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La Energía Universal

La Energía Universal

Sandy Ruiz
Octava Generación Chiapas.

Física cuántica

Antiguamente, los fenómenos intentaban explicarse a través de la observación y la formulación de hipótesis. Bastaba una idea, la curiosidad o el interés creativo como eficaz invitación al estudio de los diversos fenómenos para así abrir paso a nuevos descubrimientos o teorías de tal modo que pudiera estructurarse una explicación o interpretación universal ante lo desconocido.

La ciencia, actualmente pretende describir la realidad y explicarla mediante un conocimiento crítico y formulando leyes que son “proposiciones universales que establecen bajo qué condiciones se producirán ciertos hechos, permitiendo de este modo la predicción de los fenómenos”. Esto por supuesto ha traído consigo la especialización, ante la cual se objetivizan los contenidos y por ende la tendencia a despojarnos de sentimientos, sensaciones y emociones al sistematizarlos e intelectualizarlos. La física, por ejemplo, por un lado nos acerca al conocimiento de los elementos materiales que constituyen la “Naturaleza próxima”, y por otro lado, intenta investigar el origen del Universo y su evolución mediante modelos analíticos teóricos, recurriendo a la abstracta razón que tan útilmente nos proporciona la herramienta de las matemáticas. Los físicos se valen de la investigación en su vertiente fundamental o aplicada, dependiendo de si son teóricos o experimentadores. En cualquier caso, su objetivo, tal vez utópico, es el de construir un modelo capaz de resolver todas y cada una de las cuestiones que se pueden plantear desde la relatividad general. En este momento, sin embargo, no parece posible un modelo físico-teórico que contenga a la vez, las fuerzas que interrelacionan la materia con la energía.

La física clásica la estableció Newton como respuesta al sentido común. La materia se puede evaluar, se precisa su posición y su comportamiento, se prevén los movimientos y velocidades, sus energías y sus resultados. Las ondas eran elementos de segundo orden en comparación con las partículas que por sí solas eran suficientes para conformar la materia. La física clásica no intuyó con la perspicacia necesaria, las posibilidades de las ondas actuando como partículas, al no conocer estos elementos subatómicos, a la vez extremadamente cercanos y lejanos, pero vinculados estrechamente a la vida de los átomos. No fue más allá del horizonte molecular.

Por su parte, La física cuántica establece que “las partículas elementales, constituyentes del átomo, no son elementos esencialmente reales dada su imprecisión existencial. Si no que se pueden comportar como partículas en un momento dado y como ondas en el siguiente o en el anterior. Existen en un espacio y un tiempo que no reconoce el presente, saltan del pasado al futuro, y a la inversa. El presente material sólo es reconocido como una necesidad y una arbitrariedad de la observación humana. No obstante, contradictoriamente, las partículas elementales y las ondas exigen su derecho de ser el fundamento de la materia. Esta disyuntiva generó el Principio de Incertidumbre propuesto por Heidelberg, que expresa que no hay ningún elemento que exista en un lugar y en un tiempo determinados. Por tanto, la velocidad y situación de una partícula elemental solamente se puede fijar en un instante dado, pero nunca se sabrá que sucederá en el instante siguiente, y tampoco si actuará como tal partícula o como función de onda”.

La teoría cuántica describe a la materia como una abstracción. En este sentido, la materia no ocupa ni un espacio puntual ni un tiempo determinado, se encuentra difundida y en un constante movimiento discontinuo, aleatorio e impredecible, en todo el Universo. Las realidades cuánticas son estados potenciales, diferentes según se perciban o no, según se observen o no. Es por esto por lo que el observador influye definitivamente en la creación de la materia, es el que le aporta conciencia a la realidad. Ello permite las dualidades onda-partícula, cuerpo-conciencia y mente-realidad, aspectos todos ellos, indisociables de la existencia. Es el observador el que crea la realidad del instante presente. Si este instante no es observado se puede generalizar diciendo que se difundirá, extinguiéndose en el tiempo. Por tanto, sólo es la conciencia del observador del suceso lo que le aporta realidad.

Luego entonces, si establecemos que el universo es energía en movimiento y que esta energía se convierte en realidad a partir de nuestra conciencia de ello… ¿y si no se tiene conciencia? ¿De qué depende nuestro nivel de consciencia? ¿Cómo podemos modificar este nivel?

Las ciencias Humanas

Estas interrogantes nos llevan directamente al vislumbrar el poder virtual que tenemos sobre la creación de la realidad desde el plano fenomenológico de tal modo que compartimos y nos construimos a través de esta nuestra “traducción” de la realidad. Y justo aquí, es donde convergen ciencias aparentemente dispares como son la Física y la Psicología, ya que desde esta perspectiva una no puede concebirse sin la otra. Hace falta el factor humano para reconocer y nombrar los fenómenos, y si éstos se mantienen en constante movimiento, se abre un amplio panorama de investigación y experimentación/acción en cuanto al tema del conocimiento se trate, y el impacto de los descubrimientos actuales son de una utilidad incalculable sobre todo en el ámbito de la salud.

Ya la Psicología Humanista desde los trabajos realizados por Rank, Reich, Jung, entre otros incorporando la dimensión trascendente dieron paso a la gestación del llamado Movimiento del Potencial Humano, concretada en “Esalen Institute” de California, el hito más importante en su nacimiento. Figuras como las de Maslow, Rogers, Alan Watts, Murphy, Schutz, Bateson, Lowen y Perls, entre otros, generaron este movimiento al sostener que no solo se trata de abordar la enfermedad sino concebir la vida en términos de una liberación ilimitada de potenciales bio-psico-sociales.

Dentro de este profuso movimiento se destacan diversas escuelas y autores, tales como la Psicología Humanística; el Existencialismo; la Terapia Gestalt; El Enfoque Personalista; algunos autores sistémicos; el Análisis Transaccional y las Terapias Corporales como la Bioenergética y sus procedidas, por nombrar sólo unas pocas.

La Psicología Transpersonal

A finales de los sesenta, ocurre un hecho inédito en este proceso histórico y es que los mismos autores que generaron el nacimiento de la Psicología Humanista, comienzan a percibir, en la observación de los individuos y los grupos, que el desarrollo personal suele llegar a un límite, a un techo o quizás sería mejor decir a un abismo, frente al cual no tiene respuestas. Una vez que el individuo ha alcanzado un nivel elevado de desarrollo y crecimiento personal, necesariamente comienzan a aparecer preguntas, dudas y cuestionamientos existenciales que llevan la mirada hacia la trascendencia, hacia los temas últimos. Comienza allí la Psicología a reconocer que a lo largo de casi toda su historia moderna, ha dirigido su mirada a las áreas del hacer, del poder o del tener, eludiendo el tema del Ser, el significado y la trascendencia.

El Dr. Stan Grof, conoce a Maslow en Esalen y ambos se dan a la tarea de rescatar los aportes pioneros de Jung, Assagioli y el Existencialismo; ambos, junto al Dr. Anthony Sutich, fundan la Psicología Transpersonal (más allá de la personalidad) y a lo largo de los años se van sumando a este nuevo movimiento autores de la altura de Viktor Frankl, Ken Wilber, Daniel Goleman, Joseph Campbell, Huston Smith, Charles Tart, Francis Vaughan, Roger Walsh, Stanley Kripner y muchísimos más. De este modo, la búsqueda del ser, el significado y la experiencia vívida de la trascendencia vuelven a ocupar el lugar histórico que todas las culturas de la humanidad le habían asignado: el estudio empírico de las potencialidades evolutivas de la conciencia humana, tanto en sus aspectos filo como ontogenéticos.

La inclusión en la Psicología del tema del Ser y la trascendencia, muy lejos de convertirse en una mera disquisición filosófica o abstracta, se convierte rápidamente en una cuestión clínica de primer orden, y el estudio de la conciencia ocupa el centro de la escena académica. Surgen así los tres grandes campos de investigación de la Psicología Transpersonal actual:

a) el estudio de los estados no ordinarios de conciencia;

b) el estudio evolutivo de la conciencia, y

c) el intento de integración de las escuelas psicológicas anteriores y actuales.

Siendo estos tres campos tan sólo las tres caras de una misma realidad única.

Realidad, como ya se mencionaba anteriormente, delimitada por la conciencia y ante la cual, la percepción e interpretación comienza a transformarse; ya que no hace mucho tiempo prevalecía la percepción del sí mismo como una entidad abstracta y disociada del cosmos anclada a los estados ordinarios de conciencia, es decir, nuestro estado habitual de vigilia, dentro de las coordenadas de tiempo y espacio, basándonos en la experiencia del modelo antiguo de la física tradicional.

Paradójicamente, esta nueva visión cuántica y el conocimiento del uso de la Energía Universal como método terapéutico, data desde la aparición del hombre sobre la tierra, como lo evidencian algunas demostraciones graficas en cuevas o antiguos escritos e incluso la biblia. Las herramientas y métodos empíricos aportados por tantas culturas, permiten el acceso a estados no ordinarios de conciencia que, en muchos casos, brindan experiencias vívidas, empíricas y verificables de estados ampliados de conciencia, dentro de los cuales, la orfandad cósmica transmuta hacia una profunda experiencia de integración y pertenencia indisoluble, a lo que Wilber denomina el Kosmos y que la física cuántica re-descubre como la misma “Energía Universal”.

Dado que estos estados de conciencia expandida pueden reproducirse por medios sumamente simples y naturales, la Psicología Transpersonal los ha puesto en el centro de su atención como una extraordinaria fuente de sanación y transformación personal, que se están utilizando ya, no sólo en psicoterapia, sino también, por sólo dar un ejemplo, en el tratamiento de pacientes con patologías orgánicas graves.

Kent Wilber describe siete principios que considera importantes:

1º- El espíritu existe. Existe una Realidad Suprema, ya sea que se le dé el nombre de Brahman, Dharmakaya, Yahwel, Atón, Kether, Tao, Allah, Shiva, etc.

2º- El espíritu está dentro de nosotros. En el centro mismo de nuestro ser, vivimos la divinidad. Estrictamente hablando Dios no está dentro ni fuera ya que el Espíritu trasciende toda dualidad.

3º- A pesar de ello, la mayor parte de nosotros vivimos en un mundo de ignorancia, separación y dualidad, en un estado de caída ilusorio, y no nos percatamos de ese Espíritu interno. El yo individual o ego es precisamente lo que impide que tomemos conciencia de esta Identidad Suprema.

4º- Hay una salida para ese estado de caída, de error o de ilusión; hay un Camino que conduce a la liberación. La clave del asunto es que el individuo que recorre el Camino trasciende o muere al pequeño yo y redescubre, o resucita, a su Identidad Suprema con el Espíritu universal.

5º- Si seguimos ese camino hasta el final llegaremos a un Renacimiento, a una Liberación Suprema. El pequeño yo debe morir para que dentro de nuestro ser pueda resucitar el gran Yo.

6º- Esa experiencia marca el final de la ignorancia básica y el sufrimiento. Lo que causa el sufrimiento es el apego y el deseo de nuestra identidad separada; y lo que pone fin al sufrimiento es el camino meditativo que trasciende al pequeño yo y al deseo y el apego. El sufrimiento es inherente a ese nudo o contracción llamado ego y la única forma de acabar con el sufrimiento es trascender el ego.

7º- El final del sufrimiento conduce a una acción social amorosa y compasiva hacia todos los seres sensibles. La verdadera iluminación deriva en una acción social inspirada por la misericordia y la compasión, en un intento de ayudar a todos los seres humanos a alcanzar la Liberación Suprema. Como todos somos uno en el mismo Ser, entonces, al servir a los demás estoy sirviendo a mi propio Ser.

De este modo, la investigación de Bert Hellinger que concluye con su trabajo en Constelaciones Familiares, la Bioenergética de Alexander Lowen y el surgimiento de la Radiónica, por mencionar algunas, comienzan a posicionarse en todo el mundo cobrando una eficacia indescriptible para quienes tengan la fortuna de adentrarse en ellas.

Curación energética

Entonces, es posible una cura energética? Brennan nos describe en su libro “manos que curan” no solo desde su experiencia personal, sino desde la concepción del amor universal que reside dentro de nosotros, cómo ha logrado desarrollar su propia técnica y cómo a cada paso de vida ha ido aprehendiendo el conjunto preciso de experiencias que ahora le permiten concretar su arduo trabajo de investigación. Dentro de las técnicas y oportunidades de ayuda, retoma el uso del péndulo ya conocido por nuestros ancestros.

El péndulo.

El péndulo se ha empleado desde tiempos remotísimos. Los que saben cómo usar su poder, han descubierto tesoros enterrados, han encontrado agua, han adivinado el porvenir y cosechado toda clase de éxitos. También puede usarse como útil herramienta de sanación si nos damos el permiso de entrar al mundo del conocimiento intuitivo.

El péndulo en sí mismo es un medio para llegar al conocimiento tras una cierta disciplina, pues funciona eficazmente como medidor energético. Aunque el material favorito para fabricar un péndulo es una joya, metal, mineral o piedra preciosa, lo cierto es que prácticamente se puede realizar con cualquier material. Por supuesto que hay materiales que son más favorables a impregnarse de energía (un cuarzo, por ejemplo), y que con seguridad darán mejores resultados. Sea como fuere, no se tiene en cuenta ni un peso ni un color o forma determinados, aunque siempre es deseable que oscilen dentro de una media, ya que se mueven con más dificultad si son demasiado pesados o demasiado ligeros.

Su uso es fácil de aprender, pero no todas las personas están capacitadas para saber utilizarlo satisfactoriamente. La persona que hace uso de él, debe suspender el péndulo en sus dedos, colgando desde una cuerdecita o cadenita, debiéndolo mantener inmóvil. Por supuesto que es importante mantener las actitudes de arraigo, centramiento, atención plena y sobre todo abrir la posibilidad de ser el canal que deje pasar la energía desde el universo. En definitiva, se trata de un método bastante fiable e indicado para sesiones largas de tiempo (es decir, para seguir una consulta continua durante varias semanas o meses, y así comprobar cómo va evolucionando el tema).

Acercarse a la Energía Universal y conectarse con ella

Hasta ahora se ha hablado de cómo a través de la reestructuración de los viejos conceptos Newtonianos podemos mejorar nuestra Salud y por ende la calidad de vida no solo personal sino mundial, pero, ¿Cómo podemos acercarnos a reexperimentar y descubrir en carne propia estas posibilidades cuánticas?

Lo primero que se necesita es desarrollar conciencia de que somos canales de energía y que todos poseemos dentro de nosotros el amor. La intención que visualicemos estará directamente influida por nuestra capacidad de amar y dar a los demás, de este modo, no habrá lugar para distorsionar la experiencia y la energía fluirá libremente a través de nosotros. Paralelamente habremos de desarrollar la habilidad de mantenernos en la experiencia presente y en atención plena sobre todas y cada una de nuestras sensaciones internas y sus matices por muy sutiles e insignificantes que parezcan.

Solo entonces podremos reconocer nuestros centros psíquicos o centros de energía conocidos con el nombre de Chackras, los cuales se encuentran ubicados en áreas específicas de nuestro cuerpo y se entrelazan con nuestros campos: físico, mental y emocional. El despertar de estos centros de energía nos conecta con las energías divinas. Por lo que al trabajar sobre ellos influimos sobre los niveles físico, espiritual y mental.

No solo se trata de una mera reproducción de pasos para llegar a un fin, sino de compromiso y actitud de vida en la cual alineamos nuestra atención, confianza y acción. Me responsabilizo de mi propia evolución y me mantengo activamente en ella.

Resulta inimaginable la dimensión positiva de los cambios que pudieran generarse si cada vez más personas se permitieran confiar.

Desgraciadamente, aun existen grupos menos afortunados dentro de los cuales, el escepticismo y la disociación con sus procesos más internos, no permite redefinir sus expectativas y “ver con otros ojos” de tal modo que continúan empequeñeciéndose en la miseria de la individualidad a distintos niveles.

BIBLIOGRAFÍA:

Brennan, Barbara . “Manos que curan”. Ed. Martínez Roca S.A. Barcelona 1993
Pierrakos, Jonh. “Conciencia y energía”. En Core Energetics. Mendocino CA ed. Life and Rhythm, 1986.
Wilber, Ken. “El impulso secreto”. En “Breve historia de todas las cosas”. Kairos 1996
Ortoli, Pharabod: “El cántico de la cuántica”, Gedisa, Barna, 1987.
Danah Zohar: “La conciencia cuántica”, Plaza y Janés, Barna, 1991.
G. Nielsen y J. Polansky. “El Péndulo”.Editorial Edaf

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