Home
“Los hombres no lloran”: Depresión masculina

“Los hombres no lloran”: Depresión masculina

Dra. Cristina Sánchez de Ita

art_noviembre_2015-1

La depresión es un tema que me ha interesado investigar dada mi formación como psicoterapeuta pero también como investigadora. Como frecuentemente ocurre a los investigadores, la motivación para estudiar algún tema en particular surge de una fuente personal y lejos de restar objetividad, según el paradigma científico positivista, desde el paradigma construccionista, el investigador reconoce que inevitablemente su subjetividad va a permear el abordaje y la lectura que haga de sus descubrimientos, y tal como lo plantea Ardoino en este proceso de producción de conocimiento, el investigador se tendrá que implicar pero también distanciar de su objeto de estudio, para poder mirarlo holísticamente.

Pues bien, mi interés por ahondar en este tema surgió de mi propia historia familiar, en donde algunos hombres muy cercanos a mí, desarrollaron depresión, y dado que la manifestaron de una manera muy diferente a como lo hacemos generalmente las mujeres, fue difícil para quienes estábamos a su alrededor, percatarnos de lo que les ocurría. Máxime porque en la cultura de género, que permea a las familias y es reproducida -generalmente sin plena consciencia-, por nuestros propios padres, dicta las formas de comportarse y de ser como hombre o como mujer; y para el caso de los varones, les impone y ensalza características como la competencia, el logro, el control emocional y sentirse invulnerables (Emslie, Ridge, Ziebland & Hunt, 2006).

Por otra parte, habría que enfocar nuestra atención a las estadísticas reportadas por Organismos de Salud internacionales como la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud , las cuales indican que existen en el mundo al menos 350 millones de personas de todas las edades, con depresión y hasta el año 2000, constituyó la cuarta causa de muerte y discapacidad a nivel mundial. Y se ha pronosticado que para el 2020, constituirá el segundo lugar, después de las cardiopatías.

En este sentido, me parece primordial que como profesionales de la salud mental y emocional, tengamos claridad no solo de los síntomas típicos planteados por la psiquiatría -como los propuestos por el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales-, sino también se conozcan y visibilicen los síntomas atípicos presentados principalmente en población masculina, con el fin de realizar un diagnóstico y tratamiento oportuno en aquellas personas que acuden a consultarnos de manera profesional.

art_noviembre_2015-3

De entrada, habría que decir que la depresión es un padecimiento, esto es, habrá que diferenciarlo de un estado de ánimo de tristeza pasajero. Incluso en algunos tipos de depresión, como la ansiógena, no está necesariamente presente el sentimiento de tristeza (Bleichmar, 1986), por lo tanto, la sola presencia de la tristeza no define el cuadro depresivo.

Ahora bien, los criterios de diagnóstico psiquiátrico plantean la presencia de síntomas típicos, los cuales pueden englobarse en lo que se conoce como la triada depresiva, es decir, son tres áreas las que se vulneran o afectan: 1) hay falta de interés (retraimiento), 2) falta de placer y 3) falta de energía. Existen otros síntomas como alteraciones del apetito, siendo lo más frecuente la falta de éste, generando una pérdida de peso importante en la persona. Así también se presentan alteraciones en los hábitos de sueño como insomnio inicial o terminal, o bien, hipersomnia. Puede haber además agitación del movimiento o al contrario, lentificación de éste. Problemas de atención y concentración, dificultad para hacer razonamientos mentales complejos. Si la depresión es mayor o profunda, pueden presentarse ideas y/o intentos de suicidio (Kaplan & Sadock, 1989).

Además del punto de vista psiquiátrico en torno a la depresión, también existe el punto de vista del enfoque de género en donde autoras como Mabel Burin (1990), reconocida feminista argentina, ha propuesto que desechemos el termino de depresión, máxime cuando se habla de procesos de salud-enfermedad de las mujeres, y hablemos más bien de malestares. Estrategia que según la autora, desarticula el discurso médico hegemónico que se ha encargado de depositar la patología mental en las mujeres y la salud mental en los hombres. En mi opinión, coincido parcialmente en la invitación que hace la autora, pues si bien el renombrar desarticula significados establecidos, considero que como clínicos no podemos negar la existencia de cuadros depresivos profundos que van más allá de malestares y que incluso pueden implicar un riesgo importante de mortalidad o suicidio y requieren ser abordados de manera multidisciplinaria. Pero volviendo a Burín (1990) ella plantea que el origen de los malestares de las mujeres responde a una serie de creencias y mandatos sociales impuestos a éstas que les provocan condiciones sociales enfermantes, por ejemplo el que “son ellas las que tienen que quedarse en casa y encargarse de las labores domésticas y/o del cuidado de los hijos y marido” impidiéndoles tener una vida plena y satisfacer sus propios anhelos y necesidades.

Ahora bien, retomando mi propia experiencia en el terreno clínico y psicoterapéutico con varones, puedo decir que no solo las mujeres presentan malestares frente a mandatos sociales impuestos para ellas, sino que también hay malestar o malestares – generalmente no reconocidos- en mucho hombres ante mandatos sociales que resultan hoy obsoletos, dadas las condiciones de precariedad económica y social prevalentes en nuestro país, pero que siguen teniendo vigencia en su subjetividad como “Ser el principal proveedor económico”, o “El no llorar, pues es signo de debilidad; y por tanto, de falta de hombría” pero sobre todo, que “Como hombre hay que enfrentar por sí mismo los problemas”.

art_noviembre_2015-2

¿Cuáles son las formas en que un hombre manifiesta su depresión?

Bonino (1997) señala que los hombres manifiestan su malestar de acuerdo a un sistema de creencias dominante que llama Normatividad hegemónica de género (Nhg), a través de la cual se le impone el ocultamiento de sus emociones, la ira es aceptada y validada, y se promueve la negación de su vulnerabilidad. Este autor afirma:

Un varón deprimido se refugia en el trabajo, bebe al levantarse, conduce peligrosamente, teme perder el control, escucha melodías “sensibleras”, pero dice que no le pasa nada. Si muestra su depresión a modo huraño, predomina su aislamiento silencioso y quienes lo rodean lo definen como siempre preocupado, enmudecido, que no acepta que le digan nada. Si la muestra a modo agitado predomina en él la irritabilidad, la explosividad y la amargura, y quienes lo rodean lo describen como si fuera un animal enjaulado, hipersusceptible, hiperactivo e inaguantable por sus exigencias (p.13).

En investigaciones hechas en otros países sobre todo en Canadá y países nórdicos (Chuick, Greenfeld, Greenberg, Shepard, Cochran Haley, 2009) se ha encontrado que la sintomatología depresiva en hombres incluye:

• Abuso de sustancias toxicas,
• Estado de ánimo irritable,
• Conducta antisocial y problemas para manejar el enojo,
• Deterioro en las relaciones interpersonales,
• Sobre involucramiento en el trabajo
• Quejas físicas o somáticas (cefaleas, lumbalgias, dolores articulares) y síntomas gastrointestinales y cardiovasculares.
• Incremento en los conflictos interpersonales,
• Dificultades y conflictos en las relaciones de trabajo,
• Autoestima lastimada por la pérdida de pareja o empleo.
• Deseo de estar solo, entre otras. (Bonino, 1997 & Rabinowitz, 2000).
Con respecto a nuestro país, la Dra. Fleiz (2010) encontró otras expresiones como:
• No mostrar dolor,
• No llorar.
• Ataques de enojo.
• Aislamiento, soledad, irritabilidad, etc.

En las entrevistas que realice a cuatro varones con depresión en mi investigación de tesis doctoral, la manifestaron bebiendo alcohol en exceso, desarrollando síntomas físicos como problemas de hígado, presentaron problemas en la respuesta sexual como disfunción eréctil, y también reportaron dificultad para manejar el enojo y se sobre involucraron laboralmente.

Vale la pena señalar que algunos hombres de mi estudio, acudieron en un primer momento a consulta con un médico general, por sus síntomas físicos y ante la falta de mejoría de su estado, buscaron el apoyo de diferentes especialistas, por lo que atravesaron una ruta crítica impregnada de insensibilidad de género y de falta de capacitación por parte del personal médico.

A partir de esto, podemos finalizar retomando los aportes de la visión humanista en el trabajo psicológico y/o psicoterapéutico, en donde resulta vital que la relación que establecemos con el paciente o consultante, esté matizada por un profundo respeto hacia la persona simplemente por el hecho de serlo. Sin olvidar que una escucha atenta y empática, libre de juicios y critica, delineará nuestro trabajo de persona a persona, sea este hombre o mujer, quien al llegar a consulta tal vez desconozca, -y quizá no ayude mucho que lo sepa-, que aquel sufrimiento y dolor silenciado y/o manifestado a través de sus diferentes formas, se le reconoce como depresión, y ante esto los profesionales de la salud mental y emocional sí tenemos la responsabilidad de estar informados y sensibilizados para detectar este padecimiento y brindar alternativas de tratamiento certeras y oportunas.

REFERENCIAS
Bleichmar, H. (1986). La depresión: un estudio psicoanalítico. Argentina: Nueva Visión.
Burín, M. (1990). El malestar de las mujeres: La tranquilidad recetada. Argentina: Paidós.
Cuick, C.; Greenfeld, J.; Greenberg, S.; Shepard,S. Cochran, S.; Haley, T. (2009). A qualitative investigation of depression in men. Psychology of Men & Masculinity. Vol. 10 (4), 302-313.
Cochran, S. & Rabinowitz, F. (2000). Men and depression: clinical and empirical perspectives. San Diego, California: Academia Press.
Fleiz, C. (2010). El malestar depresivo: una experiencia vivida por los hombres a través de su construcción de género. Tesis doctoral. Universidad Nacional Autónoma de México.
Emslie, Riedge, Ziembland & hunt. (2006). Men´s accounts of depression: Reconstructing or resisting hegemonic masculinity?. Social Science & Medicine. 62 (9) 2246-2257.
Bonino, L. (1997). Deconstruyendo la normalidad masculina: apuntes para una psicopatología de género masculino. Actualidad Psicológica Argentina. Extraído 13 de septiembre del 2004 desde www.hombresigualdad.com/decontruyendo.htm

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA
Bleichmar, S. (2006). Paradojas de la sexualidad masculina. Buenos Aires: Paidós.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía.(2009) Indicadores. Tasa de mortalidad por suicidio según sexo por países seleccionados. Recuperado de http://www.inegi.org.mx/sistemas/sisept/default.aspx?t=mvio50&s=est&c=22660.
Oliffe, J. & Phillips, M. (2008). Men, depression and masculinities: A review and recommendations. Journal Mental Health,5(3), 1994-202.

Abrir chat
Bienvenido a INTEGRA. Favor de darnos: Nombre completo, mail, y programa que le interesa, así como país/ciudad por favor.