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“La Presenciación”

“La Presenciación”

Mtra. Marilenca Bailey Jáuregui

“El silencio es el lenguaje de Dios; todo lo demás es simple traducción”, Rumi.

En PHC utilizamos 3 herramientas básicas para nuestro desarrollo personal y para estar en relación con los pacientes: arraigo, centramiento y presenciación. También utilizamos estas 3 actitudes/conductas/valores/habilidades para enseñarlas a los pacientes sin tecnicismos.

“The real meditation is how you live your life”, Jon Kabat-Zinn.

La presenciación, como es entendida y practicada en psicoterapia humanista corporal, es estar con uno mismo, en principio, para profundizar la experiencia somatoemocional/racional/espiritual que sucede en ese momento, sin juicio y simplemente acompañando lo que está. A veces, es alegría, frío, desconsuelo, lo que sea que es. El reto es poder estar presentes con lo que hay siendo conscientes de ello propositivamente. Cuando utilizamos nuestra atención y contacto para abrirnos a una verdad más profunda en nosotros, no solamente catalizamos la experiencia del amor, sino que nos convertimos en él, a partir de la aceptación total, sin deseo de cambio. Entonces la fuente del amor se nos revela dándonos cuenta de que somos poseedores internos de la misma, de manera que ya no tenemos que ir hacia algún lado a buscarla afuera.

La presenciación puede hacerse acompañando al arraigo y al centramiento en quietud o en movimiento, o sola. Puede durar una meditación larga, o puede ser un abrir/cerrar de ojos mientras bajamos de una banqueta caminando, o saliendo de la regadera. (Salzberg, 2010) (Suzuki, 2015). La presenciación, sin embargo, se practica diariamente en quietud y  silencio, adentrándonos en esas cualidades de la experiencia.

El término presenciación lo acuña C. Otto Scharmer (2007) refiriéndola como a lo contrario de la ausenciación, al no estar con… al estar en otro lado, quizá en la prisa, el juicio, la memoria, etc. pero no aquí con… es un ausentismo, ya sea real o presencial. Este ausentismo o ausenciación de nuestra experiencia causa dolor, confirma abandonos pasados, nos hace estar fuera sin saber quiénes somos ni qué necesitamos, y es una  conducta  samsárica, o sea que causa sufrimiento a los demás y a nosotros, y perpetua la neurosis. Al desarrollar la presenciación, es decir estar conscientes de que estamos conscientes, como habilidad para los psicoterapeutas y para el alumno que se prepara para serlo, vemos que se incrementa y mejora con la práctica y con la disciplina de la práctica diaria.

Lo que es muy importante es ver como “al regresar a mí” desde el afuera, puedo darme cuenta de que estoy a kilómetros, o que estoy a unas cuadras, o en la habitación de junto. Cuando hago presenciación propositiva, me invito a bajar/entrar en un presente cada vez más puro: hay lo que hay. Este acostumbrarnos a percibir que “hay lo qué hay”, al principio asusta, duele, porque no es como quisieramos, etc., pero al no reaccionar tanto a ello, al sensarlo y respirar, obtenemos mucha más paz, ya con menos berrinche, y por lo tanto con más presenciación. Esta habilidad apoya al arraigo y al centramiento. Las tres se complementan y fortalecen. (Thích Nhất Hạnh, 2016)

“Se un testigo no un juez, enfócate en ti mismo y no en otros, escucha tu corazón y no a la muchedumbre”, Rumi.

No podemos transformar ni sanar nada si no entendemos también con el corazón, no solo con la mente. Para entenderlo así, hay que tener curiosidad integral. Esta curiosidad nos da la posibilidad de tener empatía y conexión profundas primero con nosotros, y luego con otros. Cuando podemos acercarnos a observar el proceso de los pensamientos, ya no somos tan esclavos de ellos. El trabajo personal interno nos da un acceso a un cúmulo fluido de experiencias participativas en la vida, y significa que nuestras capacidades relacionales crecen y estamos menos fragmentados.

Estamos menos polarizados y somos más capaces de sostener la polarización existente. Podemos sostener el conflicto y acomodar las diferencias. Esto quiere decir que nuestra contribución natural se va a volviendo más unificada. Estando menos polarizados dentro, proyectamos menos polarización afuera: es una manera más encarnada de vivir; es lo que se dice como: “walk the talk”. Esto es muy importante y trascendente. (Rogers, 1961) (Kabat-Zinn, 2023)

“La meditación no es algo para querer ir para otro lugar”, Jon Kabat-Zinn

Para trascendernos tenemos que amistarnos con nosotros, no nos podemos “autobullear” hacia la trascendencia: por eso la observación fenomenológica y aceptante es fundamental.

(Husserl, 2012), (Rogers, 1961). Al hacer presenciación diariamente no sabemos con qué nos encontraremos, a veces es aburrimiento, a veces es enojo o muchas lágrimas, etc. Lo importante es hacerlo diario para abrir la posibilidad de darnos cuenta y de ampliar la consciencia limpiando lo que aparece. (Thích Nhất Hạnh, 2016), (Chödrön, 2003)

“Your body expresses what your mind suppresses” (tu cuerpo expresa lo que tu mente reprime), (Lowen, 1994) por eso estamos en contacto con el cuerpo para atenderlo y sentirlo dándole un lugar y comprendernos.

Cuando estamos en presenciación aquí y ahora rompemos con la continuidad de la historia pasado/presente/futuro que nos hemos contado y repasado tantas veces, y podemos observar otras cosas, liberándonos de la cadena de la repetición, y creando más consciencia. Esto debe acompañarse de un proceso meticuloso de psicoterapia corporal que apoya el permitirnos entrar a lo evitado, al enojo, a la tristeza, a lo desagradable, a lo hermoso, para atravesarlo, sentirlo y poder trascenderlo, es decir procesarlo y darle su lugar. Aprender la lección que trae, satisfacer necesidades pendientes, poner límites que faltaron, etc. y liberarnos de las ataduras/creencias de nuestras neurosis basadas siempre en la separatividad. (Tolle, 2020) (Kabat-Zinn, 2013)

Cuando se trabaja la necesidad de control, la inquietud mental baja, y podemos incrementar el estar y el observar(nos), comprendiendo qué necesitamos y qué no.  La claridad puede aparecer al ver qué es lo podemos y lo que no podemos cambiar, de manera que el sistema nervioso se calma. Todo esto se va apreciando en presenciación:  dándonos la presencia y seguridad que necesitamos para vernos y aceptarnos en lo profundo, quizá por primera vez.

Cuando practicamos centramiento y presenciación, lo hacemos primero para nosotros, pero en la medida que calmamos el pensar y lo observamos prendiendo la luz interior, esta experiencia se irradia hacia afuera del campo y contagia socialmente.  (Husserl, 2012) El espacio/tiempo se amplia y nuestra consciencia también. Aprender a ser testigos y observadores fenomenológicos de los sentimientos, pensamientos, sensaciones, inquietudes, memorias personales, es un paso insustituible para poder ser testigos en procesos psicoterapéuticos con pacientes y grupos. Ser testigos es la forma más sutil de intervención, y una de las más profundas. Parecería que es algo callado y aparentemente inactivo, y puede parecer que nada pasa.

Pero cuando hay escucha profunda y presencia real (presenciación), en la relación en un momento dado, cambia el campo comunicacional y la cercanía. (Rosenberg, 2019) (Brennan, 2012) La confianza crece y es posible sanar heridas, traumas, carácter, vínculos carentes, etc. con alguien. Cuando el terapeuta está presente y está consciente de que está presente (está en presenciación) el efecto es muy profundo en la calidad de las intervenciones y el nivel empático. Hay corregulación. (Molina, 2024) El trabajo  psicocorporal y somático tienen  una profundidad  y efecto mucho más  profundo y  duradero. Un hermoso resultado de soltar la expectativa de lo que debería ser, es tener la experiencia de cada momento como algo suficiente tal cual es, que nos permite estar presentes en esta experiencia aquí y ahora con tal claridad y libertad, que este preciso momento es vivido como algo profundo.

Practicar todo esto con nosotros mismos  cotidianamente  es “desempañar los  vidrios de nuestra percepción desde  dentro”, para  ver  con más  claridad  el adentro y  el afuera. Se limpian la percepción externa y la propiocepción interna,  dándonos más  estabilidad y  una comprensión  más grande  del  “sentido  de  realidad”. (Vaena, 2022)

La consciencia que buscamos nunca aparece cuando estamos moviéndonos mucho, sino en quietud o en movimiento calmado. Las respuestas que  con  tanto  ruido  buscamos  en el mundo  externo,  aparecen y  se  dibujan  en  quietud  y  silencio. (Thích Nhất Hạnh, 1992)

“Cuando te descubras en una situación difícil o peligrosa o cuando sientas que te has perdido, puedes practicar la toma de refugio. En lugar de entrar en pánico o sumirte en la desesperación, puedes depositar tu confianza en el poder de la auto comprensión y de la autocuración y mostrarte amoroso contigo. Siempre puedes establecer contacto con tu isla interna y tomar refugio en ella. Es una isla de paz, confianza, estabilidad, amor y libertad. Y, para conectar con ella, no tienes que desplazarte a ninguna parte. Todos queremos sentirnos seguros y protegidos. Todos queremos sentirnos tranquilos. Refúgiate en el buda que hay en tu interior, cuando una situación te inquiete, te desborde y te haga sufrir.

Cada uno de nosotros lleva en su interior la semilla de la budeidad, la capacidad de estar tranquilo, de ser comprensivo y compasivo, y la posibilidad, en consecuencia, de tomar refugio en esa isla interna segura que alienta nuestra humanidad, nuestra paz y nuestra esperanza. Este tipo de práctica nos convierte en islas de paz y compasión que pueden resultar muy inspiradoras”. (Thích Nhất Hanh, 2016)

Cuando nos damos y tomamos nuestro espacio cotidiano para  esta práctica, podemos  diferenciar mejor entre 2 tipos de cansancio: el que requiere de descanso y el que requiere de  paz.  Los atendemos de manera diferente. Veremos con más detalle cuál es la necesidad actual concreta. La sanación puede ser difícil si solo la buscamos afuera, porque nuestra parte infantil quiere seguridad, el adolescente interno está enojado y quiere justicia, y el adulto está cansado/decepcionado y quiere paz. Hay guerra interior y muchos berrinches  en la mayoría  de las neurosis y  caracteres. Hay  que  escuchar a  todas las partes,  sentirlas dándoles su  lugar  y reagruparnos  con  mayor  comprensión y  madurez como  en la práctica  de  kaya sthairyam (Verma, 2023) que prepara a la mente y al  cuerpo para la meditación a través de la estabilidad y la quietud.

“…es un silencio profundo y absoluto: un silencio conclusivo que se contempla a sí mismo…”, Haruki Murakami.

Hay mucho poder en la pausa. La música, sin pausas, sería puro ruido. Perdemos el miedo al silencio y al “no hacer nada” y simplemente estamos estando.  Esa es la idea. Poder darnos el tiempo de observar cuál es nuestra actitud y su contexto, es la clave a la libertad y la salud. La experiencia de “estar siendo y estando” tiene que ser sentida, no pensada. La curiosidad es muy importante, ya que quizá nos estemos dando el tiempo de “estar con” que no tuvimos originalmente en nuestro desarrollo, y nos cuesta tomarlo.

Para sanar y crear soluciones, o respuestas diferentes a nuestros patrones repetitivos y samsaricos, necesitamos crear espacio, sino estamos implementando soluciones del pasado y actuamos desde la presión y no desde la necesidad real y actualizada. No es solo lo que hacemos lo que determina el resultado, sino la intención que está detrás. Observar nuestra intención verdadera requiere de tiempo/espacio sin juicio, honestidad y veracidad, así como flexibilidad y fuerza para aceptarlo.

“El mejor regalo que puedes darle a alguien es tu verdadera presencia”, Thích Nhất Hạnh

Al presenciarnos en quietud y silencio, nos vamos dando cuenta de que la separación entre nosotros “y lo otro” es creada y muchas veces falsa. Dicha frontera se va haciendo flexible y no está hecha ya de tanto miedo, sino de amor aceptante. La separación de las partes de citta (que en hinduismo, se refiere a la mente, corazón, pensamientos etc. que conforman la conciencia) se da porque consumimos chatarra por todos los sentidos, como con la comida. Se crea con el miedo y la prisa crónicas, con la separación individuo-medio ambiente que tanto sufrimiento y polarización crean. Se crea por ignorancia y  superficialidad.

Al hacer presenciación, estamos recordando y observando nuestra resiliencia  (que  es psicocorporal) que es una respuesta que sucede de momento y que no es lo mismo que un plan de superación a largo plazo. La famosa sabiduría organísmica y tendencia  actualizante tan  fundamentales  en  la  filosofía humanista para  describirnos más allá de las  formas. (Rogers,1961)

Si  estamos respirando más despacio y más lento, vamos llevando a los sistemas endocrino, respiratorio, nervioso, etc. a un lugar de presencia, en lugar de hipervigilancia. La experiencia es presente (Tolle, 2020) y entonces la percepción/propiocepción se va agudizando y se presenta de muchas maneras, como puede ser  en  los tres estados  de Shiva la diosa hindu: Rudra, Hara, y Sadashiva , que representan los tres estados fundamentales del crecimiento humano: en donde en el primer  estado hay quietud pero hay actividad. En el segundo hay menos actividad y en el  tercero hay una quietud muy profunda. Si practicamos arraigar el estado de Sadashiva,  de quietud/silencio profundos,  iremos  sembrando  una paz personal/colectiva más  sostenible. Esto es  parte  de  ser  agentes  de  cambio.

Muchas veces la tensión opositora a la  presenciación proviene de tratar de ser quien creemos que somos o deberíamos  ser,  y la relajación/aceptación viene de ir encontrando quien realmente  somos. No  se  combate dicha  oposición,  se vive.

En  grupo, al percibir la inmensidad y lo limitado  de nuestra  experiencia en  presenciación, desarrollamos la  capacidad de  ser  testigos/observadores, que  en  realidad constituye  una  forma  de intervención muy  profunda, ya  que al principio parece  que no pasa nada, parece  todo inactivo. Cuando  esto  se prolonga, hay una  escucha más profunda y más presencia   en  la  habitación; el  campo  relacional y  comunicacional  cambia y  se  crea  algo íntimo:  más  sólido. El  efecto  es poderoso y  sutil.

“Vivimos perdidos entre las nubes de los pensamientos y emociones. Otra vida empieza cuando se pasa por el silencio”. Claudio Naranjo

Hay un concepto japonés, que se llama yutori que quiere decir darte espacio: es irte suficientemente temprano, de manera que cuando llegues allá, tengas tiempo de estar y de ver. Crear  espacio interior, menos  jaloneo, menos prisa: esa  es la  idea al  crear orden y limpieza emocional y de pensamiento. El  arte  de la amplitud interna/externa que  crea consciencia.

Al estar para nosotros y observarnos  en presenciación,  nos  damos  cuenta de que  “poner límites” no  solo  es  un  asunto  con  el  exterior y  en  relación,  sino  que  es  un  asunto  de  ser  responsables y  plantear límites con nosotros  y  poder  sostenerlos. Esto nos  lleva a  ver  cómo proyectamos esa responsabilidad  afuera para  que nos  cuiden,  sin hacerlo nosotros. Haupt (2025) plantea que una importante forma de autocuidado es la de ponernos límites a nosotros, es decir, tener claridad con respecto a lo que queremos, necesitamos y saber cuáles temas no son negociables.

Hay varios tipos de límites, desde los límites físicos para proteger nuestro propio espacio, así como límites externos para comunicar qué es lo que es adecuado para nosotros. Es importante diferenciar los límites de una petición. Los límites no tienen que ver con controlar la conducta creencia o pensamiento de otras personas, sino con tomar acción para protegernos a nosotros mismos. Se recomienda entender los límites como nuestras propias reglas de  involucramiento y no solo como los demás deberían de tratarnos. Si no ponemos límites claros, es fácil que nos estresemos y podamos acumular resentimiento.  Si los  respetamos  hacia  adentro, y  comunicamos  claramente hacia  afuera, la autoestima crece y  tendremos un sentido de autocontrol emocional y físico mayores.

En presenciación podemos detenernos a recordar cómo es que no hemos respetado nuestros propios límites, diciendo que sí muy pronto o diciendo que no muy pronto, observarlo, sentirlo, etc. nos hace poder respetar nuestros propios límites de autocuidado con más facilidad. Un buen ejemplo que todos podemos utilizar para mantenernos y ponernos límites sostenidos es nuestro horario de acceso a las redes, o no teniendo tecnología de ningún tipo en nuestra propia recámara.  Es un error pensar que los límites son algo que ponemos solo hacia fuera y que los demás deberían de respetar sin antes poder autocontenernos y auto gestionarnos en nuestros propios límites. Tampoco  se  tendrían  que  poner desde el  hartazgo o el  enojo,  sino  desde la  fuerza  sostenida y  respetuosa. Al aprender a  autocontenerme en mis propios límites, sostenerlos  en  relación y comunicándolos con más claridad se hace menos difícil.

Durante la psicoterapia, o en relación  en  general,  es importante observar la calidad relacional entre nosotros y la energía que está en medio. Esto es muy importante debido a que cuando estamos en  reciprocidad,  la energía fluye sin esfuerzo; cuando estamos desconectados, se siente como una válvula que se cierra. Poder observar estos cambios energéticos es importante  y  se  va haciendo más  fácil: es importante para poder ser maestros en la presenciación compartida en una sesión de psicoterapia y estar en “flow” y en “no flow” aceptando lo que hay (tuyo, mío y nuestro). (Brennan, 2012)

El silencio no es la ausencia de ruido, sino que es un espacio que permite y le da lugar al ruido y lo contiene: es donde empezamos a oírnos. La hora nada tiene que ver con el tiempo, sino que es otra manera de llamarle al estar consciente de su paso. (Spira, 2014).  La quietud física, contiene  todos los movimientos y los  alberga. No es pasividad.  Todo  esto  al practicarse le  va  dando  sentido a la presenciación.  La mente va dejando sus  cualidades de  reactiva e impulsiva. (Corbin, 2019)

El centramiento,  el  arraigo y la presenciación no son propiamente una meditación, ni un ejercicio mental, ni una  técnica que se hace con propósitos como el de desarrollar algún antídoto hacia estados afectivos, u obtener ciertos estados específicos, estar relajados o resolver problemas, ni reducir el estrés, ni trabajar el trauma, ni ser feliz, etc.  Muchas veces  estos objetivos  se logran, pero no  son  el propósito. Tampoco se trabaja con visualizaciones o frases que nutren el desarrollo espiritual de alguna virtud específica; simplemente es estar abiertos a observar lo que está pasando sin apegarnos o rechazar nada. Es estar. Practicamos nuestra capacidad de aceptar, muchos pensamientos, sentimientos, emociones, recuerdos, sensaciones,  etc. Es importante recordar que una persona que evita la incomodidad se convierte en esclavo del confort. No estamos buscando desarrollar solamente la mejor versión de nosotros mismos, sino que estamos buscando que la peor versión de nosotros sea profundamente aceptada por fin. (Chödrön, 2003)

Al ir practicando los fundamentos de la presenciación, el arraigo y el centramiento, vamos construyendo nuestra capacidad de crear espacios seguros y coherentes para poder trabajar, trauma, carácter, etc. y para sostenernos en el proceso de sostener.

“Presence actually leads to happiness”, Dan Siegel

Al practicar la presenciación podemos ir desarrollando el auto acompañamiento y la auto comprensión fundamentales para nuestra formación y desarrollo, rumbo a la autocompasión. (Dalai, 2019) Vamos percibiendo la realidad más maduramente, en donde ya no la percibimos como un actor teatral en donde somos siempre el centro, sino que permitimos que la vida nos sorprenda un poco más con sus múltiples variantes: aprendemos.

Lo opuesto a la evitación (tan conocida y con tan malos resultados) es la apertura a lo que hay: cambios, ideas agradables, sensaciones y sentimientos hermosos, desgarradores, etc. Neuromuscularmente pasamos de la contracción crónica o coraza neurótica y repetitiva, a la expansión crónica y voraz sin límites y que tanto descarga, a la tensión flexible y suave que está cambiante y alerta, y se sostiene. Es la apertura a la experiencia.

Algo importante y paradójico en la sanación y la ampliación de la conciencia, es que éstas ocurren precisamente cuando soltamos, contactamos profundo y  observamos,  en vez de trabajar más la fuerza de voluntad o el esfuerzo por quitarnos lo que no es deseable. Es la  teoría paradójica  del  cambio. (Beisser, 1970)

Matthieu Ricard (2004) nos  recuerda  que  si tenemos una falta de libertad interna, cualquier experiencia sensorial  nos puede atrapar; por otro lado, si sabemos cómo mantener nuestra libertad interior, podemos tener la experiencia de vivir esa sensaciones dentro del momento presente en un estado de bienestar que está libre de expectativas y de apego. La presenciación otorga un poco más de espacio interior para crear esta libertad.

“Calmness is the cradle of power”, Josiah Gilbert Holland

Tara Branch (2014), señala que no podemos tener una experiencia de libertad plena y de corazón abierto, hasta que podamos entrar en el propio cuerpo, sin embargo, es importante recordar que entrar al cuerpo y tener conciencia de nosotros, puede ser muy difícil al principio debido a las experiencias emocionales y físicas que esto trae.  (Wolf, F., 1999) Podemos empezar, para ir entrando al centramiento al arraigo y a la presenciación paulatinamente, por caminar en la naturaleza, o unir nuestras manos en el corazón y en el abdomen para sentir la respiración y nuestro propio ritmo, etc.,  así  como  estar  en  contacto  con el  arte. Sensibilizarnos es importante. La forma amable en la que nos asomamos a estas prácticas es parte del resultado. No necesitamos hacerlo perfecto, ni todo de golpe. El poco a poco es clave.

“La oración no es para impedir el invierno, sino para permitir el verano”, Góspel of Philip

Cuando hablamos de psicoterapia corporal, por lo general, imaginamos  movimiento y expresión. El cultivo  de la quietud,  sin embargo,  es  fundamental para  que  el  movimiento  promueva la  consciencia y  no  sea  solo  compulsivo  como  muchas  veces lo es  en la  vida  y  en la  terapia  corporal sobre expresiva. Para sanar y  crear  soluciones nuevas necesitamos  crear  espacio;  sino,  estamos  empleando  soluciones del pasado y  actuamos desde la presión  y no  desde la necesidad  real  y  actualizada. Al crear espacio estamos permitiéndonos  habitarlo y observarlo,  desmitificarlo,  y  simplemente estar y ser. La tendencia acumulativa, compulsiva, oral desmedida por lograr algo,  se  aplica  también al  centramiento,  al arraigo  y a la presenciación, y a toda conducta que nos  lleve a un mayor  estado de  salud.

Esa impulsividad por lograr resultados es lo primero a  observar en  presenciación: querer hacerlo rápido y  bien.  Muchas veces veremos que  queremos  complacer a alguien. No es solo lo que hacemos lo que determina el resultado sino la intención que está detrás. Es necesaria nuestra curiosidad para  permanecer observando sin  empujar, y  ver cuál  es la  intención verdadera.

Según  Chopra (1988), la conciencia organiza su actividad en respuesta a la atención y a la intención. Aquello en lo que ponemos la atención se llena de energía; aquello de lo que apartamos la atención pierde fuerza. Por otro lado, la intención es la clave para la transformación. Puede decirse que la atención activa el campo de energía y que la intención activa el campo de información, lo que da lugar a la transformación. (Goswami, 1995)

Cuando estamos en  presenciación  rompemos  con la  continuidad  de la historia  lineal pasado-presente -futuro que nos hemos  contado y  repasado  tantas  veces,  y  podemos  observar otras  cosas,  liberándonos de la cadena de la repetición, y  creando más  consciencia.  Esto debe acompañarse de un proceso meticuloso de psicoterapia  corporal  que  apoye el permitirnos entrar a lo  evitado, al enojo, la tristeza, y lo  desagradable, para  atravesarlo,  sentirlo y  poder  trascenderlo, es decir procesarlo y darle  su lugar.

Las sustancias adictivas nos sacan de la realidad y la meditación nos mete en la realidad ya que estamos suficientemente intoxicados por la ignorancia, el enojo, el apego y el sufrimiento. La represión/negación emocional puede ir cediendo.

Invitemos a la capacidad de simplemente respirar, sin el peso de nociones preconcebidas, solamente existiendo en el momento e intentando renunciar por un momento a la mente que lo sabe todo.  Es poder considerar la experiencia antes del juicio, antes de la formación de la idea, antes del conocimiento. La respiración es representada por la esencia del ser en un estado anterior al conocimiento.

Más que incrementar nuestro creer, hay que nutrir nuestro Saber integral, es decir, nuestra propia experiencia que nos lleva a otra dimensión que tiene que ver con preguntarnos y con tener curiosidad. La  creencia en cambio, nos deja en un estado fijado de la mente que es destructivo de la inteligencia humana, y toda la religiones se basan en creencias preconcebidas que tenemos que adoptar y creer. La ciencia se basa en la evidencia de la experiencia y la duda. Por eso la invitación es a fijarnos en la experiencia presente, tratando de ubicarnos antes del pensamiento y antes de la idea preconcebida,  antes de la fe y la creencia, para dudar y tener curiosidad.

En  presenciación podremos ir quitando el  velo para observar cómo somos nosotros mismos quienes se cruzan en nuestro camino: vemos  nuestra  neurosis  con más  detalle. Podemos poner atención al espacio entre los objetos más que en los objetos mismos.  Atención al “espacio  vacío” entre las  cosas. Es este espacio entre objetos que nos da armonía, y relación tiempo-espacio. Podemos hacer una pausa y descansar: es el espacio vacío el que le da sentido a la presencia, es decir, es la ausencia, lo que le da sentido a la presencia. Es el espacio el que le da sentido a la presencia. Si solo ponemos atención a los objetos sólidos, empieza a crearse una tensión en nuestra percepción y sistema nervioso. Nos volvemos rígidos. Es este espacio entre objetos que nos da armonía, relación tiempo/espacio, y podemos hacer una pausa.

El sistema  parasimpático  descansa. Si solo ponemos atención a los objetos sólidos, empieza a crearse una tensión en nuestra percepción y sistema nervioso: stress. Podemos contemplar los patrones de nuestra propia vida y crear un compromiso de autocuidado para que nuestra visión naturalmente se pueda expandir no solamente en nuestro asunto individual, sino hacia  poder incluir el sufrimiento de otros: la bendita  compasión. (Capra, 2010).

Si estamos combinando la capacidad de auto observación, acompañada de un proceso de psicoterapia humanista corporal y además estamos haciendo presenciación,  arraigo y  centramiento como una disciplina personal, podemos contemplar los patrones de nuestra propia vida y crear un compromiso de autocuidado para que nuestra visión naturalmente se pueda expandir.

Si bien la práctica de presenciación tiene que ver con el desarrollo espiritual, es muy importante darnos cuenta de que lo espiritual no está contrastado con lo material ni están en oposición, ya que nos pueden hacer pensar que necesitaríamos renunciar a lo material para entrar en la búsqueda de lo trascendental o espiritual, o pensar que lo espiritual es bueno y lo material es malo,  etc.  Esto nos lleva hacia el escapismo o hacia el bypass espiritual. El reto  es poder  existir  en lo material y en lo  espiritual simultáneamente,  descubriendo que no hay  dicha  separación. (Dossey, 1865)

Lo que se puede observar en las personas que  han practicado por tiempo algún tipo de meditación seriamente, es que la vida es más simple en su percepción, y sus aspiraciones también lo son no por ser más conformistas, sino todo lo contrario, pero se comienza naturalmente a practicar algún nivel de renuncia que va más allá del mundo mental, verbal o material . Podemos con más frecuencia durante el día, emanar la buena voluntad o buen deseo que es metta ó “loving kindness”.

La enfermedad es no saber quedarse quietos o no saber moverse; la quietud propositiva de la presenciación es para  encontrar un balance adecuado entre quietud y movimiento. La creencia cultural y caracterológica que todos tenemos por querer hacer y tener… está basada en creencias originales muy dolorosas de no ser suficiente. Es sustancial trabajar este dolor, este enojo y la creencia alojada en el cuerpo y mente para poder crear/vivir vidas más satisfactorias.

La única certeza en la vida es que la incertidumbre será nuestra constante compañera. Lo único que no cambia es el cambio mismo. Y ni siquiera podemos estar seguros de ello. La incertidumbre no es negativa ni errónea – es el camino. La mente no puede conocer el futuro – sólo puede adivinar, imaginar, soñar. Todo lo que parece tan sólido se vuelve dudoso, sin previo aviso. La vida nos “cambia la jugada” cada que lo decide. (Foster, 2009)  El éxito puede convertirse en fracaso de la noche a la mañana. Los absolutos se vuelven relativos en un abrir y cerrar de ojos. Las estructuras familiares, las cosas que dábamos por sentadas. La tendencia neurótica actual de la gran mátrix, es dar la espalda a esta incertidumbre, distraernos, ser indiferentes y calmarnos, y huir lo más rápido posible. Pero en la incertidumbre esta la posibilidad  de dejar ir, de salir de la historia y poner atención a este momento presente. (Byung-Chul Han, 2023)

“Simplemente sentado en quietud puedes cambiar a ti y al mundo”, Jon Kabat-Zinn

El principal objetivo de la presenciación tiene que ver con la quietud y el silencio para  incrementar nuestra auto observación no  enjuiciante,  y  estar  relajados y  alertas a la  vez.  Lo que se puede observar con las personas que lo han practicado por tiempo, es que la vida es más simple en su percepción, y sus aspiraciones también lo son, no por ser más conformistas, sino todo lo contrario, ya que se comienza naturalmente a practicar algún nivel de renuncia que va más allá del mundo mental, verbal o material . Ponen más énfasis  en  ser,  que  en  tener o hacer. (Fromm, 1993)  Podemos con más frecuencia durante el día, emanar la buena voluntad o buen deseo que es la  maravillosa emanación de metta. (Khema, 1999)

Dice un  dicho: “Find ease or find disease” (encuentra la  quietud o  encuentra la  enfermedad). Poder  darnos el  tiempo  de  observar  en quietud, cuál es nuestra actitud y  su  contexto,  es  una clave a la libertad. La  experiencia  de  estar  siendo,  debe  ser  sentida, no solo pensada: es somática y  emocional. La quietud y la acción no son principios absolutos, sino relativos y complementarios. Ante el movimiento es importante buscar descanso y quietud, y en la quietud poder estar atentos y observantes. Empezaremos a sentir y esto incluye todos los sentimientos, para no caer en la trampa para evitar algunos sentimientos o sensaciones desagradables y fomentar solamente “los positivos”.

Es entender y observar cómo funcionan nuestros sentimientos y lo que producen: esto nos va dando libertad cada vez mayor ya que se trata de ir encontrando una sana distancia entre poder observar y sentir lo que nos está pasando en el presente, y el rechazo o el apego a ignorar nuestros sentimientos.  La consciencia de los sentimientos nos hace conocer la naturaleza del cuerpo y de la mente que los producen, para poder generar compresión y una sensación de interconexión en general. Al crear metta o Loving kindness, generamos sentimientos del corazón para la paz y el bienestar para nosotros y otros. Es profundamente revolucionario.

Al practicar centamiento, presenciación y arraigo, vemos la necesidad de priorizarnos primero a nosotros mismos y poder establecernos sólidamente dentro de nosotros, antes de estar tratando de cumplir y lograr compulsivamente cuestiones en el mundo externo, lo cual será desastroso si se está haciendo desde un lugar que no es sólido y no tiene sentido: tenemos que establecer quiénes somos. Desde la compulsión, dar terapia es muy barato y  desacredita el oficio y la  profesión. No es ético y desgasta mucho. (Rinpoche, 2015), (INTEGRA, s.f.)

Al situarnos en el presente, diferenciamos el buen vivir del vivir mejor, es decir, poder agradecer y bendecir el bien vivir nuestro que tiene que ver con profundidad, agradecimiento, compasión y entusiasmo y alegría de vivir.  Valorar lo simple y cotidiano. El vivir mejor puede ser la compulsión por tener más cosas y se confunde con calidad de vida, acelerándonos en el consumismo que tanto  nos  consume. No me refiero, desde luego,  a personas  que no  tienen  sus  necesidades  básicas  resueltas: ellos  deberían  vivir  mejor sin  duda.

La percepción es personal y depende de nuestros sentidos y de la interpretación de estos. Este “collage” personal está teñido de creencias,  muchas veces falsas,  sentimientos,  historias, dolor, evitación,  gozo,  interpretaciones, etc. Al practicar presenciación, podemos aprender a observar nuestra percepción/propiocepción para ampliar nuestra conciencia,  y pasar de la percepción  simple, a la perspectiva de observar al mundo más  grande: ir a ver “la maqueta completa” sobrevolando la  zona,  evento,  etc. pudiendo  incorporar mas  factores  contextuales y  de otras perspectivas. Esto no se puede  lograr  sin pasar  por  el  contacto  con  nuestras  sensaciones y  sentimientos presentes.

Ryunosuke Koike (2021) señala que muchas  de  nuestras  penurias son  el  resultado  de  pensar  demasiado: en  cambio,  dice,  cuando nos  enfocamos  en nuestros  sentidos, y reentrenamos nuestros  cerebros y  cuerpos, empezamos a  eliminar el  ruido distractor de nuestras  mentes, y a los pensamientos  negativos.

“You should sit in meditation for twenty minutes every day – unless you’re too busy; then you should sit for an hour.”, Old Zen adagio

 

BIBLIOGRAFÍA

Branch, R. (2014) Aceptación radical. Gaia Ediciones.
Brennan, B. (2012) Hágase la luz: manos que curan 2. Ediciones Martínez Roca.
Byung-Chul Han (2023) Vida contemplativa. Taurus.
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