicos implicados simultáneamente. Por ejemplo, la señora que cada vez que se repite “soy fea”, se agacha, baja la mirada, respira menos, se desinfla y desarraiga trayendo una sensación de minusvalía y tristeza muy conocida, que a su vez le da ganancias secundarias.
La creencia no trabaja solo en la parte racional, sino en todo el Ser. Es por eso que las creencias obsoletas o “negativas”, que no nos ayudan a crecer y evolucionar, aunque lo hayan hecho en el pasado, tienen que ser trabajadas integralmente. Funcionamos como perros pavlovianos en este nivel, es decir en el ejemplo anterior, cada vez que alguien le recuerde esta creencia de “soy fea” ella responderá con una complejidad de reacciones psicoemocionales, químicas, posturales y actitudinales de las que ella misma no tiene consciencia, y que a su vez fortalecen la creencia.
Este mantram que ella usará de por vida, se convertirá en la justificación de su victimización y será semilla y abono para otras “creencias amigas” de ésta que pueden ser “no puedo”, “no me quieren” etc. y será alimento diario para cualquier justificación en su mundo para no esforzarse, gozar, poner límites etc. Esta creencia negativa “base” podrá ser disparada por una foto, una palabra, un recuerdo, mirarse en el espejo, etc. creando toda la cascada de sensaciones y de desánimo. Esta cascada trae sentimientos negativos y bajos en el sistema inmunológico. Las creencias negativas son aliadas de nuestra psicopatología caractereológica y eneatípica. Son fundamentales para que el ser inferior o sombra trabajen boicoteando nuestro crecimiento con eficacia. Son semilla y fruto de toda una disposición postural, actitudinal, emocional, química, social, familiar, vibratoria compleja.
En el trabajo humanista psicocorporal trabajamos con cada aspecto de estas creencias para poder observar y disminuir su frecuencia y contrarrestar con creencias saludables y realistas. Muchas veces en el contrarrestar, las personas repiten creencias generales e irreales. Por ejemplo “yo puedo”. No es concreto, no es real. Todos podemos algunas cosas y otras no. Esta creencia confunde, y no infunde seguridad. Lo saludable seria que nuestras creencias reflejen una realidad emocional, social, de edad, de contexto real, no ideal. Las creencias tienen que ser concretas y no generalizaciones.
Es importante darnos cuenta de que la sociedad tiene creencias colectivas repetitivas que son correctas y otras que simplemente son repeticiones de errores que no se han retado ni corregido. Nosotros al ser parte, tenemos creencias erróneas de la realidad, y creencias acertadas de la realidad. En psicoterapia trabajamos con las creencias que nos limitan, no nos permiten crear mejores circunstancias para nosotros y los nuestros, o nos lastiman. También trabajamos con creencias que justifican que no hagamos nuestro trabajo, o que lastimemos a otros. Hay muchas creencias que perpetúan la irresponsabilidad “porque siempre es culpa de otro”, o nos mantienen siendo niños diciendo “no puedo”, o justifican lastimar a otros “menos valiosos que nosotros” “porque lo merecen”.
En México tenemos creencias características de ser una nación hospitalaria y cálida con la gente, lo cual es sano (hasta cierto punto) y es verdad. También tenemos creencias de “el que no tranza no avanza” para justificar la resolución fácil y rápida de los tramites y fomentar la corrupción y la incapacidad de demora, “porque aquí así es”. Cuando alguien cambia una creencia y va en contra del colectivo, por ejemplo cuando se dijo por primera vez que el mundo no era plano, sino redondo, la colectividad tratató de “salvar” su creencia y tachar de loco, malo o mal informado al que la contradijo. Sin embargo, no podemos permanecer repitiendo creencias dañinas para seguir siendo aceptados porque no evolucionaríamos. Las creencias de “las mujeres están mejor en casa” tenían que retarse de mil maneras para conseguir el voto de la mujer por ejemplo.
La creencia de que las mujeres “se ven mejor de tacones” tiene que ser retada para comprender que las mujeres se necesitan a sí mismas cómodas y listas para la vida con zapatos planos, y no solo listas para ser vistas o fotografiadas, promoviendo una imagen falsa de sí mismas, viéndose más altas. Necesitamos nuestros pies en la tierra para co-crear el mundo que anhelamos sin perder belleza.
Hay muchos tipos de creencias: creencias religiosas, creencias espirituales, creencias sociales, creencias políticas, personales, familiares, corporales, hasta las creencias colectivas más arraigadas en la sociedad que son los mitos, leyendas, y supersticiones. Las creencias científicas deberían ser las más abiertas a incorporar conocimiento nuevo pero no es así con las ciencias tradicionales, aunque la “nueva ciencia” es llamada así en parte porque es más abierta a incorporar creencias novedosas de otras áreas del conocimiento humano. Toda creencia puede ser abierta o cerrada. (8) Cuanto más cerrada es una creencia, más miedo tiene la persona a perder esa creencia que le da seguridad, estatus, etc. Hay más apego y menos libertad. Las creencias básicas o madres están rodeadas de otras periféricas o menos importantes que se alientan entre sí.
Hay que trabajar muchas creencias periféricas antes de poder entrar a una creencia básica o central. Es como un muégano de creencias que rodean a la creencia madre. Una vez que se trabaja una creencia básica, las creencias periféricas son fáciles de trabajar o a veces se transforman solas. Al trabajar a fondo una creencia madre, la persona adquiere una visión más macro de su tema, de su vida, y posiblemente haya un cambio conductual, emocional, postural etc. real y duradero.
¿Nuestras creencias son la base de nuestro conocimiento? La creencia ha sido considerada como la forma más simple de contenido mental representativo en la formación del pensamiento (6). Ese es su alcance en la conducta humana, y por eso es tan importante trabajarlo.
Paradigmas.
Así como un grupo de ideas repetidas suficientemente con un impacto emocional sostenido conforma una creencia, un grupo de creencias relativamente sólidas compartidas por un grupo de gente en el tiempo conforman un paradigma. Es un sistema de creencias. Por ejemplo el grupo del ku klux klan comparte el paradigma extremista de que ciertas razas son mejores que otras, y que esto justifica la violencia en contra de razas “inferiores”. Los miembros pertenecientes ya no lo cuestionan, y ya no son libres.
Un grupo de aficionados comparte la idea de que el Necaxa es el mejor equipo, y esto hará que tengan conductas, vestimenta, lenguaje etc. que los caracteriza. Lo que importa es lo que cree ese grupo que es lo correcto, versus otros que están en lo incorrecto y piensan diferente. Hay paradigmas abiertos y respetuosos de otros, y hay paradigmas cerrados e intransigentes. Los paradigmas conforman dogmas o ideologías o simplemente gustos similares. Cada religión tiene su paradigma o grupo d e ideas y creencias que conforman su praxis.
Paradigma es entonces, el conjunto de experiencias, creencias y valores que afectan la forma en que un individuo percibe la realidad y la forma en que responde a esa percepción. (1)
La mayor parte de malentendidos entre personas, familias y naciones, tiene que ver con visiones paradigmáticas opuestas o encontradas. A continuación una pequeña historia que ilustra la repetición y aprendizaje de un paradigma en el tiempo:
Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los monos que quedaban en el suelo. Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban a golpes. Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas. Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos. La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le acomodaron tremenda paliza. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera.
Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la golpiza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho, lo volvieron a golpear. El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fueron sustituidos. Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas. Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería: “No sé, las cosas ¡siempre se han hecho así, aquí!”
Cuando alguien está en búsqueda personal, en psicoterapia, meditación etc. quiere cambiar su paradigma, no solo una creencia. Cambiar una sola creencia que esta aglutinada dentro de un sistema paradigmático es muy difícil porque regresa y se repite. Las creencias hay que trabajarlas en grupo y una por una, para ir transformando el paradigma al cual pertenecen e ir creando un paradigma mayor que incluya al anterior y lo supere. En esto consiste la ampliación de la consciencia. Es muy importante cuestionarnos por qué y para que estamos haciendo las cosas de una manera, si a lo mejor las podemos hacer de otra. Parece que la razón sabe que si hacemos lo mismo, no podemos esperar resultados diferentes, pero sin embargo esa es la trampa de la neurosis: repetir y repetir esperando otros resultados.
Bibliografia
1. Kuhn, Thomas S.; The Structure of Scientific Revolutions, 2nd Ed., Univ. of Chicago Press, Chicago & Londres, 1970.
2. Defez i Martín, A. ¿Qué es una creencia?. LOGOS. Anales del Seminario de Metafísica, Vol. 38 (2005)
3. Merleau-Ponty, M. (1985). Fenomenología de la percepción. Barcelona. Planeta-Agostini.
4. Foucault, M. (1979). La arqueología del saber. México. Siglo XXI.
5. José Ortega y Gasset: Ideas y creencias; en Obras Completas, Vol. V, México: Revista de Occidente.
6. Juan Villoro (1982): Creer, saber, conocer, Siglo XXI Editores, México DF,
7. The web of believe. W.V. Quine. McGraw-Hill Higher Education 1978
8. Biomnemica. Cenobio Martínez Ruiz, 2011
9. Lipton, Bruce H. La biología de la creencia: la liberación del poder de la conciencia, la materia y los milagros. La Esfera de los Libros, 2007.
10. Lipton, Bruce H. Bhaerman, E. La biología de la transformación: Como apoyar la evolución espontánea de nuestra especie. La Esfera de los Libros, 2010.
11. https://www.youtube.com/watch?v=Zj60Rpn_sBc
12. Brennan, Bárbara (1994). Hágase la luz. España: Ediciones Martínez Roca
13. González, Ana Ma. (1989). Colisión de paradigmas: hacia una psicología de la conciencia unitaria. México: Departamento de desarrollo humano de la UIA