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Promover relaciones genuinas y de confianza entre padres e hijos, en la primera infancia, para que sean el detonante de verdaderos procesos de desarrollo humano

Promover relaciones genuinas y de confianza entre padres e hijos, en la primera infancia, para que sean el detonante de verdaderos procesos de desarrollo humano

Claudia Ruiz

La finalidad de este ensayo, en el marco de la celebración de los 50 años del Desarrollo Humano en México, es compartir la inquietud y convicción personal ¾y de una comunidad de profesionistas, educadoras y educadores de masaje infantil¾, la importancia y trascendencia de apostar a la intervención temprana y a la promoción del desarrollo humano en la primera infancia, así como de fortalecer el hogar y recuperar la valía de la familia como soporte y lugar de confianza y bienestar, desde donde el niño pueda despegar para desarrollarse y construir una vida plena y con sentido en sus años venideros.

Al visualizar el futuro del Desarrollo Humano en México, me parece fundamental contemplar la necesidad y la importancia de propiciar grupos de crecimiento para padres de familia y cuidadores de la primera infancia; espacios de diálogo, reflexión, aprendizaje e interacción, con el fin de apoyarlos para que tomen conciencia de la trascendencia de su labor y para que tengan mejores herramientas de comunicación. “La relación con los padres es el primer contacto grato u hostil que el niño/a tiene con el mundo, contacto que marcara de manera indeleble la personalidad y el desarrollo humano integral del mismo” (Ruiz, 2005) “Los vínculos que se establecen desde muy temprana edad, sobre todo con los padres, son fundamentales en la vida de cualquier ser humano, son estos vínculos los que dotan o no a la persona de amor, confianza, seguridad, autoestima, de motivos y razones para vivir.” (Ruiz, 2003) De aquí la importancia de crear grupos de apoyo, de formar y acompañar efectivamente a los padres en la crianza y educación de sus hijos, con el fin de que puedan tejer vínculos amorosos y de seguridad. Esos vínculos sanos hacen referencia a la base segura que señala John Bowlby (psicoanalista inglés, notable por su interés en el desarrollo infantil y sus trabajos sobre la teoría del apego), sobre la cual la persona podrá en adelante construir una vida autónoma, libre y responsable:

“A lo largo de la vida adulta, la disponibilidad de una figura de apego sensible sigue siendo la fuente del sentimiento de seguridad de una persona. Todos nosotros, desde la cuna hasta la tumba, somos muy felices cuando la vida está organizada como una serie de excursiones, largas o cortas, desde la base segura proporcionada por nuestra figura o figuras de apego” (Bowlby, 2004)

En sus teorías, Bowlby resalta extensamente “el apego” y “una base segura”: el papel que tiene en el desarrollo de la personalidad el tipo de vínculo establecido con la madre y/o cuidadora durante el primer año de vida. Subraya, una y otra vez, la gran influencia que ejerce en el desarrollo del niño el modo en que es tratado y atendido por sus padres, especialmente por la figura materna. La conducta del apego, según la perspectiva de este autor, no solo ofrece contención, seguridad y confianza, sino también la posibilidad de que el individuo no llegue a dañarse a sí mismo o a permitir que otros lo dañen. Una base segura brinda prevención y protección a la persona. Muchas patologías, aberraciones de conducta y síntomas neuróticos se deben, en buena medida, a las interacciones que han tenido lugar durante esta etapa de la vida. De aquí la importancia de crear espacios:

  • Para colaborar con padres, cuidadores y educadores a tomar conciencia sobre el impacto de los vínculos y los cuidados tempranos.
  • Para promover los valores de respeto, libertad, confianza, empatía, contención, aceptación positiva incondicional, paciencia, paz y diálogo para la interacción sana y constructiva, desde la temprana edad.
  • Para ofrecer información oportuna al respecto.
  • Para formar y acompañar efectivamente a madres y padres en la crianza y la educación de sus hijos, con el fin de que ellos puedan realizar mejor su labor, fincando y promoviendo esa base segura que señala John Bowlby; ese apego sensible que se da entre madre e hijo de manera natural pero también y, sobre todo, por la disposición y conciencia que la madre/padre va teniendo, sobre la importancia de construir un vínculo sólido y amoroso con su hijo/a.

 

Desde hace ocho años, a través de la Red de Educadores de Masaje Infantil México A.C. (una a sociación sin fin fines de lucro que tuve el honor de fundar y que presido desde entonces) un grupo de 450 educadoras/es en todo el país promovemos, desde el Enfoque Centrado en la persona de Carl Rogers y utilizando la técnica de masaje infantil de Vimala Mc.Clure, vínculos amorosos y positivos entre padres e hijos. La técnica de masaje infantil tiene sus raíces en la tradición hindú del masaje de Shantala. Es una maravillosa técnica de contacto e interacción que, por los elementos que contiene ¾la mirada, el contacto piel a piel, la sonrisa, el abrazo, la escucha activa, el intercambio verbal y los gestos¾, colabora a que los niños/as sean reconocidos desde temprana edad por sus padres como seres valiosos, únicos e irrepetibles.

Más allá de los beneficios que aporta al niño a nivel fisiológico y psicológico, el masaje es un recurso maravilloso, como lo es la lactancia materna, para promover relaciones genuinas, sanas y de respeto, entre padres e hijos. Relaciones que marcan, sin duda, un patrón sano de comportamiento en el futuro de la persona. Ya lo señalaba Harlow en sus estudios con monos Rhesus: los monos que recibían en los primeros años la empatía, el calor y la contención de sus madres, se mostraban amorosos, juguetones y sociables. Aquellos que habían crecido en el abandono, privados del calor y del cobijo de sus madres, reaccionaban con tensión, hostilidad y agresión, al entrar en contacto con otros monos. La analogía de la crianza de estos monos con la crianza del ser humano, es contundente y clara.

Los cuidados más amorosos, respetuosos y empáticos, permiten sin duda que el niño comience un desarrollo humano integral, a diferencia de los niños privados de buenos cuidados, que experimentan inseguridad, ansiedad y dificultad en su desarrollo integral. La técnica del masaje, sencilla, agradable y accesible para todos, permite a los padres conocer verdaderamente a sus hijos; aceptarles día a día en su esencia y autenticidad; no compararlos ni caer en la tentación de convertirlos en otra persona diferente de la que son. Es una aceptación que está presente y va mostrándose en ese contacto íntimo y pacífico con la madre y el padre. El masaje infantil y el Enfoque Centrado en la Persona se han fundido con profundidad y sutileza en el acompañamiento que hemos brindado a tantas familias mexicanas durante estos años. Ambos recursos nos han brindado la posibilidad y las herramientas para promover de manera seria y consistente el desarrollo humano de padres e hijos.

La técnica de masaje infantil de Vimala Mc Clure, ha sido el medio y el pretexto para suscitar un encuentro agradable entre los padres y su hijo, mientras que el Enfoque Centrado en la Persona, de Carl Rogers, ha sido el recurso educativo y relacional que asegura la calidad del encuentro. Los padres que han vivido esta experiencia nos han permitido corroborar que, sin duda, lo humano se aprende a través de lo humano. En esas caricias que nacen del alma, en esa sintonía de corazón a corazón que se logra a través del contacto, en esas miradas que se encuentran, en esos olores que se intercambian, en ese estar disponibles y presentes, los niños comienzan su desarrollo humano.

En esas experiencias de encuentro amoroso con su hijo, los padres dan muestras de lo que señala Carl Rogers en su libro “El Camino del Ser”: la comunicación genuina y profunda con sus hijos “les ha producido una sensación de expansión, dilatación y enriquecimiento, acelerando su propio proceso de crecimiento” (1980). Por su parte, al ser tocados por sus padres a través de la técnica de masaje infantil, el bebé comienza a tener certeza de su propia existencia; a enterarse, de menos a más, que hay un yo y un tú. A través de las manos de sus padres, el pequeño/a comienza a tener una noción de sí mismo, a mirarse en los ojos de ellos.

Comienza a existir, a ser real y a interactuar. Muestra de ello es la sonrisa, el movimiento agitado, la mirada atenta y alerta, la relajación de su cuerpo… momentos de empatía que marcaran una pauta favorable en las relaciones futuras de esta persona. Por estas certezas y experiencias, vividas a través del masaje infantil y la crianza con apego, quiero insistir en promover desde diferentes trincheras y a través de un sin fin de escenarios, enfoques, recursos y técnicas, procesos de desarrollo humano desde temprana edad. El objetivo es invitarlos a colaborar como facilitadores con padres de familia, sin importar raza, religión o condición social, a comprender muy a tiempo y desde temprano que la educación no consiste en llenar de conocimientos a los hijos y que la crianza no es sólo para fincar buenos hábitos y modales.

La verdadera educación y el buen cuidado de los hijos consisten en ayudarles a desarrollarse humanamente y a concebirse a sí mismos y a los demás como personas valiosas, dignas de amor y de respeto.

Estoy segura de que una persona se desarrolla mucho mejor cuando, desde temprana edad, es reconocida, respetada y amada por sus padres y cuidadores en su esencia; apreciándola y enseñándole a amarse tal y como es, a nombrar sus sentimientos y sus necesidades, a tener empatía con otros, a no competir con los de junto, sino aprender a disfrutar la relación; a tener sus propios retos, a aceptar la diferencia y a gozarla. Ojalá que mi mirada pueda ser también compartida por otros facilitadores, para así apostarle juntos al trabajo educativo y de acompañamiento en la primera infancia.

 

Bibliografía:

  • Bowlby, J. (2004). Una base segura. Barcelona: Paidos.
  • Bowlby, J. (1998). El apego. Barcelona: Paidós.
  • McClure, V. (2009). Manual para Educadores/as de Masaje Infantil. Barcelona: IAIM
  • Rogers, C. (1990). El proceso de convertirse en persona. México: Paidós
  • Rogers, C. (2007). El camino del ser. Barcelona: Kairós.
  • Ruiz, C. (2003). Un vínculo que siempre abraza. Compartiendo, 1, 11.
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