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El agradecimiento: Indispensable virtud para el desarrollo espiritual

El agradecimiento: Indispensable virtud para el desarrollo espiritual

Mtra. Marilenca Bailey Jáuregui

“Gratitud no solo es la más grande de las virtudes, sino la que engendra todas las demás”.
Cicerón

“Demos gracias a las personas que nos hacen felices: son las jardineras que hacen florecer nuestra alma”
Marcel Proust

En la época moderna en donde la prisa y el logro son lo que parecería más importante, también es así en los ámbitos del desarrollo humano, la psicoterapia humanista y la espiritualidad, en donde el objetivo es mejorarnos, crecer, desarrollarnos y darnos cuenta. Estos objetivos desde luego son loables y aspiracionales para un bien común, pero tienden a dejarnos sin tiempo para algo fundamental que es a gradecer lo caminado, lo vivido, lo creado. El agradecimiento es el fundamento de la generosidad. Somos generosos si sabemos y sentimos que aquí y ahora, en este lugar y de esta forma, la vida nos está dando todo lo que necesitamos: ojo, no todo lo que queremos. Solo se puede ser generoso auténticamente cuando se está contento y agradecido con lo que se tiene. Nuestra atropellada cultura nos hace poner la vista en el futuro viendo lo que nos falta ser y tener, y en el pasado viendo lo que no hubo o debió de haber sido. El agradecimiento nos ayuda a centrar nuestra atención en el presente y ver lo que si hay y si somos. No es conformismo: al contrario, el agradecimiento genera prosperidad de lo agradecido.

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La gratitud, agradecimiento o apreciación es un sentimiento, emoción o actitud de reconocimiento de un beneficio que se ha recibido o recibirá (Wikipedia, 2015).

Cuando nos sentimos agradecidos por la ordenada armonía existente, tenemos la puerta abierta a la sabiduría instantánea de nuestra alma y seguimos creciendo. Siempre que sentimos agradecimiento nos expandimos y evolucionamos: es un proceso automático. Así mismo cuando sentimos justo lo contrario, y nos quejamos y vemos lo que falta, o faltó, o lo mal hecho etcétera, se produce un proceso de constricción (McCullough, M. E., Tsang, J., & Emmons, R.A., 2004). Con la Psicoterapia Humanista Corporal sabemos que la contracción muscular cierra el sistema respiratorio, linfático, e inmunológico sobre todo, es decir, el ánimo baja.

Sabemos que la tensión mental crea tensión muscular, y que el agradecimiento, destensa y suaviza al sistema nervioso central. Nos sentiremos con menos posibilidades de ser agradecidos si estamos contraídos, y éste es un círculo de desagradecimiento que crece muy rápido. El agradecimiento es una práctica que requiere voluntad y esfuerzo, así como disciplina. Hemos venido aquí para aprender y apreciar todas las cosas y si nos resistimos a aceptar alguna, seguiremos dándole vueltas. Cuando lo conseguimos volvemos evolucionar. Ser agradecido no es ser conformista, no es negar a veces ruda realidad que compartimos. Ojo: no es pensar que el mundo es rosa y sin problemas. El agradecimiento requiere de inteligencia y realismo. Es justamente poder agradecer lo que sí vemos adiestrando el ojo y el corazón, a pesar de las circunstancias no siempre idóneas (Wood, A.; Stephen, J., & Linley, A., 2007).

Los medios de comunicación y nuestro ego individual (esa parte nuestra que tiene miedo y cree en la separación) nos ayudan a recrear historias de miedo, terror, desagradecimiento e incomprensión. La queja y la victimización se perpetúan. Nos ayudan a no ser agradecidos. Esta obsesión por lo negativo puede convertirse en perversa, creando depresión y ansiedad. Si esperamos, el sufrimiento puede convertirse en una profecía autocumplida, de la cual tener que quejarnos. Es importante encontrar y buscar afuera y dentro de nosotros los motivos para sentirnos agradecidos, aunque éstos sean pequeños.
No tenemos que tener agradecimiento solamente cuando nos sacamos la lotería, somos amados o recobramos la salud: eso es más fácil. Trabajar con la gratitud es encontrar las pequeñas cosas en la cotidianidad que al recordarlas nos hacen sentir gratitud. Se ha confundido ser agradecido con conformarse con poco, y ese es un error grave con los jóvenes.

La práctica de la gratitud es una manera de hacer un cambio actitudinal y emocional hacia lo positivo. Si nos damos cuenta de cómo funciona nuestro cuerpo día y noche, y cómo está generalmente bien con todas las labores que ejecuta cada día, es natural agradecer (Samsó, R., 2014). Si hay alguna enfermedad, la gratitud crea una fuerza benévola y amorosa que es sanadora. Samsó (2014) señala que al inicio de la práctica de la gratitud, ésta tiene que ver con la gratitud de algo. Es algo que nos despierta, y a partir de este despertar podemos intentar permanecer y poco a poco crear un estado emocional o predisposición a ser y estar agradecidos, y ya no necesitar de un motivo o estímulo particular.

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Los momentos de agradecimiento nos enseñan que todo puede ser un regalo: el grado de nuestra apertura y despertar a esta verdad es el grado de nuestra gratitud. La gratitud, es la medida de nuestra vivacidad. El despertar de la gratitud, debe de incluir el despertar de nuestra inteligencia, voluntad, y emociones (Steindl-Rast, D., 1984).

Al recibir y agradecer un regalo, se crea una interdependencia con el que da y entonces es más fácil poder tener acceso al sentimiento de Unidad, y a más agradecimiento.

Cuando descubrimos que todo es un regalo en la vida, nuestro intelecto y voluntad aprenden a reconocerlo, y nuestro sentimientos a apreciarlo; entonces existen círculos más grandes de atención plena que hacen que nuestro mundo esté más vivo (Wood, A. M.; Joseph, S. & Linley, P. A., 2007).

No es lo mismo el agradecimiento que el dar las gracias, porque el agradecimiento es más profundo y es el que motiva al dar las gracias. Cada vez que rezamos tenemos agradecimiento y que este es central en cualquier tipo de rezo. Louise Hay (1999) menciona que todos los seres humanos tienen una experiencia o saben rezar de alguna forma, por ejemplo, buscándole sentido a la vida, y esto es tratar de encontrar a Dios rezando. Sin embargo muchas veces no lo reconocemos así. Es importante reconocer la diferencia entre rezar y hacer un rezo. Un rezo se hace y se termina. Rezar puede ser una actitud de comunicación con Dios que dura todo el día o momentos largos y continuos o interrumpidos. Lo importante es rezar no el rezo. Rezar es tener disciplina, no puede ser un acto espontáneo ni solamente dejar que aparezca, sino que tenemos que tener disciplina para hacerlo en la cotidianidad con un horario (Hay, L., 1999).

La contemplación es un factor muy importante en la vida espiritual y del agradecimiento y que no puede ser entendida solamente través de la mente, sino que intervienen aspectos mucho más antropológicos del ser humano y su corazón. La contemplación no es solamente mirar, sino que incluye la visión y la acción (Steindl-Rast, D., 1984).

El bendecir también es parte del agradecimiento ya que conecta el arriba con el abajo. La visión comprensiva de nuestro corazón nos muestra que todo es un regalo, es decir una bendición, por lo tanto, la acción espontánea más natural de nuestro corazón es dar las gracias y bendecir. Nuestra razón de ser como seres humanos en lo profundo es bendecir y agradecer lo que hay. Entonces el agradecimiento se conforma por dar las gracias bendecir y alabar (Steindl-Rast, D., 1984).

Para Samso (2014) ser agradecidos nos hace más felices. Indica que hay dos tipos de gratitud: condicional e incondicional. Cuando las cosas salen como queremos, nos sentimos bien y agradecemos. La segunda es hábito de vida y actitud: o sea agradecer por todo y nada. Samso sostiene que esta actitud trae felicidad.

Emmons y McCollough (2004) estudiaron las consecuencias de la gratitud y sus profundos efectos en el bienestar físico y emocional de las personas. Advirtieron que las personas con este hábito eran más optimistas y felices. Las personas que empiezan por agradecer el día tendrán una jornada más plena, concluyen.

Agradecer los retos, problemas y dificultades es más complejo, e implica poner la mirada en el aprendizaje obtenido detrás de los problemas.

Una gran cantidad de trabajos recientes han sugerido que las personas que son más agradecidas tienen un mayor nivel de bienestar subjetivo (Wood, A; Stephen, J. & Linley, A., 2007). Las personas agradecidas son más felices, se sienten menos deprimidas, menos estresadas y más satisfechas con sus vidas y sus relaciones sociales, señalan. Las personas agradecidas también tienen mayores niveles de control de sus circunstancias, crecimiento personal, propósito en la vida, y aceptación de uno mismo. Las personas agradecidas tienen formas más positivas de lidiar con las dificultades que experimentan en la vida, siendo más propensos a buscar ayuda de otras personas, a reinterpretar y aprender de la experiencia, y a dedicar más tiempo a la planificación de cómo lidiar con el problema. Las personas agradecidas también tienen menos estrategias negativas de afrontar problemas, siendo menos probable que traten de eludir los problemas, negar que existan, culparse a sí mismos, o hacer frente a ellos a través del uso de sustancias. La gente agradecida duerme mejor, y esto parece ser debido a que tienen menos pensamientos negativos justo antes de irse a dormir (Seligman, M. E. P.; Steen, T. A., et. al., 2005).

Se ha dicho que la gratitud está mucho más relacionada con la salud mental que cualquier otro rasgo de carácter. Numerosos estudios sugieren que las personas agradecidas son más propensas a tener niveles más altos de felicidad y menores niveles de estrés y depresión (Wood, A; Stephen, J. & Linley, A., 2007). En un estudio sobre la gratitud, se asignó aleatoriamente a los participantes una de las intervenciones terapéuticas diseñadas para mejorar la calidad general de vida (Seligman, et. al., 2005). De todos stops métodos, se encontró que el que tenía mayores efectos a corto plazo provenía de una “tarjeta de gratitud”, donde los participantes escribieron y entregaron una carta de agradecimiento a alguien en su vida. Este procedimiento demostró un aumento en las puntuaciones de felicidad en un 10 por ciento y una caída significativa en las puntuaciones de depresión, resultados que se prolongaron hasta un mes después de la visita. De los seis procedimientos, el que tuvo más efectos a largo plazo fue el de escribir “diarios de gratitud”, donde pidió a los participantes que anotaran todos los días tres cosas por las que estuvieran agradecidos. Las puntuaciones de felicidad de estos participantes también aumentaron y continuaron aumentando a medida que se realizaban exámenes periódicos después del experimento. De hecho, se encontró que los mayores beneficios por lo general solían ocurrir aproximadamente seis meses después de comenzar el tratamiento. Este ejercicio tuvo tanto éxito que, aunque a los participantes solo se les pidió seguir con el diario durante una semana, muchos de los participantes continuaron realizándolo mucho tiempo después de que el estudio había terminado. Se han encontrado resultados similares en estudios de Emmons and McCullough (2003) y Lyubomirsky, et. al. (2005).

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Aunque hay muchas emociones y rasgos de la personalidad que son importantes para el bienestar, hay evidencias de que la gratitud puede ser de una importancia excepcional (Wood, A. M., et. al., 2008). En primer lugar, un estudio longitudinal mostró que las personas que estaban más agradecidas pudieron enfrentar mejor un cambio de vida. En concreto, las personas que eran más agradecidas antes del cambio estaban menos estresadas, menos deprimidas y más satisfechas con sus relaciones después de tres meses. En segundo lugar, dos estudios recientes han sugerido que la gratitud puede tener una relación única con el bienestar, y puede explicar los aspectos del bienestar que otros rasgos de personalidad no pueden. Ambos estudios mostraron que la gratitud era capaz de explicar más el bienestar que los cinco grandes y 30 de los más importantes estudios de rasgos de personalidad.

El amor y la gratitud hacia Dios están entre los signos de la verdadera religión. Debido a esta interpretación, las tendencias modernas de espiritualidad religiosa incluyen evaluaciones de agradecimiento y gratitud hacia Dios. Allport (1970) sugiere que las intenciones religiosas maduras provienen de los sentimientos de profunda gratitud y afirmó que el “sentimiento” de gratitud es una de las maneras más precisas de encontrar la presencia de Dios en la vida de una persona. En un estudio realizado por Samuels y Lester (1985) se encontró que en una pequeña muestra de monjas y sacerdotes católicos, el amor y la gratitud fueron las emociones hacia Dios más experimentadas, de un grupo de 50 emociones distintas.

En el Corán (Segovia, C., 2007) también se afirma en la Sura 14, que a los que sean agradecidos, Dios les dará mayores placeres. El profeta Mahoma también dijo: “La gratitud por la abundancia que se ha recibido es la mejor garantía de que la abundancia va a continuar”.

La gratitud también ha demostrado servir para aumentar la tendencias de una persona al altruismo. Un estudio realizado por David DeSteno y Monica Bartlett (2010) encontró que la gratitud se relaciona con la generosidad económica. A partir de estos resultados, este estudio muestra que las personas amables son más propensas a sacrificar las ganancias individuales para el beneficio común (DeSteno & Bartlett, 2010). Un estudio realizado por McCullough, Emmons, y Tsang, (2002) encontró correlaciones similares entre la gratitud y la empatía, y la generosidad.

Shinran (2010), el fundador del budismo Shin, cree que el agradecimiento debe ser la base de la fuerza que mueve a la vida. Ese despertar y esa consciencia, transforman nuestra manera de vivir, de estar con la gente, y con todas las cosas. El agradecimiento, señala, es una manera de partir al ego, es decir, de ser más espirituales.

Nuestra mente (Bloom, 2012) está atraída magnéticamente hacia lo negativo. Trae memorias difíciles una y otra vez. Trata de cambiar los resultados y de controlar. “Si hubiera sido de otra forma, esto otro hubiera sucedido…” No podemos cambiar nada, solo nosotros mismos y a nuestra actitud presente. Al pensar “qué pasará si la economía se colapsa, etc.”, la mente cree que está protegiéndonos del peligro, pero nos pone más temerosos y tensos, alejándonos del agradecimiento.

La obsesión con lo negativo puede volverse perversa, creando depresión y ansiedad. Si esperamos sufrir, eso pasará. Al final del día la práctica del agradecimiento es un antídoto para este patrón mental desastroso. Ejercitarlo nos ayuda a darle luz a las cosas buenas del día. Las personas agradecidas pueden encontrar lo bueno en sus vidas a casi cada aspecto de ella.

Todos lo sabemos, se señala, en un artículo de la revista electrónica elephant (Animus, L., 2014): la gente agradecida es más feliz, sana y satisfecha. Sin embargo, una cosa muy importante del agradecimiento es la manera en la que afecta al corazón: éste crea un campo electromagnético que se expande a más de 5 pies por arriba del cuerpo físico. Su campo eléctrico es 60 veces más fuerte en amplitud que el del cerebro. Los estudios demuestran que cuando la gente cultiva el agradecimiento y sentimientos positivos derivados del mismo, la frecuancia del corazón cambia y sus ondas se vuelven más suaves y consistentes, mientras que el stress hace que las ondas sean más pronunciadas y desorganizadas. Aunque todos los sentimientos llamados positivos crean este efecto, se demuestra que el agradecimiento es el que lo crea de manera más fácil y duradera. Esta frecuencia se contagia a los corazones y cerebros cercanos. De manera que si estamos cultivando gratitud, estamos afectando positivamente a las personas cercanas también. Cuando Jim Rohn (citado por Animus, 2014) dijo: “Eres el promedio de las 5 personas con las que pasas más tiempo”, dijo algo interesante. Nuestros cuerpos que hablan fisiológicamente, hablan más fuerte si hay gratitud. Afectamos a otros de maneras que no imaginabamos.

David Standley Dass (1984) señala que el inicio de la gratitud tiene que ver con la gratitud de algo. La sorpresa es importante. Es algo que nos despierta y que a partir de ahí podemos intentar permanecer así. Los momentos de gratuidad nos enseñan que todo puede ser un regalo: el grado de nuestra apertura y despertar a esta verdad es el grado de nuestra gratitud. La gratitud, señala (Dass, 1984), es la medida de nuestra vivacidad. El despertar de la gratitud, debe de incluir el despertar de nuestra inteligencia, voluntad, emociones.

En el Pathwork (Conf. 213, s/a) se explicita que la influencia divina se impide a través de nudos energéticamente apretados que son ocasionados por el voluntarismo la ansiedad y las corrientes forzantes, la desconfianza y el ego pequeño y limitado negándose al Ser Superior Divino. Se señala que retener forzadamente crea un sistema cerrado de energía. Dejarse en manos de Dios es aprender a vaciarse uno mismo para permitir que el proceso divino sea revelado. Soltar la insistencia por satisfacer el deseo del voluntarismo y darle margen de oportunidad al proceso creativo. Todo esto es el estado dual de la mente que prevalece en esta dimensión de consciencia en la que se encuentra la mayor parte de la humanidad. El agradecimiento suaviza este sistema psíquico y nos permite sostener mayor confianza.

Según la escuela española de educación transpersonal (Samsó, 2014) el desequilibrio entre dar y recibir crea desigualdad y deuda: si nos observamos con honestidad, descubrimos que forma parte natural de la condición humana desear devolver o compensar lo que recibimos de otros. De la misma forma, querer ser compensados cuando recibimos es natural, aunque muchas veces lo vivimos con culpa o es un deseo inconsciente. Ambos deseos, de compensar y de ser compensados, es natural en los seres humanos. Está bien observarlo sin juicio y de forma compasiva como expresión natural del ser humano. Cuando descubrimos el fluir de este dar-recibir, podemos abrirnos al agradecimiento con más espontaneidad.

Entendemos entonces que el agradecimiento es una clave muy importante en la salud física, psíquica, mental y espiritual, y que su cultivo nos trae más motivos de agradecimiento. ¡Agradezcamos pues!
Oda a las gracias. Pablo Neruda

Gracias a la palabra que agradece,
gracias a gracias
por
cuanto esta palabra
derrite nieve o hierro.

El mundo parecía amenazante
hasta que suave
como pluma
clara,
o dulce como pétalo de azúcar,
de labio en labio
pasa
gracias,
grandes a plena boca
o susurrantes,
apenas murmulladas,
y el ser volvió a ser hombre
y no ventana,
alguna claridad
entró en el bosque,
fue posible cantar bajo las hojas.
Gracias, eres la píldora
Contra
los óxidos cortantes del desprecio,
la luz contra el altar de la dureza.

Tal vez
también tapiz
entre los más distantes hombres
fuiste.
Los pasajeros
se diseminaron
en la naturaleza
y entonces
en la selva
de los desconocidos,
merci,
mientras el tren frenético
cambia de patria,
borra las fronteras,
spasivo,
junto a los puntiagudos
volcanes, frío y fuego,
thanks, sí, gracias, y entonces
se transforma la tierra en una mesa,
una palabra la limió,
brillan platos y copas,
suenan los tenedores
y parecen manteles las llanuras.
Gracias, gracias,
que viajes y que vuelvas,
que subas
y que bajes.
Está entendido, no
lo llenas todo,
palabra gracias,
pero
donde aparece
tu pétalo pequeño
se esconden los puñales del orgullo,
y aparece un centavo de sonrisa. (Chmiel, 2012)

Shree Rajneesh (1980) nos dice acerca del agradecimiento:

Si no hay gratitud en la vida humana
la ventana para volar al cielo no estará disponible
el momento en el que abres tu corazón te vuelves místico
No puedes entender como era antes tu vida
Te mueve tan profundo…
La palabra gracias se vuelve tu aura
Ahora ya es el aire vital
Porque te das cuenta de lo que recibes
Es un regalo tan inmenso y te sientes tan humilde
Qué hice yo para recibir este cuerpo, este corazón,
Para tener La habilidad de amar y vivir…
Y sigue la queja…

Existen personas que tienen la compulsión de la queja. Como una diarrea que no cesa, encuentran siempre justificaciones para quejarse “del afuera”. Se quejan del clima, del gobierno (el que sea), de la iglesia, de sus amigos, amantes, parejas, de la ausencia de los mismos, de “lo duro que está todo”‘, de la ausencia de dinero, de la falta de oportunidades, del tráfico, de la vejez (siempre prematura), del calentamiento global, de los impuestos, del alto contenido calórico de los tamales, de la navidad, de los legisladores, de la suegra, de que “con condón no se siente igual”, de que les duele, pica, aprieta, inflama lo que sea. La lista es infinita para perpetuar este ciclo que nuestro Ser Inferior o Sombra tanto goza.

Los mexicanos tenemos muchas frases que nos aseguran quedarnos en esta actitud de encontrarle imperfecciones a la vida día y noche. “Ahí la llevo”, “estoy que ya es ganancia”, “no es lo fuerte sino lo tupido”, etc.

Empecemos, pues, agradecer el misterio de la vida y sus diversos detalles… Gracias.

Bibliografia:

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